Sani Ladan, escritor camerunés: “Lo que sucede en las fronteras de Europa se llama necropolítica y los africanos también tenemos derecho a emigrar”

El también activista denuncia la violencia en las fronteras y el racismo estructural, al tiempo que reclama la creación de vías legales y seguras para que los migrantes no arriesguen su vida en su travesía hacia Europa

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Sani Ladan, activista y escritor
Sani Ladan, activista y escritor camerunés, durante la presentación del informe 'Vulneración de derechos humanos en la Frontera Sur del Estado español 2021-2022'. (Borja Lozano / Irídia)

Sani Ladan decidió dejar su Camerún natal con tan solo 15 años para buscar mejores oportunidades. Soñaba con convertirse en periodista y para ello debía formarse, por lo que decidió intentarlo en la vecina Nigeria, pero no tuvo mucha suerte. Fue entonces cuando emprendió un largo viaje que le llevaría –sin saberlo y sin haber avisado a su familia– por Níger, Argelia y Marruecos hasta pisar suelo español dos años más tarde. Aunque su periplo fue tan complicado como el de otros muchos migrantes, sus razones para marcharse nada tenían que ver con las de la mayoría, que huyen de conflictos armados, de la pobreza extrema o situaciones de violencia. Ladan se crio en el seno de una familia con recursos económicos y simplemente dejó su hogar porque quería estudiar y formarse, pero como migrante africano no podía hacerlo a través de una vía legal y segura y se vio obligado a arriesgar su vida.

“Se tiene la idea de que para que un africano tenga derecho a emigrar tiene que venir huyendo de todo tipo de miseria. Pero es que los africanos también sueñan, aunque parezca obvio decirlo, y muchas veces no nos dan ni siquiera el derecho a soñar, por eso apelamos a ese derecho a la libre circulación”, dice a Infobae España este joven de 28 años que finalmente descartó el periodismo y se graduó en Relaciones Internacionales con especialidad en política exterior y seguridad, además de convertirse en escritor y activista antirracista de referencia. El derecho a la movilidad, añade, “no solo lo debería tener una parte de la población mundial”.

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Ya han pasado más de 10 años desde que Ladan llegó a España nadando por la playa de El Tarajal, en Ceuta, el mismo sitio, recuerda ahora, donde en 2014 murieron 15 migrantes subsaharianos cuando intentaban alcanzar la costa. Antes habían intentado saltar la valla en la parte de Marruecos junto a otros migrantes y, una vez en el agua, los agentes utilizaron material antidisturbios como pelotas de goma y botes de humo para evitar su entrada, tal y como reconocieron los guardias civiles que después fueron citados a declarar en este caso. Y esta, lamenta, no ha sido la única tragedia de similares características en España, pues en junio de 2022, en otro intento de salto a la valla de Melilla, murieron al menos 37 migrantes y desaparecieron decenas de personas. Ambos casos, además, han sido archivados sin condena.

El escritor, que participó esta semana en la presentación del informe Vulneración de derechos humanos en la Frontera Sur del Estado español 2021-2022 elaborado por las organizaciones Irídia y Novact, habla sin tapujos y asegura que Europa en materia migratoria aplica “una política de muerte, la necropolítica”, porque a través de ella “las cifras de fallecidos en las fronteras no dejan de aumentar”. “No es una política migratoria pensada desde lo humanitario, porque hay personas que mueren en las puertas de Europa, las mismas a las que históricamente les han dicho que no son sujetos de derecho”.

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Las organizaciones Irídia y Novact
Las organizaciones Irídia y Novact coordinaron el informe sobre vulneración de derechos de las personas migrantes. (Borja Lozano / Irídia)

“Responde a una lógica racista”

España y Europa, señala el activista, deberían establecer vías legales y seguras para que las personas migrantes y refugiadas no se jueguen la vida en viajes peligrosos, como ocurre actualmente con los miles de personas que están llegando a las islas Canarias a bordo de embarcaciones precarias y, sin embargo, no se crean “porque ni siquiera los consideran sujetos de derecho”. Esas medidas, además, existen, tal y como se vio en la acogida de refugiados ucranianos tras la invasión de Rusia y, en ese sentido, España ha superado las 180.000 protecciones temporales a refugiados de Ucrania, que conllevan el permiso de residencia y el de trabajo.

“El hecho de que no haya vía seguras y legales dependiendo de quién las reclama también responde a una lógica racista de la política migratoria europea”, asegura el activista camerunés, que añade: “No es que no quepamos, no es que no haya sitio para dar una acogida digna, sino que se entiende que las personas que vienen pidiendo esa acogida, no son merecedores de ese derecho”.

Ladan tampoco se explica cómo el Gobierno de Pedro Sánchez, que hace cinco años decidió acoger a los migrantes del buque Aquarius tras encontrarse a la deriva frente a las costas de Libia y ser rechazados por otros países europeos, es el mismo bajo el que ocurrió la tragedia de Melilla, si bien también cree que la propia sociedad “está fallando”, pues muestra “poca empatía” respecto a la cuestión migratoria.

El escritor y defensor de los derechos humanos confía en poder regresar algún día a Camerún, ya que es allí, concluye, “donde se tiene que hacer todo”.

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