Durante los casi 15 años que pasó en el Real Madrid, Karim Benzema cumplió con los mejores pronósticos de los analistas a los que maravilló cuando irrumpió en el Olympique de Lyon allá por el 2005. El francés se convirtió en uno de los mejores futbolistas del mundo. Al mismo tiempo, pasó de ser un joven introvertido, un tanto extravagante y poco influyente en el vestuario a erigirse como un líder incontestable y un ejemplo de profesionalidad en Valdebebas. Lo segundo era mucho menos previsible que lo primero para un chico tremendamente particular y muy arraigado a las leyes que imperan en el Bron, la barriada en la que creció, una de las más conflictivas de Francia. Sus orígenes marcaron para siempre su personalidad. Le hicieron ser un tipo desconfiado para el que la lealtad es irrenunciable, hasta el punto de verse envuelto en importantes causas por proteger a su círculo de siempre, muchos de ellos vinculados con temas muy turbios.
Por el camino de esa transformación a estrella mundial y compañero modelo, Benzema, que no acostumbraba a entablar grandes relaciones dentro del vestuario, se topó en 2016 con un joven canterano que despertó su atención. Ese chico era Borja Mayoral, actual delantero y referencia del Getafe y antes uno de los nueves más prometedores de la cantera del Madrid. Este viernes, el madrileño, que está firmando su temporada más prolífica a los 26 años, volvió a dar la victoria a los de Bordalás ante el Valencia con otro gol, el noveno en su cuenta en LaLiga.
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Mucho ha cambiado entre el Mayoral de 2023 y el Mayoral 19 años al que Zinedine Zidane empezó a introducir en la rutina del primer equipo. En ese momento comenzó su relación con Benzema. Lo cierto es que ya se conocían de antes, aunque lo más probable es que Karim ni lo recordase. Borja seguro que sí, porque el francés siempre fue su ídolo y, un día, cuando era solo un niño, Juanjo Vallina, uno de sus entrenadores, les presentó por las instalaciones de Valdebebas.
Y de ahí a una especie de apadrinamiento en sus primeros años como profesional, en los que Benzema siempre estuvo muy atento a su progresión: se preocupó por él durante su cesión al Wolfsburgo alemán, un periodo muy complicado para Mayoral, y le trató como a una especie de hermano pequeño cuando regresó a Madrid. Karim tutelaba y Borja aprendía.
Su mejor racha tras años de inestabilidad
Pero a Mayoral las cosas no le salieron como él esperaba. No asentó en el Real Madrid y, tras dos años de cesión en Levante –el segundo muy notable– y otro casi en blanco en el blanco en el Bernabéu, saltó a la Roma en el verano de 2020. Allí acusó lo que más ha marcado su carrera hasta el momento: la irregularidad y la inestabilidad. Su primer año en Italia fue realmente bueno: diez goles en 31 en la Serie A y siete en 12 encuentro de Europa League. Eran las mejores cifras de su carrera, pero llegó Mourinho, contrató a un par de delanteros y Borja desapareció, hasta el punto de tener que buscar una cesión al Getafe en enero de 2022.
Y ahí, en la localidad madrileña, a solo 10 kilómetros de su Parla natal, parece haber encontrado por fin su lugar. No sin complicaciones, ya que este verano estuvo a punto de salir del club por su escaso protagonismo con Bordalás, con el que ha terminado entendiéndose.
Sin el lesionado Enes Unal, a priori referencia del Getafe, Borja se ha ganado el puesto con un arranque de temporada prácticamente perfecto en el que se ha convertido en un jugador determinante. Lleva nueve goles en 16 partidos, más que en todo el curso pasado en 38 encuentros y a solo de uno de los diez que firmó en la Roma en 31 duelos. “El año pasado marqué ocho en toda la temporada y ahora estoy con nueve, y eso que faltan dos partidos para acabar el año. Números inmejorables”, reconoció ayer tras el partido en El Larguero, de la Cadena SER.
Máximo goleador español
Gol a gol, Mayoral ha ido presentando su candidatura a la selección. Lo cierto es que pese a que pocos lo esperaban, su nombre gana fuerza en Las Rozas. Actualmente, es el máximo goleador español de LaLiga, con una diana más que Gerard Moreno y dos más que el nueve titular de España, Álvaro Morata.
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Para Borja, siempre un fijo en las inferiores, sería todo un sueño. “He tenido la suerte de haber jugado en la sub-19 y sub-21, y claro que me encantaría vestir la Roja. Ojalá que llegue”, dijo después del choque ante el Valencia. “Tengo que seguir en esta línea para que al menos se lo piense”, añadió Mayoral, el nueve al que mimó Benzema y que ahora, tras años de intermitencia, acelera a lo grande.