‘Love Actually’, la eterna amada y odiada película de Navidad, a examen veinte años después de su estreno

La cinta, perfecta para la época festiva, es un decálogo de sentimientos compartidos y una de las opciones más recurridas para instaurar el espíritu navideño en los hogares pero, ¿ha envejecido bien?

Guardar
Una de las icónicas escenas de 'Love Actually' (Moviestore/Shutterstock)
Una de las icónicas escenas de 'Love Actually' (Moviestore/Shutterstock)

“Me va a generar enemigos, pero lo tengo que decir”, ha comenzado Bob Pop en su intervención de este lunes en Hoy por Hoy, el programa de la Cadena Ser conducido por Àngels Barceló. “Una de las razones por las que odio la pre-Navidad es porque estáis todas volviendo a ver Love Actually y esa película es basura”, sentenciaba sin tapujos, adscribiéndose así a las normas básicas de los círculos de cancelación.

“¿Tú sabes que volví a ver esa película el otro día?”, replicaba la presentadora, justificándose (antes del rapapolvo que vendría después) de que el visionado se produjo mientras viajaba en el AVE. “Esto debería estar sancionado”, añadía. Bob Pop coincide en su prohibición y condena: “Es que esto explica muchas cosas, Óscar Puente, no pongas más Love Actually, le pedía al ministro de Transportes, muy activo en redes en las últimas jornadas de caos colectivo en Adif. “Que la gente no la vea, es una película muy mala y con ideas neoliberales, me horroriza”, concluía el escritor.

Te puede interesar: ‘La sociedad de la nieve’, de J.A. Bayona, nominada a los Globos de Oro 2024

Puente es un hombre de cultura, arraigado a los nombres y citas que conforman los universos políticos de los centennials de X (anteriormente Twitter). No en vano, cuando ocupaba la alcaldía de la ciudad de Valladolid, su cometido era conseguir que Taylor Swift actuase en Castilla y León. “Hágase”, ha respondido él, ya desde su cartera ministerial, dando el visto bueno a que los trenes de Alta Velocidad no tengan en su catálogo la cinta dirigida por Richard Curtis, estrenada en 2003.

Veinte años después de su éxito en salas de cine, y de su recomendación constante entre círculos de amigos, el largometraje en el que participaron Keira Knightley, Hugh Grant, Emma Thompson, Colin Firth, Liam Neeson, Alan Rickman o Bill Nighy no parece tener tantos adeptos como hace unos años. Love Actually es un clásico de Navidad, pues reúne de forma implícita toda la amalgama de sentimientos por los que uno transita en los días festivos. Ahora bien, ¿ha envejecido bien?

Te puede interesar: ¿Tienes FOMO? Esta es la película de Netflix de la que todo el mundo habla y que no te puedes perder

¡Que me dejes en paz!

Bob Pop y Àngels Barceló no son las únicas personas que desechan el plan que incluya una tarde de chocolate, palomitas y Love Actually. La cinta dirigida por Curtis muestra alguna que otra trama polémica, con actitudes que, en la actualidad, serían canceladas por el sector woke de la sociedad.

Los romances laborales absolutamente edulcorados (a la par que controvertidos), la pareja de actores porno que conecta entre escena y toma, el joven que no acepta que la chica de sus sueños se va a casar con su mejor amigo y va a su casa con unas cartulinas a declararle su amor por si cuela (y si no, se la pela), la mujer que se entera de la infidelidad de su marido con su secretaria (típico sueño húmedo del hombre heterosexual medio) o el padre que ayuda a su hijo a conquistar a la chica popular de la escuela tras el fallecimiento de su madre.

Te puede interesar: Las nominaciones de los Globos de Oro 2024 en siete claves: de Scorsese a Bayona pasando por ‘Succession’ y ‘Barbenheimer’

Hugh Grant y Martine McCutcheon en una de las escenas más icónicas de 'Love Actually'
Hugh Grant y Martine McCutcheon en una de las escenas más icónicas de 'Love Actually'

En definitiva, el amor es el gran producto social, y aparentemente navideño, sobre el que se enreda el ethos de la película que, cada año, una ilusionada pareja ve para celebrar su año de compromiso monógamo. No sólo es que Love Actually vaya de amor (valga la redundancia por su título), más bien que lo vende como la única salida plausible en un mundo en el que los accidentes ocurren: por ejemplo, que tu marido sea infiel y le haga mejores regalos a la ilusión que le ha devuelto la vida a su miembro viril o que la chica de tus sueños se vaya a comprometer con tu amigo y que el triángulo isósceles de romance se complique.

Amada y odiada a partes iguales, es víctima del virus de Pretty Woman: una película icónica que tiene implicaciones de guion que plantean un duelo moral y ético, pero que a la vez se convierte en una comfort movie, una cinta clásica de amor que permite apagar el cerebro y renegar de la lectura actualizada de sus frases. Para algunos, Love Actually son 90 minutos de disfrute, de risas incómodas provocadas por las mariposas en el estómago procedentes del amor. Para otros, propaganda “neoliberal” y un catálogo de actitudes rancias completamente cancelables.

Si te gusta, no te dará reparo coger un AVE. Si no, aguanta como puedas hasta que Puente decida retirarlas del mercado de la alta velocidad.

Guardar