La película sobre la infancia trans que ha enamorado a los académicos en los Goya

‘20.000 especies de abejas’, la ópera prima de Estíbaliz Urresola cuenta con 15 nominaciones para los próximos premios de la Academia de Cine

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Patricia López Arnaiz y Sofía Otero en un momento de la película
Patricia López Arnaiz y Sofía Otero en un momento de la película

Todo empezó en el pasado Festival de Berlín, donde la ópera prima de Estíbaliz Urresola se presentó a concurso. La acogida a la película fue unánime y, de forma sorpresiva, el jurado presidido por la actriz Kristen Stewart, otorgó el Oso de Plata a la mejor Interpretación (no hay distinción entre sexos) a la pequeña Sofia Otero, convirtiéndose en la más joven de la historia del certamen en recibir este galardón, con tan solo nueve años de edad.

Ahora, 20.000 especies de abejas ha conseguido 15 nominaciones a los Goya, lo que reafirma que nos encontramos ante una de las grandes películas españolas de este año. “Cuando estás tan expuesta, intentas no escuchar ni leer los pronósticos, porque es una situación muy delicada, no te quieres hacer ilusiones”, contaba en la sede de la Academia Estíbaliz Urresola después de conocer que su película había sido la más nominada del año, por encima de favoritas como La sociedad de la nieve o Cerrar los ojos. “No hacemos las películas para ganar premios, sino con otra vocación, pero no puedes evitar sentirte ilusionada, aunque como autora, es importante mantenerse al margen de todo esto y tener los pies en la tierra”.

Trailer '20.000 especies de abejas'

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Mejor película, mejor dirección novel, mejor guion original, mejor actriz protagonista (Patricia López Arnaiz), mejor actor de reparto (Martxelo Rubio), mejor actriz de reparto (Ane Gabarain e Itziar Lazkano), mejor dirección de producción, mejor dirección de fotografía (Gina Ferrer García), mejor montaje (Raúl Barreras), mejor dirección de arte (Izaskun Urkijo), mejor diseño de vestuario (Nerea Torrijos), mejor maquillaje y peluquería (Ainhoa Eskisabel y Jone Gabarain), mejor sonido (Eva Valiño, Koldo Corella y Xanti Salvador) y mejores efectos especiales. Estas son todas las nominaciones que ha conseguido esta pequeña y preciosa película sobre el abrazo a la diversidad y la libertad íntima de expresión.

Qué cuenta ‘20.000 especies de abejas’

La película cuenta la historia de Cocó (Sofia Otero), que no se identifica con el género con el que nació, lo que genera mucha incomprensión a su alrededor. No sabe cómo expresar lo que siente en su interior y los mayores tampoco son capaces de interpretar lo que le ocurre. Su madre, Ane (Patricia López Arnaiz), se encuentra en proceso de separación y quiere recuperar su faceta artística, que abandonó en su juventud como escultora. Por eso se trasladará a la casa de su infancia, en el entorno rural del País Vasco, para tomar distancia junto a sus hijos.

Sofía Otero en un momento de la película '20.000 especies de abejas'
Sofía Otero en un momento de la película '20.000 especies de abejas'

Así, Cocó, iniciará un paulatino proceso de autodescubrimiento y de transformación para reivindicar su propia identidad. Por una parte, su abuela (Itziar Lazcano), se mostrará reacia a entenderla por su carácter conservador, mientras que su tía abuela Lourdes (Ane Gabarain), conectará con las frustraciones secretas de la niña y la ayudará en todo lo posible, generándose entre ellas una relación muy especial dentro de ese espacio telúrico, entre panales de abejas y naturaleza agreste.

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La directora habló en el momento del estreno para Infobae España: “era una oportunidad de crear un espacio de reflexión sobre el tema. Me conmovió profundamente, así que me acerqué a una de las asociaciones de menores, al principio tan solo con la intención de escuchar y aprender de los diferentes casos y realidades. La primera pregunta que me vino a la cabeza fue: ¿Cómo pueden saber que no se identifican con su género de nacimiento desde tan pequeños, incluso con tres años? Y, sin embargo, todos ellos lo expresaban con total rotundidad. Finalmente llegué a la conclusión de que, en realidad, el tránsito no lo emprendían ellos, sino la gente a su alrededor. Los niños y niñas trans siempre habían tenido clara su identidad, pero era la mirada ‘de los otros’ la que tenía que cambiar”.

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