Quien piense que el boxeo es peligroso, violento o hiriente, que hable con Laura Barceló. Sus experiencias en este deporte le han servido para ganar confianza, tanto dentro como fuera del ring, y llegar a donde está hoy en día. “No dejamos de estar encima de un ring dándonos golpes, pero los boxeadores tenemos mucho respeto siempre hacia al rival, arriba y abajo del ring”, explica Laura, una de las mayores promesas del boxeo femenino español.
Cuando Laura boxea, una expresión de seriedad, de concentración, se apodera de su rostro. Sin embargo, de vez en cuando, dentro del cuadrilátero, se le van escapando sonrisas. “El día que Laura me diga que no quiere boxear más, el día que deje de ser feliz haciendo lo que hace, lo dejamos. Para mí lo más importante es que disfrute”, suelta Adrián, padre y entrenador de Laura, mientras observa, con orgullo, entrenar a su hija.
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En el madrileño barrio de Argüelles, una de las zonas más efervescentes de la capital, rodeado de tiendas, bares y restaurantes, se encuentra el emblemático Club Deportivo José Valenciano. Su especialidad: el boxeo, aunque allí se practican todo tipo de artes marciales. De la mano de José Valenciano, fundador de este gimnasio, entrenó Soraya Sánchez, la segunda mujer española en proclamarse campeona de Europa y que, además, formó parte del primer equipo nacional que salió a disputar un torneo internacional. En ese mismo gimnasio abierto en 1985, aunque en ubicación distinta, espera Laura Barceló. Con 19 años recién cumplidos ya es bicampeona de España en su categoría, además de haber logrado dos platas y un bronce en campeonatos europeos.
Originaria de Castilla-La Mancha, Laura empezó a boxear cuando era una niña en el gimnasio que abrieron sus padres. A los 12 años fue a un PTND –un Plan de Tecnificación Nacional Deportiva–que hizo Rafael Lozano, seleccionador de España. Al acabar, mandaron a los niños a casa, pero para Laura fue distinto. “Fui y, al acabar el entrenamiento, Rafa llamó a mi padre, que es mi entrenador, y le dijo que quería que empezara a entrenar con ellos en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid”. Cuando Laura entró en el equipo nacional, hicieron un grupo de 10 chicos Schoolboys en el que ella era la única chica. “Las concentraciones que hacían eran para planificar y prepararnos para Los Ángeles 2028. Para mí sería un orgullo llegar a las olimpiadas”.
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La única “pantera rosa”, aunque no dejó que fuera un obstáculo
La bonita o La pantera rosa fueron los motes que en sus inicios acuñaron para Laura, la única niña entre chicos, un hecho que evidencia el dominio masculino en este deporte. “Al principio, mi primer sparring, mi primer contacto, con alguien en frente, era con los chicos. A veces se notaba la diferencia y me era un poco difícil”, asegura Laura. No obstante, ser chica nunca ha sido un obstáculo para ella o, más bien, la propia Laura nunca ha dejado que supusiera ninguna barrera.
Habla de Katie Taylor, una boxeadora irlandesa que ha destacado tanto a nivel amateur como a nivel profesional, pero afirma que sus referentes son “las chicas que están ahora en la selección española, como Laura Fuertes, que está clasificada para las olimpiadas de París”, a quien admira no solo como boxeadora sino como persona.
Atrás quedaron ya los días en que las mujeres se enfrentaban a restricciones, e incluso prohibiciones, para participar en competiciones. Aun así, hay barreras por derribar. “En el boxeo aún hay mucho machismo. Aunque cada vez las chicas estamos avanzando más, todavía queda mucho por hacer”, afirma Laura. No hay que olvidar que no fue hasta 2006, tan solo 17 años atrás, cuando en España se celebraron los primeros combates de boxeo femenino amateur y que este deporte no fue olímpico en categoría femenina hasta los Juegos celebrados en Londres en 2012.
“El día que Laura no sea feliz boxeando, lo dejamos”
Entrenando seis días a la semana, algunos con doble sesión por la mañana y por la tarde, Laura se ha sacado el bachillerato, el carné de coche, títulos de inglés y ha aprobado la selectividad para empezar la carrera de nutrición, que actualmente combina con entrenamientos y competiciones. En tiempos donde los jóvenes están volcados al TikTok, en las fiestas, las tendencias o las modas, sorprende ver a una chica de 19 años con ideas tan claras y firmes.
Y es que en pleno apogeo de su juventud, Laura escoge el gimnasio a las discotecas y los entrenos a las fiestas. Teniendo un futuro casi asegurado en el mundo del boxeo, decide no abandonar sus estudios, tener un plan B. Porque, aunque suena segura y convencida, el camino no ha sido fácil. Ambición, disciplina y responsabilidad destilan de las palabras de esta joven boxeadora. Y felicidad, el único requisito que su padre y entrenador le pide para seguir: “El día que Laura no sea feliz boxeando, lo dejamos”, repite. Un deporte como forma de vida y un sueño en el horizonte: ser olímpica en 2028.