El hambre infantil exacerbado por el cambio climático ha afectado a más de 27 millones de niños y niñas en 2022, un alarmante aumento del 135% en comparación con el año anterior, conforme detalla Save the Children. El estudio que han realizado para analizar el impacto del cambio climático, tanto en forma de sequías como de inundaciones, señala que estos menores representan casi la mitad del total de personas alcanzadas por crisis alimentarias agudas en 12 países debido a condiciones climáticas extremas.
Los datos recabados por la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC, por sus siglas en inglés), revelan un preocupante panorama en el que, en cinco años, el número de afectados por el hambre en zonas golpeadas por desastres naturales extremos casi se ha duplicado, pasando de 29 millones en 2018 a 57 millones en 2022.
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Cuerno de África, la región más afectada
La región más azotada fue el Cuerno de África, específicamente Etiopía y Somalia, donde aproximadamente la mitad de los menores afectados residen. Somalia, con cinco temporadas de lluvias fallidas consecutivas, enfrenta ahora inundaciones que podrían ser tan devastadoras para la población como los períodos de sequía previos.
El impacto directo de estos fenómenos se hace palpable en historias como la de Sadia, una madre somalí de ocho hijos, que ha sufrido desplazamientos tanto por sequías como por recientes inundaciones que han inundado su negocio y limitado su capacidad para proveer alimentos a su familia.
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Pakistán es otro país severamente afectado, con inundaciones que sumergieron un tercio del territorio, impactando a 33 millones de personas y llevando a la desnutrición a más de 2 millones de niños. El Dr. Muhammad Hanif, médico en una unidad asistencial de Sindh, ha declarado que la magnitud del desastre es sin precedentes en su experiencia, enfrentando a miles de menores a enfermedades ligadas a la desnutrición y al cambio climático. “Soy médico, así que mi arma es la medicina. Es en lo que confiamos para tratar y salvar vidas. Pero durante las inundaciones, me sentí como un soldado en el campo de batalla sin un arma; nada para salvar la vida de niños o madres embarazadas”, explica. “A finales del año pasado, traté a unos 1.000 niños y niñas de enfermedades relacionadas con el hambre, y a otros 30.000 pacientes de diversas enfermedades derivadas de la afectación del cambio climático”, añade.
A nivel mundial, los conflictos y las crisis económicas siguen siendo causantes principales del hambre infantil, superando a los desastres naturales. Los niños y niñas enfrentan un riesgo doble, ya que 774 millones de ellos viven en pobreza y zonas de alto riesgo climático.
Inger Ashing, CEO de Save the Children, apunta a un horizonte de desigualdades críticas exacerbadas por el cambio climático, instando a una acción inmediata en la COP28. La organización hace un llamado a líderes mundiales, especialmente a los de países con altos ingresos y grandes emisores históricos, para aumentar la financiación climática y trabajar hacia una limitación del calentamiento global a no más de 1,5°C sobre los niveles preindustriales, y reconociendo a la infancia como agentes clave en la respuesta climática.