“Cuando estás tan expuesta, intentas no escuchar ni leer los pronósticos, porque es una situación muy delicada, no te quieres hacer ilusiones”, contaba Estibaliz Urresola en la sede de la Academia de Cine tras conocer que 20.000 especies de abejas había sido la más nominada del año (opta a 15 galardones en los Premios Goya), por encima de favoritas como La sociedad de la nieve, de J.A. Bayona, o Cerrar los ojos, el regreso de Víctor Erice. “No hacemos las películas para ganar premios, sino con otra vocación, pero no puedes evitar sentirte ilusionada, aunque como autora, es importante mantenerse al margen de todo esto y tener los pies en la tierra”, añadía.
La opera prima de Urresola narra la historia de Cocó, una niña que inicia una transformación en solitario hasta que consigue el respaldo de su familia, un relato que va al paso de los tiempos después de la aprobación de la ‘ley trans’ elaborada por el Ministerio de Igualdad. La cinta ha sido una de las grandes revelaciones del año tras su paso por el Festival de Málaga (donde consiguió la Biznaga de Oro y el premio a la ‘Mejor interpretación femenina de reparto’ para Patricia López Arnáiz) y por la Berlinale, donde su actriz protagonista, Sofía Otero, se alzó con el premio de ‘Mejor actriz’ con tan solo nueve años. El largometraje también estuvo en la carrera para representar a España en la próxima edición de los Oscars, un honor que finalmente cayó sobre los hombros de La sociedad de la nieve.
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‘Mejor película’, ‘Mejor dirección novel’, ‘Mejor guion original’, ‘Mejor actriz protagonista’ para Patricia López Arnaiz, ‘Mejor actor de reparto’ para Martxelo Rubio, ‘Mejor actriz de reparto’ para Ane Gabarain e Itziar Lazkano, ‘Mejor dirección de producción’, ‘Mejor dirección de fotografía’ para Gina Ferrer García, ‘Mejor montaje’ para Raúl Barreras, ‘Mejor dirección de arte’ para Izaskun Urkijo, ‘Mejor diseño de vestuario’ para Nerea Torrijos, ‘Mejor maquillaje y peluquería’ para Ainhoa Eskisabel y Jone Gabarain, ‘Mejor sonido’ para Eva Valiño, Koldo Corella y Xanti Salvador y ‘Mejores efectos especiales’. Estas han sido las 15 nominaciones que la cinta de Urresola ha recibido en los Premios Goya 2024, que se celebrarán el próximo 10 de febrero en Valladolid.
La película, que se estrenó en las salas de cine españolas el pasado 21 de abril, se puede ver gratis en el catálogo de Movistar Plus+. Los que quieran hacer un maratón de cara a la próxima gala podrán disfrutar de esta especial película en dicha plataforma. Sin embargo, Filmin, Apple TV+, Rakuten TV, Google Play y Prime Video también la tienen disponible en alquiler.
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Sensibilidad femenina
En 20.000 especies de abejas, Sofía Otero interpreta a Cocó, que no se identifica con el sexo con el que nació, pero no sabe cómo expresarlo a sus familiares. Su madre Ane (Patricia López Arnaiz) está en pleno proceso de separación y quiere retomar la faceta artística que abandonó en su juventud, por eso se trasladará a la casa de su infancia, en el entorno rural vasco, para tomar distancia. Cocó inicia, mientras, un paulatino proceso de reivindicación de su propia identidad.
En una entrevista con Infobae España, la directora de la cinta declaraba que no sabía cómo el público español iba a acercarse a la cinta, pero esperaba que fuese desde la comprensión “y sin prejuicios”, pues para ella la película era “una oportunidad de crear un espacio de reflexión sobre el tema”. Urresola conforma este tratado sobre la identidad a raíz de una noticia que, afirma, le impresionó mucho: la de un niño trans que se quitó la vida y que escribió una carta en la que declaraba que su decisión fue para facilitarle el camino a los que vinieran después.
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“Me conmovió profundamente, así que me acerqué a una de las asociaciones de menores, al principio tan solo con la intención de escuchar y aprender de los diferentes casos y realidades. La primera pregunta que me vino a la cabeza fue: ¿Cómo pueden saber que no se identifican con su género de nacimiento desde tan pequeños, incluso con tres años? Y, sin embargo, todos ellos lo expresaban con total rotundidad. Finalmente llegué a la conclusión de que, en realidad, el tránsito no lo emprendían ellos, sino la gente a su alrededor. Los niños y niñas trans siempre habían tenido clara su identidad, pero era la mirada ‘de los otros’ la que tenía que cambiar”, contó la directora a este medio.