Que Podemos está inmerso en una crisis muy profunda es una realidad. Sus cuadros menguan por momentos y su capacidad de marcar agenda se limita cada vez más. En los diez años de vida de los morados, han pasado por sus filas multitud de nombres, sin embargo, una parte importante de la lista se ha ido marchando del partido por diferencias claras con la dirección comandada por Pablo Iglesias, primero y en segundo lugar, por Ione Belarra. No obstante, no son pocas las voces que mantienen que es Iglesias quien sigue marcando la línea estratégica e ideológica de los morados.
Su profunda crisis se refleja en votos, que han ido menguando cita electoral, tras cita electoral. El descenso en el apoyo electoral ha abierto una crisis que ha llevado a una ola de dimisiones. Al mismo tiempo, el partido ha asumido una estrategia política basada en la destrucción y la confrontación con las fuerzas de su propio espacio, creando un ambiente de “o con nosotros o contra nosotros”, expresado no solo un par de exdirigentes, como el propio candidato de los morados al ayuntamiento de Madrid, Roberto Sotomayor.
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El pasado 28 de mayo, Podemos desapareció de Canarias, de la Comunidad Valenciana y de la Comunidad de Madrid. Los resultados de las autonómicas y municipales ahondaban en la agonía de la formación que, en procesos electorales anteriores, habían asistido a la desaparición de su partido en los parlamentos de Asturias, Galicia y Cantabria. Con este panorama a nivel territorial y con su último movimiento en el Congreso, abandonando el grupo parlamentario de Sumar, el partido se encuentra al borde del abismo.
En este contexto, Podemos cuenta sobre la mesa con 22 actas de diputados -entre autonómicos y nacionales- que, por el momento, se mantienen fieles a la dirección. El diputado de Castilla y León y miembro de la dirección, Pablo Fernández, dos diputados en Murcia, tres en Andalucía, que pertenecen al grupo parlamentario de ‘Por Andalucía’, la marca de la izquierda en la comunidad. Dos en Navarra, la única comunidad en la que gobiernan los morados, cuatro en Euskadi y un solo diputado en Baleares, Catalunya y Aragón. Además de los cinco en el Congreso de los Diputados.
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Con esta escasa representación, la formación se ha visto obligada a aplicar un expediente de regulación de empleo en nueve sedes autonómicas tras ver reducida la asignación presupuestaria, un ingreso que está ligado directamente a representación que obtiene cada formación.
Montero activo del partido, Belarra cara en el Congreso
Con la salida de Podemos del grupo parlamentario de Sumar, Ione Belarra pretende rearmar el partido y evita sacrificar lo que la formación aún considera su gran activo: Irene Montero. A pesar de que Montero se haya quedado fuera del Congreso de los Diputados, los morados pretenden seguir movilizando a los suyos explotando la figura de la exministra de Igualdad.
Tanto es así que la propia Belarra pidió el sábado a Montero que presentara su candidatura a las primarias de la formación para encabezar la lista de los morados a las elecciones europeas del próximo mes de junio. La exministra de Igualdad recogió el guante de la secretaria general de la formación y confirmó que concurriría al proceso interno para ser elegida eurodiputada.
Con este movimiento, la dirección de la formación renuncia a darse por vencida y peleará una vez más por volver a tomar el pulso al electorado y así, rearmarse frente “a los verdes y la socialdemocracia”, dijo Montero durante su intervención el sábado. Este golpe de efecto les sirve para reivindicarse y protegerse las espaldas frente a posibles rebeliones internas que acaben con lo que ellos denominan “una disolución en Sumar”, cuestión que achacan al resto de formaciones que integran la coalición electoral liderada por Yolanda Díaz.
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De los pocos supervivientes que le quedan a Podemos, más allá de las exministras Belarra y Montero, se unen otras caras como Lilith Verstrynge, aún diputada, o Ángela Rodríguez ‘Pam’, exsecretaria de Estado de Igualdad y uno de los perfiles que más suena como candidata a las elecciones gallegas del próximo año. Por otro lado, Isa Serra, es otro de los nombres con los que la formación pretende “reconstruir el partido” en la Comunidad de Madrid, un territorio que un día fue uno de sus principales feudos y que se redujo a prácticamente nada cuando Serra fue candidata.
Más allá de estos perfiles, los morados cuentan con algunos nombres más, pero que no logran destacar como relevo generacional. Al tiempo, que se mantienen en Consejo Ciudadano Estatal, máximo órgano del partido, perfiles que ya han abandonado la primera línea política como Pablo Echenique, Rafa Mayoral o el exmilitar, Julio Rodríguez.
Sin supervivientes en 5 territorios
En cinco comunidades autónomas el partido se encuentra recomponiendo la dirección territorial. Mientras que las direcciones de la Comunidad Valenciana, Aragón y Baleares saltaron por los aires después del batacazo electoral del pasado 28 de mayo, la Comunidad de Madrid lleva en crisis desde un tiempo indeterminado, era un constante ‘tira y afloja’ que terminó por explotar hace unas semanas
La situación en Madrid se remató con la salida, primero, de Jesús Santos, que abandonó el partido por sus discrepancias con la dirección por no favorecer el acuerdo con Sumar y, poco después, por Roberto Sotomayor y Carolina Alonso esta misma semana. El número uno de Podemos para la alcaldía de Madrid y su número dos, Carolina Alonso, comunicaron su marcha después de acusar a la dirección de falta de autocrítica. Roberto Sotomayor fue mucho más allá y en una entrevista en el diario El País afirmó que Podemos “se ha convertido en el brazo político de Canal Red”, la televisión que fundó Pablo Iglesias.
En Asturias la situación no es mucho mejor. El 25 de diciembre abandonó el partido Sofía Castañón, exportavoz adjunta de los morados en el Congreso de los Diputados. A mediados de octubre la dirección también suspendió de militancia a la única diputada de los morados en el Parlamento autonómico, Covadonga Tomé, por pedir una Asamblea Ciudadana para elegir una nueva dirección.