Hace 25 años que un grupo de amigos de Tres Cantos, Madrid, fundaron una banda a la que llamaron como uno de los personajes más míticos de la novela de Michael Ende La historia interminable, Vetusta Morla. Entonces no se podrían imaginar que llegarían a convertirse en una de las formaciones de rock indie más importantes de España y llenarían estadios en España y Latinoamérica.
Su aniversario coincidió con una extensa gira que los ha llevado durante dos años por todo el mundo para presentar su último álbum, Cable a Tierra, en el que demostraron su necesidad de seguir explorando su universo musical a través de la introducción de elementos pertenecientes al folclore ibérico, y por el que fueron nominados a tres Latin Grammy la pasada edición.
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Ahora se estrena su segunda colaboración con el director Manuel Martín Cuenca a la hora de firmar la banda sonora de El amor de Andrea, después de haberse encargado de su anterior película, La hija, con la que debutaron en el mundo de los ‘scores’.
“Cuando Manuel nos llamó por primera vez nos dijo que estaba buscando a alguien que trabajara las atmósferas, las sensaciones a través de composiciones largas. Para nosotros La hija fue un reto importante, porque nos impulsaba a desarrollar algo que no tenía tanto que ver con canciones de tres minutos, con letras, sino con texturas”, cuenta el guitarrista Guillermo Galván a Infobae España, en una entrevista en la que estaban todos los miembros de la banda, Pucho (voz), David García (batería), Juan Manuel Latorre (guitarra), Álvaro B. Baglietto (bajo eléctrico) y Jorge González (percusión).
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En aquel momento, les pilló en plena pandemia, y tuvieron que trabajar desde casa, compartiendo material y configurando a través de software digital los sonidos en instrumentos reales. Cuentan que el director siempre intentó introducirlos desde el principio en el proceso de rodaje, para que la música no fuera solo la guinda final, sino que estuviera empapada del ambiente de la película.
En perpetua búsqueda de sonidos
En el caso de El amor de Andrea, utilizaron sonidos reales que había grabado el equipo para introducirlos en sus temas. Audios que que podían ser utilizados y convertidos en instrumentos sobre todo a nivel percusivo, como ocurre con las horquillas, los golpes de los palos contra el suelo en los pasos de Semana Santa
“Al principio creíamos que este proyecto se alejaba mucho de lo que habíamos hecho, pero el director nos dio una clave, que tiene que ver con la luz y con el mundo naíf que parte de la mirada de la protagonista, que es una adolescente que se encuentra a medio camino entre la realidad y la dureza de la situación que vive, y su capacidad ensoñadora y fantasiosa. Así que lo construimos todo desde ese lugar y tratamos de marcar un poco todo ese mundo imaginario de Andrea a través de la música”.
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En realidad, esta nueva faceta encaja a la perfección con la necesidad del grupo de abordar otros caminos expresivos e incorporar nuevas inquietudes artísticas. “En efecto, se trata de seguir investigando, de hacer música de otras maneras”.
Han estado más de dos años de gira y, por eso, piensan que el año que viene buscarán un hueco para poder descansar y desconectar, tomar un poco de distancia y coger fuerzas para lo que venga. Acercarse y ver hacia dónde quieren dirigirse a continuación. “A veces se necesita un reseteo del sistema. Partimos de cero en cada proyecto y a veces lo tenemos muy claro y en otras ocasiones no, y hay que buscar. Evolucionar es parte de nuestra idiosincrasia a la hora de crecer como creadores musicales”.
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Puentes entre el cine y el pop
En los últimos tiempos, gente como Trent Reznor o Jonny Greenwood han adquirido una enorme relevancia componiendo bandas sonoras, después de formar parte de grupos como Nine Inch Nails o Radiohead. Es algo que también ocurre de vez en cuando en nuestro país, aunque parece que resulte difícil acceder a ese campo, como nos explicaba Hidrogenesse, que se hicieron cargo de las canciones de Stella Maris en la banda sonora de La Mesías.
“Nosotros siempre le hemos dado al apartado audiovisual una importancia fundamental y también hemos tendido puentes con el cine. Desde que empezamos a hacer videoclips hemos trabajado con directores como Fernando Franco, Nacho Vigalondo, Paula Ortiz, Juan Cavestany o Eugenio Mira.
De hecho, estos puentes de los que hablan se materializan en Pucho, que desde hace unos años trabaja para la distribuidora Elástica como ojeador en el Festival de Cannes. “La experiencia es un poco abrumadora, porque es un ritmo bastante intenso el que se vive ahí, pero también sirve para desmitificar un poco, porque aquello es como si fuera el IFEMA, un mercado voraz”.