Los trabajadores, cuando se acerca el retiro, empiezan a planificar su jubilación. Los gastos, llegada esta etapa vital, se multiplican: viajes, inversiones e incluso la compra de algún inmueble. Los subsidios, que subirán el próximo año un 3,8%, representan muchas veces la única fuente de ingresos. Los planes de pensiones cobran entonces un papel protagonista. Los productos de este tipo surgen con el objetivo de fomentar el ahorro y exprimir la rentabilidad financiera de los trabajadores, para que, llegado el momento de decir adiós al mercado laboral, puedan disponer de un nivel mínimo de rentas.
Por norma general, todos los trabajadores piensan en el factor económico cuando escuchan la palabra jubilación. La cuantía de los subsidios no siempre basta para mantener la capacidad adquisitiva de los pensionistas. Las cargas familiares y las inquietudes de los beneficiarios merman muchas veces este desembolso. Los planes de pensiones sirven precisamente para complementar la partida pública, es decir, actúan como un mecanismo previsional a largo plazo. Este producto de ahorro e inversión está pensado para reservar una parte de los ingresos laborales y conseguir una renta adicional en el momento del retiro.
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Los planes de pensiones ofrecen todo un abanico de ventajas para las personas trabajadoras. En primer lugar, permiten cimentar un importante ahorro fiscal, porque las aportaciones se pueden desgravar en la declaración de la renta. Asimismo, son perfectamente adaptables y existe la posibilidad de solicitar un rescate antes de alcanzar la jubilación. El funcionamiento es bien sencillo: los clientes realizan una serie de aportaciones, que pueden ser puntuales o periódicas, para invertir en el plan. Este proceso sigue unos criterios de rentabilidad y riesgo previamente acordados, de hecho, el titular puede suspender y reanudar los pagos en cualquier momento. La aportación máxima que contempla la ley es de 1.500 euros anuales.
La barrera de los 40, clave para contratar un plan de pensiones
Los expertos reconocen que no existe ninguna edad óptima para ahorrar para la jubilación, pero cuanto antes empecemos, más llevadera será la tarea. En este sentido, la banca recomienda contratar un plan de pensiones lo más rápido posible, aunque para ello, los trabajadores tienen que contar con unos ingresos estables y disponer de cierta capacidad de ahorro. Lo más común es que los clientes contraten un plan de pensiones entre los 35 y los 55 años, no obstante, la extensión de la vida laboral puede cambiar esta fórmula.
Si los trabajadores tienen menos de 40 años, pueden contratar un plan de pensiones con una cartera en la que predomine la renta variable, más arriesgada, frente a la fija. Este activo tiene más rentabilidad a largo plazo y si genera pérdidas, el titular tiene más tiempo para recuperarse. Si los clientes no sobrepasan los 45 años, pueden apostar por una mezcla de renta variable (60%) y renta fija (40%). Los usuarios de más de 45 años deberían optar por darle más peso a la renta fija, normalmente más estable. Por último, los trabajadores de más de 60 años, dada su inminente jubilación, tienen que apostarlo todo a los planes de pensiones de renta fija, con poco riesgo, para asegurar el capital y la solvencia financiera.