El colirio Ala Octa, elaborado por la empresa alemana Alamedics, ha provocado ceguera y otros problemas oculares en más de cien pacientes en España. Se trata de un producto sanitario que se utiliza durante las cirugías de retina y que los pacientes se aplicaban posteriormente para aliviar problemas oculares tales como desprendimiento de retina, desgarros o traumas en los ojos.
Los pacientes que usaron Ala Octa sufrieron ceguera irreversible, necrosis de la retina, atrofia del nervio óptico, disminución de la agudeza visual, inflamación o vasculitis (inflamación de los vasos sanguíneos). Tras la primera veintena de víctimas en 2015, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ordenó la retirada del colirio debido a su elevado grado de toxicidad.
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La AEMPS se encargó también de hacer llegar esta información a la Sociedad Española de Oftalmología y de iniciar un estudio que acabó demostrando que el colirio Ala Octa tenía más de un 50% de probabilidad de muerte del nervio óptico irreversible. El eco de la investigación llegó al resto del mundo y la empresa Alamedics retiró todos los lotes del colirio del mercado español, europeo y, por último, mundial. La farmacéutica alemana no tardó mucho en declararse en quiebra.
El nervio óptico es el que lleva las imágenes que ve el ojo al cerebro. Cuando se atrofia, la visión se opaca y se reduce el campo visual y la vivacidad de los colores. A la larga, la pupila tendrá menos capacidad de reaccionar ante la luz y finalmente dicha capacidad se podrá perder. Si no se trata a tiempo la enfermedad que subyace a la atrofia óptica, la pérdida de visión puede llevar a la ceguera total.
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Ahora, en octubre de 2023, la Audiencia Nacional ha reabierto la investigación sobre el uso de Ala Octa al encontrarse nuevos casos de ceguera. La Agencia del Medicamento deberá emitir un informe más detallado sobre el fármaco, su proceso de fabricación y posterior control y el número total de pacientes afectados. Además, la Fiscalía ha exigido a la Agencia que identifique los centros sanitarios con distribución en cada comunidad autónoma y a las empresas fabricantes y comercializadoras en España.
Casos de ceguera con nombre y apellido
La primera condena a Ala Octa tuvo lugar en 2015, cuando una mujer de Cantabria perdió la vista de su ojo izquierdo tras ser intervenida dos veces quirúrgicamente y en cuyas operaciones se empleó el colirio. La víctima denunció la negligencia médica y la Audiencia Nacional condenó a la Agencia del Ministerio de Sanidad a indemnizar con 25.000 euros a la mujer.
Otra de las víctimas de este tóxico colirio fue Pedro Cañete Marín que, como adelanta 20minutos, se sometió a una doble cirugía rutinaria de retina en el Hospital Reina Sofía de Córdoba. Durante la operación, los cirujanos utilizaron el colirio Ala Octa. Pedro perdió totalmente la vista. La familia denunció al servicio sanitario andaluz, pero perdieron el juicio. La Justicia consideró que el sistema no tenía responsabilidad alguna sobre su ceguera.
Siete años después y tras un largo proceso de apelaciones, los jueces condenaron a la aseguradora a indemnizar a Pedro por negligencia y daño físico y psicológico. La cuantía asciende hasta los 640.000 euros, una compensación que la compañía se niega a pagar frente a la desesperación de la familia Cañete.