Con la llegada del frío invernal, la calefacción se convierte en un elemento fundamental en los hogares. No obstante, su uso implica un incremento considerable en las facturas mensuales. Para seguir disfrutando del confort que proporciona la calefacción sin despilfarrar recursos, es importante adoptar medidas que optimicen su rendimiento y ayuden a ahorrar.
Un aspecto clave a considerar es que la rapidez con la que se calienta una vivienda puede influir en el consumo energético. Registrar una temperatura agradable en menos tiempo y mantenerla requiere menos gasto energético. Las características del hogar, como su tamaño y aislamiento, desempeñan un papel crucial en este proceso.
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Para acelerar este proceso de calentamiento, existe una medida sencilla pero efectiva: cerrar los radiadores en habitaciones que no se van a utilizar. Esta acción focaliza el calor en las zonas habitadas, logrando un aumento de temperatura más rápido. Es importante saber manejar la llave de paso del radiador, cerrándola con herramientas adecuadas y sin forzar el mecanismo.
Otra recomendación para mejorar la eficiencia de la calefacción y reducir costos es mantener los radiadores en buen estado, purgándolos regularmente para asegurarse de que no haya aire atrapado en el sistema. Además, se puede aprovechar al máximo la luz solar durante el día y así minimizar la necesidad de calefacción artificial. Curiosamente, los ventiladores de techo también pueden aportar a una distribución más eficiente del calor si funcionan a bajas velocidades y en dirección inversa.
Tecnologías más eficientes
El uso de tecnologías más eficientes, como la biomasa y las bombas de calor, juega un papel determinante a la hora de reducir los costes anuales en calefacción, que promedian los 640 euros. La biomasa se destaca por su sostenibilidad y por ser una fuente de energía económica. Las estufas y calderas de biomasa son recomendables para casas con espacio para almacenar el combustible, como los pellets o huesos de aceituna, y su eficiencia se maximiza con sistemas de distribución de calor adecuados.
Las bombas de calor ofrecen ventajas notables, tales como una elevada eficiencia que convierte cada kilovatio-hora de electricidad consumido en cuatro de calor. Además, brindan la posibilidad de refrigerar durante los meses cálidos, convirtiéndose en una opción versátil y ecológica. Sin embargo, requieren de una inversión inicial alta y, en algunos casos, la instalación de unidades exteriores.
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Las calderas de condensación de gas son una opción popular en España, y reemplazar modelos antiguos por otros más eficientes puede reducir significativamente el consumo de energía y las emisiones de CO2. A pesar de su conveniencia y rendimiento, las calderas de gas requieren acceso a gas canalizado y tienen elevados costes de instalación.
Teniendo en cuenta la directiva europea que planea eliminar la dependencia de combustibles fósiles en sistemas de calefacción para el año 2035, es crucial considerar alternativas más sostenibles. Las calderas de gasóleo, junto con las de carbón, tienen sus días contados, lo cual obliga a pensar en opciones más amigables con el medio ambiente como la biomasa o aerotermia.
Los sistemas de acumuladores y radiadores eléctricos, si bien son de instalación sencilla y costo inicial bajo, resultan menos eficientes en comparación con otros métodos y generan un gasto energético elevado. Además, no aportan el mismo nivel de confort debido a su menor inercia térmica.
Por su parte, los sistemas eléctricos convencionales, como calefactores, convectores, estufas halógenas y radiadores de aceite, ofrecen diversos grados de eficiencia, rapidez y comodidad, pero en su mayoría implican un alto consumo de electricidad y, por ende, costos más elevados. Finalmente, las estufas de butano o propano y las estufas de parafina se destacan por su potencia y capacidad de calentamiento; sin embargo, se recomienda su uso con precaución debido a la emisión de gases contaminantes y la necesidad de una buena ventilación.
En resumen, una combinación inteligente de medidas de aislamiento, uso racional de equipos de calefacción y selección de tecnologías eficientes y respetuosas con el entorno, como la aerotermia y la biomasa, puede conducir a un ahorro considerable en el gasto de calefacción y contribuir a la preservación ambiental.