“Mentiría si dijera que vengo no pensando en que puedo ganar. Voy a atacar más que cualquier fin de semana, no me importa que llueva o que no”, afirmaba un ofensivo Alonso nada más pisar el suelo de Montecarlo. El revirado trazado del circuito y la inercia en aquel momento de la temporada con cuatro podios en cinco carreras, impulsaban al AMR23 que ofrecía sus mejores prestaciones sobre asfaltos huérfanos de rectas y predominantes de curvas lentas demandantes de grandes cargas aerodinámicas.
La dificultad para adelantar restaba importancia a la carrera del domingo y convertía la sesión clasificatoria del sábado en más de medio billete al triunfo para quien consiguiese la pole. Alonso, consciente de ello, apuró al máximo los muros y logró marcar el mejor tiempo de la Q3. Con el crono a cero, tan sólo quedaba un piloto por marcar su tiempo: Max Verstappen. El neerlandés no conseguía mejorar los tiempos del asturiano ni el primer ni el segundo sector. El box de Aston Martin se ilusionaba, veían cerca su primera pole. Sin embargo, un tercer parcial descomunal en el que recuperó tres décimas, le restituyó en cabeza. 84 milésimas separaron a Fernando, segundo, del primer cajón de la parrilla.
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Siete meses, un ‘Mad’ Max que esta temporada se ha paseado por los circuitos, recuerda aquella batalla por las calles del Principado. “En la última curva, antes de iniciar el último sector, sentí que iba más rápido que en las otras ocasiones, pero sabía que no sería suficiente. Era o hacer la pole o estrellarme contra el muro. Toqué varios muros y los besé un poquito, pero fue un sector precioso”, explica Max, que revela a la televisión de su país que “cuando salí el coche y me quité el caso, seguía temblando”.
El error en la estrategia frenó a Alonso
El piloto español y Aston Martin dejaron escapar las pocas opciones de victoria tras realizar dos pit stop en dos vueltas. El primero, ya con la lluvia mojando el asfalto de Mónaco, para cambiar de duros a medios; el segundo para montar intermedios y solucionar el error en la elección de los neumáticos de la primera parada. En ese momento se desvanecieron las oportunidades de apretar a Verstappen que en una sola parada hizo lo que Alonso, y la mayoría de los pilotos, resolvieron en dos. A partir de ahí, Max tuvo el horizonte y la espalda despejada para gestionar las ruedas y llegar sin problemas hasta el final de la carrera.
Alonso y Aston Martin decidieron desmarcarse de Red Bull y llevar a cabo un plan diferente al de Verstappen. Iniciaron la carrera con neumáticos duros para alargar la parada lo máximo posible a la espera de lo que pudiera suceder en Mónaco, que es mucho. En la salida todo salió según vaticinó Fernando tras la sesión de clasificación. “No tenemos en mente atacar en la primera curva”. Y así fue. Ocon apretó a Alonso en la arrancada, pero el español, pese a rozar los muros, aguantó la posición.
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La idea inicial de Fernando funcionó. Se mantuvo a una distancia prudencial de Verstappen y gestionó sus neumáticos para estirar todavía más la parada. El de Red Bull, mientras tanto, con gomas más blandas que Alonso, centraba sus esfuerzos en no degradar las ruedas y poder retrasar su paso por boxes. Bajo esa tensa tranquilidad convivieron ambos pilotos hasta que la lluvia hizo acto de presencia. Aston Martin no anticipó su llegada y cometió el gran error. Le montó a Fernando neumáticos medios cuando el asfalto de Montecarlo, resbaladizo, ya reclamaba intermedios. Conscientes de su fallo, tuvieron que realizar otra parada solucionar el error. El segundo puesto no corría peligro porque Ocon estaba lejísimos, a más de 20 segundos, pero se esfumaron de golpe las opciones de triunfo.