“Los dos carriles”, la estrategia del PP para evitar a Vox a nivel nacional sin hacer peligrar sus gobiernos de coalición

La relación entre los dos partidos no pasa por su mejor momento, y menos después de que Javier Ortega Smith haya llamado “gallinas” a los populares por su oposición a la amnistía

El lider del PP, Alberto Núñez Feijóo y el líder de VOX, Santiago Abascal (Eduardo Parra / Europa Press)

La relación entre el PP y Vox siempre ha sido complicada, pero, hasta el 28 de mayo, Alberto Núñez Feijóo al menos tenía vía libre para distanciarse de los de Santiago Abascal cuando fuese necesario. Todo cambió con las elecciones autonómicas y municipales, donde los populares se hicieron con buena parte del poder territorial, aunque, para ello, tuvieron que pactar centenares de gobiernos de coalición municipales y otros cinco autonómicos.

A partir de ahí se fraguó una relación de altibajos debido a la negociación de esos Ejecutivos: ardua y compleja en muchos casos, como en Extremadura, Comunidad Valenciana o Murcia. Tras la investidura de Pedro Sánchez, Feijóo asumió la oposición y reestructuró su equipo: Génova asume ahora la “institucionalidad” y el Congreso de los Diputados la confrontación con el Gobierno, con Miguel Tellado al frente de la Portavocía, y con la amnistía como hilo conductor de su oposición.

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Con todo, la reestructuración del partido no desplanta de sus escaños y de sus consejerías a Vox, que intercede siempre que puede en los propósitos de Feijóo. Abascal le acusa de no ser vehemente en sus posicionamientos contra la amnistía, que a su juicio pasan por alentar las manifestaciones en Ferraz y abrir un conflicto institucional en el Senado con la mayoría absoluta que logró en las generales. El líder de la extrema derecha se queja abiertamente del rechazo de los populares de una estrategia conjunta contra Pedro Sánchez y les acusa de “blanquear” a los autores del “golpe” a la Constitución.

Los insultos recrudecen la relación

Las relaciones entre ambos partidos no pasan por su mejor momento, y más después de las declaraciones de Javier Ortega-Smith, acusando a los miembros del partido de “gallinas ponedoras” y exigiéndoles que se convirtiesen en “gallos”. “Aunque pongan huevos, no los tienen”, lanzó el portavoz en el Ayuntamiento de la capital, después de no conseguir el del PP para reprobar a Pedro Sánchez en el Pleno de Cibeles. Los de Feijóo critican con dureza estas declaraciones, que consideran una “apelación a la testosterona” con esas palabras sobre los “huevos”. “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”, replica un miembro de la Dirección Nacional del partido.

El líder de VOX, Santiago Abascal (Eduardo Parra / Europa Press)

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Sin embargo, distintas fuentes del partido coinciden en que Vox no es un problema para ellos “en este momento”. “La línea política la marca el PP, y no nos da miedo la relación con Vox”, sentencia otra fuente. Se refiere a la repercusión que puede tener este enfrentamiento abierto en los gobiernos de coalición a lo largo y ancho del territorio. “Marcaremos una posición de diferencia y de distancia con Vox cuando sea necesario”, valoran desde las filas de Feijóo.

“Hay dos carriles: la gestión autonómica y municipal y la posición nacional”, concluyen. Esa es la estrategia del PP para equilibrar sus relaciones con la extrema derecha, a la que Feijóo lanzó un mensaje bastante contundente desde la sede de Génova: “Fracasarán aquellos que intenten comprometer y enseñar la oposición que hemos de hacer. Desde luego, la posición del primer partido no se puede decidir en otros partidos”, dijo Feijóo para delinear así el primero de los carriles: el de la posición nacional. Allí, el PP hará caso omiso a las “recomendaciones” de oposición que lancen los de Abascal. No les secundarán en Ferraz, ni en su plan para el Senado. Seguirán su propia estrategia contra la amnistía sin aliarse con Vox.

El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, durante una concentración en contra de la amnistía, frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz (Ricardo Rubio - Europa Press)

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Otro asunto es la política territorial. Allí, el PP y Vox comparten cinco gobiernos autonómicos: Castilla y León, Extremadura, Comunidad Valenciana, Aragón y Murcia; además de centenares de ayuntamientos. Mientras que en Extremadura las relaciones son más tensas, con amenazas de romper la coalición por desavenencias en el Gobierno, en otras comunidades, como la valenciana, los dos partidos van de la mano para romper con las políticas lingüísticas, firman acuerdos de recortes a los sindicatos en Castilla y León, o meten mano a la radiotelevisión pública en Aragón.

Es la estrategia de los dos carriles: insultos y distancia a la ida y sintonía y acuerdos a la vuelta.

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