Iris nunca entenderá por qué sus padres decidieron adoptarla. De su infancia en casa solo tiene malos recuerdos. Los golpes, los insultos y las burlas eran habituales y, a medida que iba creciendo, la situación empeoraba. Aunque nació como varón, siempre se sintió mujer y a los 15 años decidió salir del armario como una persona trans, pero solo pudo contárselo a su abuela y a sus tíos, porque tenía miedo de que sus padres le hicieran más daño. En 2021, con 20 años, Iris decidió decir basta a las amenazas, los golpes y los desprecios y se marchó de casa.
Como era muy joven y no tenía trabajo, cuenta a Infobae España, no le quedó más remedio que pasar varios meses durmiendo en casas de diferentes amigos. Después recurrió a la organización Transexualia, donde, asegura, la ayudaron mucho al ofrecerle su primer empleo como informática y, por el momento, ahí sigue trabajando, al tiempo que estudia un grado en la universidad. “Mis padres siempre me maltrataron y no quiero saber nada de ellos. Solo quería irme de casa”, relata esta joven de 23 años, que de hecho se refiere a ellos como “expadres”. Iris logró dejar atrás su vida en Navalcarnero para trasladarse a Madrid y empezar de cero, pero “obviamente no fue fácil”.
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No todas las personas transexuales han pasado por una situación de abuso como la de Iris, pero muchas sí se han visto afectadas por el abandono temprano del hogar por expulsión, lo cual influye directamente en su formación y su trayectoria laboral, tal y como refleja el informe Estado socioeconómico LGTBI+, elaborado por 40dB y presentado esta semana por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+). La encuesta, realizada a través de 800 entrevistas, muestra los primeros datos reales sobre la incidencia del sinhogarismo en España en la población LGTBI+, de forma que un 13,3% tuvo que irse a vivir con amigos o parientes temporalmente a lo largo de su vida y un 9,3% tuvo que vivir en un lugar no adecuado como casa, mientras que un 2,3% se vio obligado a dormir en la calle.
“Solo el hecho de romper con tu familia y empezar de cero dificulta mucho las cosas”, si bien las personas LGTBI también se ven afectadas por la discriminación “de entrada a las empresas y dentro de las mismas, ya que al no poder visibilizarse, perjudica al crecimiento salarial”, explica el secretario de FELGTBI+, Ignacio Paredero.
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El informe también arroja otros datos importantes sobre los ingresos del colectivo, pues en las familias LGTBI+ la renta media neta por hogar es de 26.076 euros anuales frente a los 32.216 de la población general, lo que supone un 20% menos de ingresos. En esa menor renta que reciben no solo influye “el abandono temprano del hogar por expulsión, sino que también afecta la discriminación “de entrada a las empresas y dentro de las mismas, ya que al no poder visibilizarse, perjudica al crecimiento salarial”, añade Paredero.
Además, añade el informe, dentro el colectivo también abunda la inestabilidad laboral. Solo el 72% de la población LGTBI+ son personas asalariadas por cuenta ajena, trece puntos menos que la población general, por lo que muchas más personas del colectivo en comparación con la población general son autónomas. “Ante las mayores dificultades para encontrar trabajo por cuenta ajena y la dificultad de visibilizarse en el ámbito empresarial, el colectivo LGTBI+ recurre más al autoempleo”, indica Paredero. Por ello, desde la organización reclaman la implementación de una ley estatal LGTBI+ en materia de empleo.
Nivel formativo
El informe también arroja otros datos relevantes en cuanto al nivel formativo de la población LGTBI+, de forma que muestra un bajo porcentaje de estudios en la primera etapa de educación secundaria, un 7,6% frente al 28,6% de la población general, lo cual refleja que “el abandono escolar en el colectivo se produce antes” que en el resto.
Sin embargo, el estudio también indica que las personas LGTBI+ tienen un nivel de estudios más alto que la población general tanto en la segunda etapa de educación secundaria -un 18% frente a un 14%-, como en educación superior, donde el porcentaje alcanza el 37% en comparación con un 32% de la población general. En ese sentido, la FELGTBI+ asegura que aún es pronto para saber con certeza a qué se debe ese mayor porcentaje de personas del colectivo en educación superior, aunque seguramente influye el hecho de que el ámbito universitario es “menos hostil” y no se da el acoso que existe en niveles educativos previos.
Salir del armario
El informe también refleja que un 55,1% de las personas encuestadas se identifican como bisexuales, un 19,6% como gais, un 8,1% como lesbianas, un 8,1% como no binaries, un 6,3% como asexuales y un 3% como trans.
En cuanto a la edad media en la que la población LGTBI+ se hizo visible se sitúa en los 20 años. Desde la FELGTBI+ lo consideran un dato “muy positivo que está mejorando”, ya que los jóvenes salen más pronto del armario que los mayores “y va a ir mejorando a futuro”, dice Paredero. No obstante, el estudio también indica que aún un 25% aún no ha salido del armario respecto a su orientación sexual o su identidad de género.
Por otro lado, el grupo donde más porcentaje de población LGTBI+ se concentra son los tramos de edad comprendidos entre los 18 y los 44 años, con un peso específico notable entre 18 a 24 años. Esto se debe, según el estudio, a que las generaciones más jóvenes “pueden expresar con mayor libertad su orientación sexual”, lo que les permite identificarse con orientaciones sexuales no heterosexuales con mayor facilidad.
Mercado de trabajo
El informe Estado socioeconómico LGTBI+ también señala que un 68,8% de las personas LGTBI+ mayores de 18 años trabajan, un 12,4% son estudiantes, un 9,3% se encuentra en situación de desempleo y un 5,6% de personas pensionistas.
Aquí el contraste con la población general también es significativo, pues hay más población LGTBI+ trabajando, debido a que, en general, se trata de personas más jóvenes. Por ese mismo motivo, entre la población general hay más pensionistas que en la LGTBI+, 20 puntos de diferencia, y ocho puntos menos de estudiantes.
El porcentaje de personas en situación de desempleo es prácticamente idéntico y “hay un punto más de población que ejerce el trabajo del hogar no remunerado entre la población general que entre la LGTBI”, añade el estudio.
Aunque a partir del próximo mes de febrero será obligatorio que las empresas de más de 50 trabajadores cuenten con planes de igualdad y con protocolos contra el acoso y la violencia por LGTBIfobia, tal y como recoge la denominada ley trans que entró en vigor en marzo pasado, desde la FELGTBI+ insisten en que también es importante que “las empresas combatan el odio en sus espacios laborales y trabajen sus planes de igualdad LGTBI+”.