“Somos un Barça en construcción”, afirmó Xavi nada más ser atropellado por el Girona y antes de caer con estrépito ante el Amberes. Y cualquiera que haya hecho reformas en su casa sabe lo que esa frase significa: tenemos un problema. A tenor de las circunstancias, Mestalla presentaba al Barça una dicotomía radicalmente opuesta: puerta grande o enfermería. Ninguno de los dos estadios se llevó a cabo por completo, pero el resultado evidencia que los azulgranas están más cerca de la segunda opción y lejos de la primera. Guillamón, con un zapatazo inalcanzable para Iñaki Peña, neutralizó el gol inicial de Joao Félix y aleja de la cabeza a un Barça a expensas de lo que hagan este domingo Girona y Real Madrid.
Xavi tenía todos los ojos puestos en él desde su llegada al banquillo del Barcelona el 6 de noviembre de 2021. Pero ahora nota que esas mismas miradas lo acusan, desde todos los puntos, sin que encuentre ni en el vestuario ni en los despachos un sitio en el que cobijarse. Tampoco lo encontró el Barça en Mestalla, donde cerró su semana negra. Mejoró su juego, especialmente durante la segunda mitad, pero no le dio para irse de la Ciudad del Turia con el objetivo establecido antes de llegar: tres puntos.
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Demasiadas concesiones defensivas azulgranas
Xavi dejó a un lado las rotaciones y dio paso a su guardia pretoriana. Alineó a Koundé, João Félix, Lewandowski y Raphinha. El único cambio era la presencia de Balde en el lateral izquierdo que desplazó a Cancelo al derecho dotando así de mayor naturalidad a la zaga azulgrana liderada por el mencionado Koundé y Araujo. Para contrarrestarlo, Baraja juntó a Hugo Duro y Yaremchuk en ataque. No pasaban por un buen momento los valencianistas, sin conocer la victoria en las últimas cuatro jornadas. En condiciones normales, este Valencia no sería un problema mayor para el Barça. En el estado actual de los azulgranas, cualquier equipo es un gigante.
El inicio del partido fue una reflejo de ello. Iñaki Peña tuvo que realizar una gran estirada para desviar el tiro a la media vuelta de Yaremchuk. Los de Baraja trataban de abrumar al Barça desde el principio y lo consiguieron. El equipo que menos remata en LaLiga sumaba tres antes de que se cumpliese el primer cuarto de hora. Demasiadas concesiones de la zaga azulgrana. Xavi pedía a sus futbolistas que tuvieran menos prisa y se desplegaran con más cabeza para evitar las pérdidas y dar más continuidad al juego en un partido muy abierto y de una gran carga ambiental por la fuerza de Mestalla. Y en esa calma, emergió Frenkie de Jong.
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La relajación se tornó en exceso de confianza
Volvió a cuajar un partido de esos que uno imaginaba que podía hacer cuando fichó por el Barça. Se echó al equipo a la espalda, jugó e hizo jugar. Suyo fue el pase desequilibrante, con el exterior, emulando a su compatriota Cruyff, en el gol de Joao Félix que tan sólo tuvo que empujar el balón servido por Raphinha. El choque quedó a pedir de boca para el Barcelona y desesperante para el Valencia. Los de Xavi confundieron ventaja con relajación y vio como un buen disparo de Guillamón, que no habría podido disparar sin la colaboración y regalo de la defensa de Xavi, que le puso una alfombra, devolvía las tablas.
Bajo el liderazgo de Frenkie de Jong, el Barça continuó con su presencia en el área valencianista. Raphinha erró una doble ocasión que encumbró al joven Yarek, quien evitó el tanto del brasileño cuando ya se cantaba gol. El partido era una final para el Barça y estas demandan de victorias para las que el conjunto catalán aún no está preparado. La cabeza de LaLiga podría alejarse si Girona y Real Madrid vencen este domingo. A la construcción de Xavi aún le faltan pilares mças sólidos sobre los que asentarse.