Roberto Saviano tenía 27 años cuando publicó Gomorra, en la que se sumergió en el mundo de la Camorra a través de los diferentes estatus de poder dentro de la organización. Fue un rotundo éxito que le catapultó a la fama, pero, al mismo tiempo, le condenó a vivir bajo protección policial desde entonces por las amenazas constantes hacia su persona.
Sin embargo, el periodista y escritor no se amilana y vuelve a la carga, en esta ocasión para reivindicar la figura de Giovanni Falcone, el mítico juez que intentó desmantelar la Cosa Nostra y terminó asesinado en 1992 por orden del capo Salvatore Riina.
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La valentía de Falcone frente al sistema corrupto
Su tributo viene en forma de novela, Los valientes están solos (Anagrama), en la que, como suele ser habitual en él, mezcla la crónica periodística con todo lujo de detalles y lo filtra a través de la ficción.
“Para escribir estas páginas me he tenido que enfrentar a uno de los grandes retos de mi carrera, cómo poder explicar a través de la literatura a la mente más brillante y al hombre más valiente que luchó contra el crimen organizado en mi país. Convertirlo en novela me permitía adentrarme en sentimientos, emociones, reconstruir diálogos, apoyándome siempre en la bibliografía (más de 60 páginas) porque todo lo que se cuenta aquí es real, no hay nada arbitrario, todo está basado en pruebas e indicios”, cuenta Roberto Saviano en una rueda de prensa para los medios españoles.
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Para el escritor, Falcone fue un hombre sistemáticamente derrotado y perseguido que solo fue exaltado en el momento de su muerte. “Solo después de haber sido asesinado llegaron los elogios, cuando estaba vivo todo era envidia, desprecio, sospechas”.
Sin embargo, hubo un antes y un después tras este acontecimiento, se endureció la brigada antimafia y los clanes tuvieron que cambiar su estrategia, que hasta el momento había estado basada en el derramamiento de sangre indiscriminado.
“Italia es un país con vocación mafiosa, profundamente contaminado desde sus cimientos. Puede que se luche contra la corrupción, pero es algo sistémico y esa cultura continúa siendo hegemónica. Los clanes pueden ser derrotados, pero se renuevan cíclicamente, así que nunca se sabe en qué punto nos encontramos”, continúa. “Lo que hizo Falcone es demostrar que el crimen organizado es capitalismo criminal. No son bandas de ladrones o asesinos, es una organización económica, moral y militar”
Los valientes están solos cuenta la vida de Falcone entre dos momentos clave que corresponden a dos explosiones: la que casi mata a Riina mientras su familia manipulaba una de las bombas que los americanos habían dejado en Sicilia tras el desembarco y la que terminó por acabar con su vida y la de su esposa mientras iban de camino a Palermo.
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“Falcone amaba Italia, pero precisamente por eso, también la criticaba. Quería liberarla y transformarla. Esas son también palabras de Paolo Borsellino, su colaborador, que también fue asesinado poco después. Pero cuando te atreves a poner sobre la mesa algunas verdades, te consideran un difamador, un mierda y mucho más peligroso que los verdaderos asesinos. Parece que solo se pueda decir, qué bonita Italia, qué bien el Papa, qué buena está la pizza, tiene las mejores obras de arte del mundo. Pero lo cierto es que vivimos en una dictadura compleja, una dictadura mafiosa”.
¿Qué le diría a ese joven escritor que publicó Gomorra antes de cumplir los treinta años y le condenó de por vida a esconderse? “Le diría que no lo hiciera de ninguna forma, porque es una batalla que desgasta para siempre. Hoy tengo 44 años y he acabado bajo protección en esta vida absurda. A ese muchacho le diría que lo hiciera de otra manera. No reniego de mi trabajo, lo defiendo, pero la forma en la que lo hice me destruyó”.
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En cualquier caso, el escritor sigue luchando contra el sistema. El pasado octubre fue condenado con una sanción de 1.000 euros por difamar a la primera ministra, Giorgia Meloni, del partido de ultraderecha Hermanos de Italia, por llamarla ‘bastarda’ en un programa de televisión a consecuencia de su política antiinmigración.