La familia de Manuel acudió al funeral en el autobús de la empresa en la que trabajaba su cuñado. El presidente del Gobierno, José María Aznar, lo hacía en vehículos oficiales. Esa imagen, el contraste entre lo popular y lo político, caló en el fondo de Ana Useros, autora de Cuando no se podía, el nuevo episodio nacional del catálogo de Lengua de Trapo, que trata el asesinato de Manuel Indiano a manos de ETA.
La historia de Manuel Indiano no tuvo apenas eco en el 2000, año del asesinato de este concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Zumárraga. La propia madre no sabía que Manuel era concejal del PP en Euskadi, menos que había renunciado a sus guardaespaldas, que era propietario de una tienda de gominolas o que su mujer estaba embarazada. Los catorce disparos que mataron a Manuel reconectaron a la mujer con su hijo, de una forma salvaje y definitiva.
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Esta obra indaga desde la primera persona de la autora en el asesinato de Manuel y todas las reflexiones que suscitaba aquel homicidio al escuchar únicamente el tratamiento que hacía la prensa. Cuando no se podía aprovecha también para recuperar el asesinato de Miguel Ángel Blanco, la legitimidad de ETA en la sociedad, los pensamientos de la izquierda en aquellos años, la pérdida de la relación familiar y la conexión que puede haber entre dos completos desconocidos.
“Sentí una afinidad extrañísima, se me quedó ahí enquistada y decidí explorarla. El caso de Manuel me parecía excepcional porque hay muchos detalles, pequeños detalles muy humanos. Era una persona cualquiera, está la sensación de este asesinato es que tiene algo de absoluto azar. Es como si alguien hubiera sacado una escopeta por la ventana y se hubiera cargado al primero que pasaba por la calle”, relata Useros, autora del libro.
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Manuel no era nadie, ni en política, ni en el pueblo, ni en el Partido Popular. Era un eslabón perdido que rellenaba una lista electoral. En esa época, la autora recuerda una sensación de ruptura, de que la guerra contra ETA iba a ser eterna: “La sensación que nos daba era que había dos partes y ninguna de esas dos quería resolver el conflicto. Ni el gobierno en su configuración actual quería resolver esto y, por supuesto, ETA tampoco”, considera la autora de Cuando no se podía.
A Manuel lo cosieron a tiros en su propia tienda. Francisco Javier Macazaga Azurmendi fue uno de los autores del crimen y la Justicia lo condenó. Fue el último asesinato del verano, que contabilizó siete muertos a manos de ETA. Verdaderos actos de terrorismo, algo que ha desaparecido en España de facto pero no del discurso político y judicial. “Aún se sigue acusando partidos como EH Bildu de terrorismo. Entonces, el hecho de que ETA no exista y de que su memoria se esté más o menos diluyendo, hace que ahora la acusación a Bildu sea de terrorismo, pero no sepamos muy bien por qué. Se produce una demonización de la ideología nacionalista independentista. Por ejemplo, ahora en Cataluña se están pidiendo sentencias de terrorismo para actos de desobediencia civil”, cuenta Useros. Y en esa tesis dual de buenos y malos se quedó la derecha, asegura la autora: “La derecha se quedó incrustada en una estrategia enormemente binaria de o contigo o contra ti”, sentencia.
Han pasado 23 años de la muerte de Manuel. Su hija aún no había nacido y ya es mayor de edad. Está afincada en Andalucía y aún busca reparación y explicaciones, según reportajes publicados en prensa local. Su historia fue anónima, su final triste; su muerte, inútil.