Una traca final de 10 minutos que incluye la interpretación de Ave María, Bulería y Corazón Latino es un viaje nostálgico al sonido que los diversos discos de Caribe Mix que marcaron nuestra infancia, o adolescencia, imprimían en los altavoces de los coches. Los rizos de David Bisbal siguen intactos y la energía con la que es capaz de hacer todo tipo de saltos sin dañarse las rodillas es una característica poco mundana.
El cantante almeriense cerraba su Me siento vivo tour en España con un último concierto en el WiZink Center, una gira con la que viajará a Latinoamérica en febrero de 2024. En el recinto madrileño no había espacio para más millennials incapaces de conectar con las nuevas generaciones de concursantes de Operación Triunfo. La pista estaba casi tan compacta como una masa de galletas recién amasada. Es difícil no caer en el cliché narrativo, pero no cabía ni un alfiler. El público estaba especialmente receptivo, ya sea porque el festivo permitió ingerir alguna que otra cerveza de más o porque Bisbal tiene esa capacidad innata de causar un quejío de buen humor colectivo.
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Los móviles no son protagonistas en un espectáculo musical en el que, por temas generacionales, no hay ansia por grabar cada canción y cada gesto del artista que está en el escenario. “Me parece maravilloso que, después de 20 años, sigamos aquí”, declaraba Bisbal a su entregado público. “Gracias por el cariño”, añadía. “No sé cuántos conciertos hemos hecho”, indica sobre la capital, un refugio artístico para el almeriense en el que espacios como Las Ventas o el propio WiZink han sido testigos de su porvenir.
El día previo a su concierto, otra participante del concurso musical en el que Bisbal se dio a conocer se movía por las casillas del altar ubicado en Goya. Aitana, la artista femenina española que más entradas vende en nuestro país, llenó su tercer WiZink Center en un mes y anunció su concierto más ambicioso hasta la fecha: un alpha tour en el Santiago Bernabéu el próximo 28 de diciembre de 2024. Ambos son dos generaciones distintas de un mismo fenómeno y los dos representan el éxito que nace de un lugar inocuo que representa el esfuerzo y la pasión. El talent, que ha regresado recientemente de la mano de Prime Video, es un Juego del Calamar en el que pocos han conseguido tener una carrera de éxito tras pisar la academia.
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Bisbal no sólo ha demostrado este miércoles que el tiempo es una unidad de medida que no se ajusta a sus estándares, también que su carrera está más que cimentada en la industria. Su voz rumbera, su potencia vocal y los hits que marcaron un antes y un después tras aparecer en el SingStar Party (el videojuego con micrófonos para la PlayStation que se convirtió en la pesadilla de todos los padres) no muestran signos de envejecimiento.