Patricia Benito (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) había pasado “una época de crisis de escritura” antes de dar con Un cuerpo agotado (Aguilar), un tratado de delicadeza y reflexión en el que ahonda, a través de la poesía, en la crudeza del ente físico que conforma a la mujer. “Tenía la sensación de que había contado todo lo que tenía que contar”, indica en una conversación telefónica con Infobae España
La búsqueda de una misma es un tema recurrente en su ficción, casi autobiográfica. Benito, que había sido crupier en un casino, había trabajado en un bingo y también en un hospital, decidió romper con su esquema vital (basado en una rutina clásica que implica hacer malabares entre lo laboral y lo personal). Del ímpetu de renacer de las cenizas de la crucifixión moderna apareció una nueva oportunidad: la poesía.
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Desde Primero de Poeta, su poemario inicial, a la actualidad, Benito ha ido paulatinamente abrazando esos “defectos” que le lastraban y que, ahora, ensalza en su nueva obra. “De repente me daba cuenta de que empezaba a encontrarme bien conmigo misma y con las formas de mi cuerpo”, admite. “Me estoy acostumbrando a hablarme con más cariño”, prueba de ello es que, por primera vez, se ha atrevido a mostrar sus muslos, protagonistas en la portada de Un cuerpo agotado. “Siempre los he estado escondiendo y ya no pienso hacerlo más”, apostilla.
Pese a casi renunciar a todo por el agotamiento generalizado y la falta de inspiración, “me encerré en mi pueblo y empecé a escucharme mucho”. De ese análisis surgió un tratado léxico que encapsula la fatiga vital de odiar nuestro cuerpo, de esas miradas cómplices delante del espejo en las que no hay nada positivo a destacar, del diálogo social y colectivo que exprime la figura femenina como un objeto de deseo y crítica, un vertedero sobre el que posar todo tipo de opiniones. “Estoy en un sitio en el que empiezo a perdonarme y a tratarme bien, pero de repente empieza otra batalla”, dice. “Tengo 40 y pico años, me estoy haciendo mayor, hay descolgamientos y arrugas”, explica sobre los constantes cambios en el cuerpo de la mujer.
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Para Benito, las mujeres están sometidas a un sistema de presiones internas (y externas) que se retroalimentan entre sí. “Que si no eres suficientemente graciosa o inteligente, que si tienes que mostrar en el trabajo que te lo mereces”, una enumeración de problemáticas que se convierten en un “círculo que no para”. “Si un día no eres lo suficientemente profesional, resolutiva o exitosa, no pasa nada. No tenemos que estar siempre en la cima de todo”, indica la escritora. “Eso agota”. La poetisa considera, además, que las redes sociales no han ayudado a la hora de
La guerra que Benito aborda en su obra es la de “querer ser mejores”, pero con un límite que “no nos haga sentir fracasadas”. En este aspecto, abronca a las redes sociales por generar un panorama de pánico con respecto al cuerpo de las mujeres. “¿Cómo puede una niña de 12 años estar pensando esta niña de 12 años en ponerse cremas o retinol para retrasar el envejecimiento?”, se pregunta.
Un cuerpo agotado ha sido un proyecto que ha comenzado a disfrutar recientemente. “Cuando acabas un libro estás muy desgastada porque estás contando tus cosas, no es que le cojas manía, pero sí necesitas darte un tiempo”, insiste. “Ahora empezamos a ser amigos otra vez”, concluye entre risas.