Nadia Calviño, más allá de su currículum: su polémico padre, su desconocida faceta musical y las cuatro mudanzas que han marcado su vida

Cinco años después de dejar su vida en Bruselas para aceptar la propuesta de Pedro Sánchez de ser ministra de Economía del Gobierno de España, Nadia Calviño vuelve a hacer las maletas. La actual vicepresidenta primera del Ejecutivo dejará su cartera para trasladarse el próximo mes de enero a Luxemburgo, donde durante al menos los próximos seis años ejercerá como presidenta del Banco Europeo de Inversiones, multiplicando por cuatro su actual sueldo.

Este nuevo reto en su dilatada trayectoria política supone un importante cambio en su vida personal, ya que esta será la cuarta vez en sus 55 años de existencia que cambie su domicilio, un trascendental momento en el que, una vez más, su familia será su incondicional apoyo.

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En sus años al servicio del gobierno español, Calviño ha llevado un perfil discreto y alejado de las polémicas, aunque no se ha librado de las críticas por cuestiones como el intento de fichaje de su marido por Patrimonio Nacional, un asunto que puso sobre la mesa la vida personal de la ministra y de su pareja, el economista Ignacio Manrique de Lara. Más allá de aquella contratación frustrada y de la identidad del padre de Calviño, un polémico exdirector de RTVE, son pocos los detalles de su privacidad que han trascendido a la esfera pública.

Nadia Calviño nació el 3 de octubre de 1968 en A Coruña. Cuando apenas tenía cinco años, su familia se trasladó a Madrid. Allí viviría su infancia y adolescencia e iniciaría su brillante trayectoria académica, primero en el prestigioso colegio privado Estudio, en Aravaca, y después en la Universidad Complutense de Madrid, donde en 1991 se licenció en Ciencias Económicas. Una década después, obtendría la licenciatura en Derecho por la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

Entre ambas carreras universitarias, Calviño trabajó como intérprete de idiomas, ya que habla perfectamente inglés y francés, además de manejar con soltura el alemán. Posteriormente, impartió clases como profesora asociada en la Complutense hasta que superó las oposiciones al Cuerpo de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado, donde fue escalando dentro del área de Defensa de la Competencia, la cual acabaría dirigiendo en 2004.

En 2006 llegaría la segunda gran mudanza de su vida. Y es que la comisaria de Competencia Neelie Kroes se fijó en ella e impulsó su salto a Bruselas, donde asumió varias direcciones generales en la Comisión Europea. Se iniciaba así una nueva etapa en su vida en la que dejaría atrás su casa en Madrid y se trasladaría a la capital belga junto a su familia.

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Sería en 2018 cuando, tras recibir el encargo de Pedro Sánchez para formar parte del Gobierno tras la moción de censura a Mariano Rajoy, Nadia volvería a España, un regreso en el que su marido y sus cuatro hijos estuvieron, una vez más, a su lado. Cinco años más tarde, la familia Calviño Manrique vuelve a afrontar un trascendental cambio, una cuarta mudanza de Madrid a Luxemburgo auspiciada por la nueva oportunidad profesional de la todavía ministra española.

Nadia Calviño es hija del abogado José María Calviño, quien tuvo experiencia en el trabajo al servicio del Estado antes que ella. Calviño padre estuvo vinculado a Radiotelevisión Española en los años 70 y ostentó cargos en instituciones europeas como la Unión Europea de Radiodifusión o el Subcomité de Medios de Comunicación del Consejo de Europa.

En 1982, dos años después de ser nombrado vocal del Consejo de Administración de RTVE y tras la victoria electoral de Felipe González, el Gobierno lo designa director de RTVE. Su mandato estuvo marcado por las constantes críticas por parte de la oposición, que le acusó de manipulación y de purgar a periodistas no afines. Su dimisión llegó a ponerse sobre la mesa un año después de su nombramiento ante el descontento de varios diputados socialistas, pero finalmente agotó la legislatura y en 1986 fue sustituido por Pilar Miró.

Tras su salida de RTVE, Calviño se alejó del empleo público y acabó fundando su propio bufete de abogados, aunque se convirtió en el hombre de confianza del gobierno felipista e influyó en conocidos ‘pelotazos’ como la entrada de las televisiones privadas o la construcción de una urbanización en la costa gaditana, unos negocios que le permitieron comprar un chalet en Puerta de Hierro y relacionarse con la jet set madrileña.

En aquellos tiempos, Nadia Calviño era una adolescente que compaginaba sus estudios con la formación musical en el conservatorio, una disciplina que le inculcó su madre, quien trabajaba como profesora de piano. Según relatan fuentes de su entorno a El Mundo, la joven estudió solfeo, coro y piano, instrumento que solía tocar en casa “a cuatro manos” junto a su madre.

Los mismos confidentes aseguran que Nadia fue una estudiante brillante desde muy joven. Sus notas no bajaban de sobresaliente y pronto comenzó a destacar por su gran inteligencia y su perfeccionismo. Además, su meteórica carrera y sus constantes traslados no le han hecho perder su carácter familiar, ya que a menudo vuelve a visitar su tierra natal para encontrarse con allegados como su querida tía, la pintora Mary Carmen Calviño.