En los últimos 45 años de democracia, tan solo ha habido un par de años en los que no se han celebrado elecciones de ningún tipo. Podríamos decir que son ‘años santos’ para la política. La campaña electoral quedó aparcada durante unos meses y las instituciones trabajaron sin el fantasma electoral tocando el hombro de algún gobierno. El próximo ‘año santo’ libre de elecciones no será hasta, como mínimo, 2026. En 2024 están previstas las elecciones vascas y gallegas y en 2025, a principios, las catalanas.
Con el ciclo electoral de las elecciones autonómicas, municipales y generales cerrado, los partidos se preparan para las nuevas contiendas. Y en Euskadi, donde dos de los partidos que sostienen al Gobierno de España luchan por la primera plaza, se ha abierto en los últimos días el mercado de fichajes. El PNV ha anunciado, por su parte, que Íñigo Urkullu, el actual Lehendakari, no será candidato de la formación y en su lugar concurrirá Imanol Pradales.
Te puede interesar: El PNV siempre gana: más 30 años de influencia en Madrid
EH Bildu, por otro lado, también ha movido ficha. Arnaldo Otegi ha renunciado a ser candidato, abriéndose un periodo en el que la formación deberá elegir, posiblemente, a una sucesora. EH Bildu en los últimos años ha sufrido un proceso interno y externo de reforma y prioridades políticas que le ha llevado a los niveles de apoyo electoral más altos de su historia. Este escenario proporciona a los de Bildu una posición privilegiada e histórica con respecto al PNV y la formación abertzale es la primera vez que aspira, con opciones reales, a la primera plaza en las autonómicas.
El PNV, por la contra, se encuentra en sus horas más bajas. El partido que ha gobernado Euskadi los últimos 43 años, a excepción del trienio socialista de Patxi López entre los años 2009 y 2012, se encuentra ante la posibilidad de perder la primera plaza y la presidencia en favor del PSE o de Bildu, en función del resultado.
Te puede interesar: Feijóo relega a Bendodo a una vicesecretaría y pone a Alicia García de portavoz en el Senado
Es por este escenario incierto por el que el Partido Nacionalista Vasco ha empezado a tomar decisiones con más de seis meses de antelación. La elección de Imanol Pradales tiene como objetivo concluir el proceso de renovación que el PNV ensayó en las elecciones municipales del pasado 28 de mayo. Unos comicios que, aunque obtuvieron resultados desiguales, avanzó en uno de los objetivos del partido: feminizar sus cuadros. Junto a esta medida y la elección del nuevo candidato, los nacionalistas vascos tienen intención de trasladar una imagen de renovación generacional que permita ilusionar y movilizar a los votantes potenciales del partido, que en las últimas citas ha ido perdiendo sufragios paulatinamente.
El lunes, Arnaldo Otegi hizo oficial su renuncia a presentarse como candidato a Lendakari. Aunque ha alegado que se debe a “motivos personales”, muchas señales apuntan a que el verdadero objetivo sería evitar lastrar a su formación ante la posibilidad real de ser la fuerza más votada en el País Vasco.
Te puede interesar: ‘Machirulo’, ‘oscarizar’ o ‘chundachunda’, nuevas palabras en el Diccionario de la RAE
La salida de ambos actores políticos fundamentales para entender la política de Euskadi de los últimos años confirma lo que parece un cambio de ciclo político. Un periodo que comenzó desde el fin de la violencia de ETA y que acaba con la salida de la política de algunas de las figuras más importantes de ese periodo. Por un lado, el PNV aplica esta estrategia arriesgada con la intención de dar un golpe de efecto. Un golpe que supone el sacrificio de uno de sus activos políticos más importantes, Urkullu, que ha ganado las últimas 4 tres elecciones. Por otro lado, EH Bildu confirma el punto y aparte que han supuesto las últimas citas electorales para los abertzales.
EH Bildu ha logrado penetrar en el electorado más joven que proviene de una cultura política completamente diferente a las generaciones anteriores, una cultura que observa la violencia de ETA como una estrategia política de otra época. En los últimos años, la coalición abertzale se ha definido en su estrategia política como progresistas e independentistas, por este orden, asumiendo el posibilismo como su principal línea política.
El PSE, ante un dilema con réplicas en Madrid
Los socialistas también han asumido un cambio de ciclo político. No obstante, su posición con respecto al día después de los comicios se presenta de las más complicadas. El PSE, de hecho, también ha cambiado de candidato e Idoia Mendia no se presentará a las elecciones del próximo año: en su lugar será cabeza de lista Eneko Andueza.
Te puede interesar: El Gobierno responde ahora al “hijo de puta” de Ayuso a Pedro Sánchez: “No vamos a alimentar a la sociedad con esa fruta podrida”
Los movimientos del PSE tienen sus ecos en Madrid. El Gobierno de Sánchez se sustenta por EH Bildu y el PNV y el plan de los socialistas pasa por seguir gobernando con el partido de Andoni Ortuzar. Sin embargo, podría complicar las cosas en caso de que EH Bildu lograra la primera posición y su negativa a gobernar con los abertzales lastrara la labor legislativa del Gobierno de España. No obstante, los socialistas confían que premie el posibilismo que han aplicado los últimos años.
La posición de los socialistas al respecto es clara, ya lo ha afirmado Andueza: no gobernarán con EH Bildu. Entre otras cuestiones, por la falta de contundencia a la hora de condenar la violencia de ETA. Su estrategia de normalización ha permitido pactos puntuales en pro de medidas progresistas pero la consolidación de un acuerdo de Gobierno entre EH Bildu y el PSE lastraría las opciones electorales socialistas en el resto del Estado.