La naturaleza nunca deja de sorprendernos. Gracias a ella podemos disfrutar de unos parajes, que en ocasiones son casi imposibles, y que se graban en la retina para siempre. En España, contamos con multitud de lugares que dejan con la boca abierta gracias a su majestuosidad y extrema belleza, lo que convierte a nuestro país en todo un vergel. De hecho, en Cataluña, el viajero puede disfrutar de un pellizco de este rico patrimonio natural de la mano de uno de los paisajes más especiales de la comunidad.
Estamos hablando del conjunto monumental de Sant Miquel del Fai, un lugar que lo tiene todo enclavado apenas a 50 kilómetros de Barcelona. Se trata de un impresionante santuario incrustado en el valle del Tenes, entre rocas y cascadas de más de 100 metros de altura, en lo que se conoce como el Espai Natural dels Cingles de Bertí.
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El complejo fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) por la Generalitat de Cataluña y no es para menos, pues cuenta con infinidad de rincones mágicos como son la ermita de Sant Martí del Fai, la iglesia troglodítica de Sant Miquel del Fai, el paso de la Foradada, el puente del Rossinyol, la entrada fortificada y el casal prioral. Todo ello enmarcado dentro de un paraje montañoso que cuenta con impresionantes cascadas.
Un oasis en mitad de la montaña
Si se está por la zona, la visita a Sant Miquel del Fai es algo obligatorio. Lo primero que contempla el viajero es el imponente paso de la Forada, un pequeño puente románico que data del año 1592 y conduce a la casa prioral. Este es uno de los elementos arquitectónicos más importantes del conjunto y se construyó entre finales del siglo XVI y principios del XVII. Presenta una forma cuadrada y un estilo gótico.
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Aunque sí hay una construcción que maravilla al viajero es la iglesia románica de Sant Miquel, un templo incrustado en las entrañas de la montaña, pues está dentro de una cueva y usa la propia roca como techo. Su origen es incierto, pero se creo que ya en el siglo XI estaba consagrada. A pesar de sufrir varias modificaciones entre los siglos XVI y XIX, mantiene su esencia intacta, cautivando a cualquier que se acerque. Asimismo, otro de los puntos principales es el salto del Rossinyol, una de las cascadas más bonitas de Barcelona.
Pero esto no se queda aquí, pues bajo su manto de agua se localiza la cueva de Sant Miquel. Se trata de una cavidad descubierta en el año 1836, que cuenta con una longitud de alrededor de 60 metros. Por su parte, la del Rossinyol no es la única cascada que se puede contemplar, pues desde el risco de El Fitó, a unos 100 metros de altura, cae el río Tenes dando lugar a un monumento natural espectacular.
Igualmente, tras él se ubica una galería repleta de estalactitas y estalagmitas. Muy cerca de este paraje, la ermita de San Martí emerge como otro ejemplo de arquitectura románica en la zona. Se construyó a finales del siglo IX y próxima a ella se sitúa la cueva de Les Tosques también conocida como El Bon Pastor o Sant Martí.
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Cómo visitarlo: horario y precios
En el momento de visitar este conjunto monumental, se debe saber que las autoridades competentes pueden cerrar el paso en caso de que haya inclemencias meteorológicas que peligren la visita. Por ello, es recomendable asegurarse antes del estado del entorno. Para acceder hasta allí, se debe reservar la entrada en la página web.
Esta tiene un coste de 8 € para los adultos, la reducida son 6 € y para niños 4 €. Además, se puede acceder en coche, aunque hay que reservar una plaza. En cuanto a los pases, estos son de 10:00 h a 12:00 h, de 12.00 h a 14:00 h y de 14:00 h a 16:00 h.
Cómo llegar
Desde Barcelona, el viaje es de alrededor de 1 hora por la carretera C-59. Por su parte, desde Girona el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 15 minutos por la vía AP-7 (hay peajes).