La economía española ha crecido más que la media de la UE en los tres últimos años tras experimentar una recesión más profunda en 2020. El Banco de España ha indagado en los motivos tras esta ventaja, citando como factores claves el auge del turismo, la reducida conexión con China y un menor peso de la industria, pero, no obstante, la entidad avisa de que el diferencial positivo solo se da en las tasas de crecimiento reales de la producción, no en las ajustadas por población.
Así lo ha resaltado este martes el director general de Economía y Estadística del organismo durante la presentación de las proyecciones macroeconómicas trimestrales, que anticipan un crecimiento del 1,6% del PIB para 2024, todavía algo por encima de la media europea. “Deberíamos ver no solo que la economía española crezca, sino que todos y cada uno de nosotros tengamos más. Eso es el crecimiento del PIB per cápita”, ha explicado Ángel Gavilán.
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El economista defiende este indicador como una de las medidas más útiles para medir “el bienestar de la economía” y alerta de su lento avance en España. Según el análisis de la institución, una parte “muy importante” del crecimiento económico en los últimos años se ha debido al aumento de la población por los flujos migratorios positivos, ya que no ha habido “mejoras significativas en la productividad”.
En concreto, el Banco de España calcula que el ritmo de crecimiento real del PIB español convergerá entre 2023 y 2026 con el de la media de la UEM (Unión Económica y Monetaria), mientras que el PIB per cápita, que en 2023 se encuentra en niveles similares a los de 2019, mantendría la distancia con el de la UEM. “No hemos crecido tanto como parece en las cifras que normalmente utilizamos para hablar de crecimiento”, ha reconocido Gavilán.
La brecha entre el PIB per cápita de la UEM y el español se explica, según el economista, por la elevada tasa de paro y la baja productividad, que solo ha crecido un punto porcentual en cuatro años si se mide por hora trabajada e incluso ha disminuido medida por ocupado porque el empleo ha crecido significativamente más. Durante los últimos años, tanto el PIB per cápita como la productividad han mostrado “avances muy modestos en términos absolutos”, una dinámica que el Banco de España espera que continúe durante al menos los tres próximos años.
De hecho, ya son varios los ejercicios teóricos que avisan de que España podría continuar cayendo puestos en el ranking de PIB per cápita si no consolida un crecimiento anual mayor del que ha tenido en los últimos 20 años. La base de datos de perspectivas de la economía mundial (WEO) elaborada por el FMI para 2023 proyecta que España quedará aún más rezagada en PIB per cápita en los próximos cinco años. Su cálculo a precios constantes y en paridad de poder adquisitivo en dólares internacionales hasta 2028 concluye que caería del puesto 16 de la UE en 2022 al puesto 19. Los tres países que adelantarían a España en ese periodo serían Lituania, Estonia y Polonia, aunque entre 2019 y 2022 ya se habría perdido una posición en favor de Eslovenia.
Esta ubicación relativa en cuanto a PIB per cápita contrasta con la que España llegó a alcanzar entre 1995 y 2005, el número 12. Los datos de Eurostat que analizó el Banco de España en su informe anual también reflejan una evolución similar durante las últimas décadas y constatan que España tuvo una diferencia en PIB por persona del 17% en 2022 en comparación con la media de los países de la UEM. No obstante, estas cifras puede variar tras las revisiones al alza del PIB por parte del INE y las correcciones del mismo tipo que se están produciendo en otros países europeos.
Reducir la jornada podría aumentar la brecha en el PIB per cápita
Según ha explicado Gavilán, al contrario que en productividad y en tasa de paro, en España se trabajan más horas que en Europa y esto impide que la brecha en el PIB per cápita sea incluso mayor. Por ello, si se redujera este factor a futuro, según se está planteando desde el Gobierno, sin mejorar alguno de los otros dos, “la falta de convergencia en PIB per cápita se incrementará”.“Ajustar las horas laborales a futuro no sería ningún inconveniente si esto viene asociado a un aumento de la productividad”, ha aclarado el economista.