El “noble afán” de la conquista de América o ser “un monstruo de ingratitud”: así eran los libros que usaron nuestros abuelos en el colegio

Las Enciclopedias con las que estudiaron los niños años después de la Guerra Civil recogen el catecismo franquista que impartió la iglesia con un objetivo “La obediencia ciega, hacer ciudadanos fieles y obedientes”

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Escuela improvisada para niños refugiados en Barcelona entre 1936 y 1939. (Biblioteca Digital Hispánica)
Escuela improvisada para niños refugiados en Barcelona entre 1936 y 1939. (Biblioteca Digital Hispánica)

“Nuestra patria, después de las conquistas de sus gloriosos marinos y soldados, fue eje y centro del mayor Imperio que ha existido sobre el planeta. España no se lanzó a estas conquistas impelida por egoísmos comerciales ni afanes de dominación; el Emperador y la nación sentían hondamente las directrices que dejaron consignadas los Reyes Católicos y su noble afán era cristianizar los pueblos del mundo y llevarles la floreciente cultura de España”. Es una visión edulcorada, incluso irreconocible a día de hoy, de lo que sucedió tras la llegada a América de Cristóbal Colón, pero es la que estudiaron los españoles que nacieron después de la guerra, con un sistema educativo atravesado por el falangismo y el catolicismo.

Esa visión del imperialismo español, y del resto de su historia, llegó con la victoria del bando subrevado y con Francisco Franco ya al mando. Eduardo Montagut, Doctor en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid, señala que los cambios que introdujo la dictadura en el sistema educativo fueron muy profundos. “Se eliminaron todas las innovaciones que había introducido la República, como la coeducación o en el concepto de educación como motor de la igualdad, y además, hubo una depuración intensísima de los maestros y las maestras, porque era un cuerpo que consideraban las nuevas autoridades, que estaba muy ideologizado”, introduce Montagut, que desciende de una familia dedicada a la enseñanza.

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Un maestro junto a sus alumnos en una escuela de la República ubicada  en Vicálvaro, Madrid. (Biblioteca Digital Hispánica)
Un maestro junto a sus alumnos en una escuela de la República ubicada en Vicálvaro, Madrid. (Biblioteca Digital Hispánica)

La máquina de ciudadanos “fieles y obedientes”

La Iglesia Católica había dejado de poder enseñar durante la Segunda República, pero esto también cambió con la instauración del franquismo. La religión no solo se encargó de regentar las escuelas, también en difundir su doctrina. “Hay una fuerte carga ideológica basada en una enseñanza que no fuera en contra de los principios del nacionalcatolicismo, es decir, de la vinculación de la religión católica con España”, explica el doctor, que añade el valor de “los ámbitos de formación del espíritu nacional, es decir, en los ámbitos más ideologizados de la de la educación, menos vinculados a las ciencias o las matemáticas”. Para él, las enseñanzas en este momento tienen un objetivo: “La obediencia ciega, hacer ciudadanos fieles y obedientes”.

Los libros de texto de nuestros abuelos

En algunas casas de España aún quedan los libros con los que estudiaron aquellos niños de la guerra y los que nacieron en los primeros años del nuevo régimen. Durante el primer franquismo, el principal manual de los estudiantes era la Enciclopedia, un libro en el que se incluían todas las materias que se impartían en el aula, desde Lengua Castellana y Matemáticas hasta “Educación Social” e “Historia Sagrada”. Durante todo el curso, solo tenían que llevar sus cuadernos para anotar y ese único libro, “claro, tiene que ser uno lógicamente porque también tenemos que tener en cuenta quién podía comprar los libros”.

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La historia bajo la mirada del franquismo

Esta Enciclopedia tiene varias versiones, “elemental”, “medio” o “preparatorio” en función de la edad de los alumnos, pero sus contenidos eran bastante similares, en la mayoría de los casos solo cambia la extensión y profundidad de las explicaciones. Montagut se centra especialmente en las lecciones de historia que aparecen en ellos: “Es una historia profundamente tergiversada, puesta al servicio del régimen, en la que se exaltan los momentos cumbres de la historia de España en una interpretación imperial de los Reyes Católicos y de la Reconquista”.

Los libros también retransmiten la visión más cómoda para el régimen de la Segunda República y de la denominada “Heroica Cruzada de Liberación” provocada por “el Heroico Alzamiento Nacional para acabar con el estado anárquico en el que estaba España” por una república que había caído “en puro sectarismo antirreligioso”, conforme narran en la edición de Grado Preparatorio.

Entonces, recuerda Montagut, “la república se explicaba como una especie de totum revolutum imposible, porque se decía que era marxista, comunista, anarquista, liberal”, y de esa forma convertían el golpe de estado y la guerra como una cruzada contra la “antiEspaña” donde se ubicaban a los enemigos de España, “que eran los judíos, los comunistas, los masones”. “La lista de los enemigos de España era casi interminable y, en realidad, eran una enorme cantidad de españoles y españolas”, añade.

Para el experto en historia, la educación fue un gran éxito para el franquismo porque vehiculaba su ideología desde la infancia y “solamente los niños que pertenecieran a familias muy ideologizadas que habían sufrido la guerra y la represión aprendían otras realidades”.

Educación Social y Moral Cívica

Otra materia que se incluye en la Enciclopedia y que resulta llamativa es la de “Educación Social” donde se hace especial hincapié en el cuidado de la higiene tanto física como del hogar. “No debemos olvidar que la España de 1939 hasta los años 60 es una España muy pobre, donde el agua corriente no llegaba a todo sitios y donde había graves problemas higiénicos y de enfermedad, por lo que había que enseñar este tipo de cosas”, explica.

Las enciclopedias también hablan de las relaciones con los demás y de cómo debe comportarse un “buen niño”. Para el franquismo, un niño le debe a sus padres “amor muy grande, respeto, obediencia y veneración”, de hecho, aquel que no cumpla con estos requisitos es “un monstruo de ingratitud”. También hablan de los “criados”, a los que hay que tratar “con la debida consideración”.

El amor a la patria es otro de los temas que aparece en las enciclopedias. “A la patria debemos engrandecerla con nuestro trabajo, servirla con todo interés, y, si llega el caso, defenderla con nuestra sangre”, defienden en uno de los libros. La moral religiosa también estaba presente en todos ellos y su necesidad de inculcar sus valores se aprecia en casi todas sus páginas, salvo en las que no había otra interpretación posible, como en las matemáticas o las ciencias.

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