Este 13 de diciembre de 2021 tuvo lugar una muerte que conmocionó al mundo de la cultura y que sigue causando gran estupor, la de Verónica Forqué. La conocida actriz, de 66 años, se quitaba la vida en su domicilio de Madrid, dejando huérfana a su única hija y a todos sus amigos y familiares sumidos en la más absoluta tristeza.
Este miércoles, en el que se cumplen dos años de su fallecimiento, la que fuera protagonista de Kika y La vida alegre sigue muy presente. No solo a través de su filmografía, especialmente gracias a su hija, que desde su adiós se ha convertido en su mayor valedora. De hecho, María Iborra, como se llama la joven, llegó a defender su suicido en una desgarradora “carta de amor” en la que escribió que comprendía su situación.
Te puede interesar: MasterChef de España, en el punto de mira tras la muerte de Verónica Forqué: qué respondió la producción del programa
“Hay que respetar su decisión: a ella lo que le gustaba era ayudar, y aquí su misión había acabado. La siento ocupada ayudando a mucha gente ahora mismo, porque es un ángel. (...) ¿Por qué alguien no puede acabar con su vida, si es suya? Quién mejor que uno mismo para decidir que no quiere seguir más en este juego e irse al siguiente. Tengamos respeto. En cualquier caso, el momento de mi madre había llegado: su misión aquí había terminado, el círculo se había cerrado.”, escribió en la misma.
Su mejor legado
Desde entonces, María se ha convertido en el mejor legado de su madre pues, como ella, también se dedica al mundo del espectáculo. “Mi hija es muy valiente. Me da un poco de vértigo, pero la adoro. Yo era transgresora, pero no tanto”, llegó a decir Verónica de ella, consciente de que con su trabajo su heredera iba a llamar la atención.
Te puede interesar: Verónica Forqué, de la gloria con Almodóvar a perder la batalla con la depresión y su despedida en Masterchef poco antes de morir
Y vaya que si lo hace. A Iborra se la puede describir como artista, performer y bailarina y destaca por lucir una peculiar estética muy complicada de describir, pues además de exhibir sus curvas, utiliza prótesis, prendas hechas a medida o bisutería a juego, según requiera la ocasión.
Homenaje permanente
Verónica Forqué pasó los últimos años de su vida en el distrito madrileño de Chamartín, donde vivía en un piso que antaño fue de sus padres. Y aunque hoy día no hay nada que ate a la familia a esa zona, ya que vendieron la propiedad meses después de su muerte, la actriz sigue presente en las calles del que era su barrio, pues la junta de distrito le dedicó un homenaje.
Ubicados en la intersección de las calles Víctor de la Serna 14 y del Pintor Ribera 2B, a apenas 270 metros de la que era su casa, se levanta este espacio verde que visitaba con frecuencia. Además, para que todo el mundo sea consciente de que es un lugar dedicado a ella, existe una señal que anuncia a todos los que se detengan a leerla que están ante los “Jardines Verónica Forqué”.