Tras la Apertura Solemne de la XV Legislatura en el Congreso, la vida política nacional entra en la pantalla de la normalidad. La legislatura echa a andar oficialmente con muchas incógnitas ante la complejidad de la mayoría parlamentaria que mantiene al Gobierno. Una de las principales aristas son los dos bloques ideológicos que pondrán a prueba el carácter político de la legislatura en la Cámara Baja.
El Gobierno de coalición progresista tendrá que equilibrar la balanza para meter en el mismo saco a dos bloques que, aunque unidos por el sentimiento nacionalista, están distanciados ideológicamente: PNV-Junts y ERC-EH Bildu. La proximidad de las elecciones en el País Vasco (el primer semestre de 2024) y Cataluña (primer trimestre de 2025) amenaza con ampliar la brecha que les separa.
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Al tándem progresista engrasado en la pasada legislatura que forman los republicanos y la coalición abertzale se ha sumado la pinza conservadora de los nacionalistas vascos e independentistas catalanes. Estos últimos se han dado prisa para cerrar las heridas que todavía coleaban de la etapa del procés y redefinir la nueva entente en el Congreso.
Historia de una ruptura y una reconciliación
La historia de los jeltzales y posconvergentes sufrió un revés a partir de 2017, cuando Carles Puigdemont traicionó al todavía lehendakari Iñigo Urkullu, quien mediaba entre el Govern catalán y el Ejecutivo de Mariano Rajoy para evitar la aplicación del 155. La Declaración Unilateral de Independencia (DUI) desautorizó al mandatario vasco en su papel de mediador y provocó una quiebra de la confianza que más tarde acabó en una ruptura de las relaciones.
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En 2019, Urkullu declaró como testigo ante el Tribunal Supremo en el juicio del procés, y señaló que Puigdemont no convocó elecciones en 2017 (en lugar de su huida hacia delante con la DUI) porque este le confesó que “las personas que estaban manifestándose en la plaza Sant Jaume se les estaba rebelando y también tenía presión desde su grupo”.
Sus palabras fueron replicadas desde Waterloo, donde se trasladó el expresidente de la Generalitat para huir de la Justicia. El líder de Junts arremetió contra Urkullu, redujo su papel de mediador, y le acusó de ocultar “la integridad de las negociaciones”: “Sabrá que al único acuerdo que yo estaba dispuesto a llegar era convocar elecciones si había garantías explícitas de que no se aplicaría el 155, si se retiraba la Policía enviada extraordinariamente a Cataluña para dar miedo, si se levantaba la intervención de las finanzas de la Generalitat y si se paraba la represión”, unas condiciones que “no se daban”.
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Esta ruptura de las relaciones, también trasladada al Congreso, se volvió a engrasar recientemente. En este punto, el “complejo panorama político” que dejó el 23-J motivó a PNV y Junts a “estrechar” lazos. A mediados de septiembre, antes de las negociaciones formales para la investidura de Pedro Sánchez, ambas formaciones movieron ficha al ser conscientes su “papel clave”.
El presidente del Euzkadi Buru Batzar, Antoni Ortuzar, viajó hasta en dos ocasiones a Bélgica para reunirse con el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont durante las negociaciones con el PSOE para la investidura. Más allá de los “contactos periódicos” que ambos aseguran mantener desde hace tiempo, estos encuentros pusieron la primera piedra formal de su alianza en esta legislatura.
Antes de la puesta en marcha del nuevo periodo legislativo, los dirigentes de ambas fuerzas sellaron su relación en un nuevo encuentro en Sabin Etxea (Bilbao). Andoni Ortuzar recibió por primera vez en la sede central del PNV al secretario general de Junts per Catalunya, Jordi Turull. Entre otros, también participaron los portavoces de ambas formaciones en el Congreso, Aitor Esteban y Míriam Nogueras.
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Este encuentro coincidió con la noticia de que Euzkadi Buru Batzar (EBB), la ejecutiva jeltzale, comunicaría a Urkullu que no repetirá como candidato a lehendakari. Este asunto corresponde a “una sucesión en la cadena” de cara a afrontar dos o tres legislaturas con la propuesta del diputado foral Imanol Pradales como candidato a lehendakari, según apuntó Ortuzar para despejar las acusaciones de que el partido ha querido prescindir de Urkullu por los nuevos puentes estrechados con los de Puigdemont.
25 votos en total
PNV y Junts acordaron coordinarse en el Congreso para garantizar el “cumplimiento” de los acuerdos “de alto contenido político” alcanzados con el PSOE. “La aritmética parlamentaria resultante de las elecciones generales del 23-J ha deparado que el voto de las diputadas y de los diputados de PNV y de Junts sea necesario e imprescindible para la aprobación de leyes, presupuestos y todo tipo de iniciativas gubernamentales y parlamentarias”, avisaron en una nota conjunta.
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Esta alianza pone en guardia a ERC y EH Bildu. Ambas formaciones aseguran que la necesidad de los votos de la coalición conservadora puede hacer peligrar la dirección política de las futuras medidas del Ejecutivo progresista. De hecho, Turull ya adelantó que el programa de PSOE y Sumar “no vincula” a su partido y al PNV. “Pedro Sánchez va a tener que bascular hacia la izquierda en todas las iniciativas. La suma de las formaciones de izquierdas es mayor que las fuerzas conservadoras. Y quien se oponga a avances sociales tendrá que retratarse”, apeló la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua.
La mayoría progresista que protagonizó el pasado periodo legislativo y dio aire al actual Gobierno de coalición en funciones de PSOE y Unidas Podemos (este espacio se ha articulado ahora en Sumar) vira hacia la denominada “mayoría plurinacional”, en la que la suma de los dos bloques (25 votos en total) será imprescindible para todas y cada una de las normas que se planteen en el Congreso. La pugna entre ambos hará inclinar la balanza hacia la izquierda o la derecha.