¿Seguirá Irene Montero en política después de, cómo aseguró al dejar el ministerio de Igualdad, “Pedro Sánchez la ha echado del Gobierno”? Su partido, Podemos, así lo quiere. La considera uno de sus principales activos y la formación morada ya sopesa que pueda encabezar la candidatura a las elecciones del Parlamento europeo de 2024 si, como todo parece indicar, Podemos se desliga de Sumar para esta importante cita política. Este sábado, la secretaria general, Ione Belarra, ratificó ante el Consejo Ciudadano Estatal la estrategia de desconexión total de Sumar. “La fuerza actual de Podemos, su voz y sus votos, servirán para seguir impulsando las transformaciones más valientes y ambiciosas”, señaló Belarra.
En los pasados comicios europeos, en 2019, la coalición ‘Unidas Podemos Cambiar Europa’ (formada por Podemos, IU, Equo, Catalunya en Comú y Barcelona en Comú) obtuvo 2,25 millones de votos, que se tradujeron en seis europarlamentarios: María Eugenia Rodríguez Palop (independiente, vinculada a Podemos), Sira Rego (IU), Ernest Urtasun (Catalunya en Comú), Idoia Villanueva (Podemos), Miguel Urbán (Podemos) y Manu Pineda (IU). Hoy, dos de ellos, Rego y Urtasun, son ministros del nuevo Ejecutivo de coalición presidido por Pedro Sánchez.
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Así, cada eurodiputado le costó a ‘Unidas Podemos Cambiar Europa’ unos 375.000 votos tras una participación del 60% del electorado. El problema para los de Irene Montero e Ione Belarra es que el panorama político ha cambiado sustancialmente en los últimos cuatro años y las circunstancias pueden perjudicar sus aspiraciones. En 2024, el parlamento europeo pasará a tener 716 escaños (11 más que ahora). España gana dos, al pasar de 59 a 61. En nuestro país se aplica la circunscripción única con un sistema proporcional puro, lo que obliga a las formaciones territoriales (con menor capacidad de voto) a aliarse si quieren tener algún tipo de representación.
En 2019 no existía Sumar. Por eso, si Podemos no se alía dentro de la plataforma liderada por Yolanda Díaz deberá buscar otros socios. Sumar ya ha dejado claro que quiere presentarse a las europeas, pero las organizaciones que la integran no han decidido aun si apuestan por una candidatura unitaria como la de 2019. El debate interno, a siete meses de las elecciones, está ya encima de la mesa. “Sumar es la casa común de las fuerzas transformadoras, que son múltiples. Toca darse la mano para seguir ganando juntas en Europa”, señaló hace un mes la nueva vicepresidenta segunda en un encuentro de la izquierda europea.
Podemos, por su parte, acaba de establecer una nueva hoja de ruta en la que establece que trabajará por llegar a acuerdos de unidad “siempre que resulten útiles, convenientes y eficaces desde el punto de vista político y electoral” y exista “respeto mutuo a la autonomía de las distintas fuerzas políticas”. Podemos reclama para futuras candidaturas que estas se hagan “mediante primarias abiertas sin restricciones y sin vetos”, en referencia a la exclusión de Irene Montero de las pasadas elecciones de julio. Podemos quiere llevar esa autonomía incluso al Congreso, amagando con saltarse la disciplina de voto dentro de Sumar cuando así lo decida. Y es que las relaciones entre los morados y Díaz están totalmente rotas.
Pero entra además otro elemento en juego. La Eurocámara aprobó en julio de 2018 una reforma de la ley electoral que amenaza con excluir a algunos partidos minoritarios españoles. Los eurodiputados dieron su visto bueno a que todos los países de la UE cuya representación supere los 35 escaños (como España) deban fijar un umbral mínimo de votos de entre el 2 y el 5% para que un partido obtenga un diputado en las elecciones europeas. Hasta entonces, España y Alemania eran los dos únicos Estados miembros en los que no existía ese suelo. Y España sigue sin fijarlo. Y debe aplicarse en las elecciones de 2024.
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Todo depende ahora de la voluntad del Gobierno español de llevar esta cuestión al Congreso, para fijar un umbral del 2, del 3, del 4 o del 5%. Si se fijase en el 5%, por ejemplo, ‘Lliures per Europa’ (’Libres por Europa), una coalición política de ideología independentista catalana formada por los partidos PDeCAT, CDC y Junts, que obtuvieron representación en 2019, no la obtendrían ahora. Y eso que hace cuatro años les votaron un millón de personas. Tampoco repetirían ‘Coalición por una Europa Solidaria (CEUS)’, otra coalición electoral formada por el PNV, Coalición Canaria, Compromiso por Galicia (CxG), Proposta per les Illes (El Pi), Demòcrates Valencians (DV) y Geroa Bai (GBai). España, explican fuentes del Parlamento Europeo, puede posponer esta reforma electoral.
Si se fijara un umbral del 5% mínimo para obtener representación, Podemos lo tendría complicado para obtener voz en Europa si Sumar consigue aunar otra gran coalición. Habría que ver cuántos de los 2,25 millones de votos que se fueron en 2019 a ‘Unidas Podemos Cambiar Europa’ se quedarían en una candidatura liderada por Montero. El tejado está en la pelota del Gobierno español, que decidirá si promueve por fin o pospone esa reforma que fije el umbral mínimo. Otra opción que le queda a Podemos y, por tanto, al futuro político de Irene Montero, es que se integre en la coalición que en 2019 formaron ERC, EH Bildu y BNG, que obtuvo tres europarlamentarios hace cuatro años.
Recuperar su espacio político
Lo que está claro es que Podemos quiere recuperar “su espacio” político tras no tener ningún representante en el nuevo Gobierno de coalición, y tener más fuerza y visibilidad tras los desplantes constantes que llegan desde Sumar. Y, sobre todo, que Irene Montero regrese al tablero. Y eso pasa irremediablemente por Europa. Sin confirmación oficial, empieza a planear la posibilidad de que Podemos vaya en solitario a las elecciones europeas. Un movimiento arriesgado. De hecho, el partido ha firmado un acuerdo de colaboración en París con otras cinco fuerzas izquierdistas del continente para hacer conjuntamente campaña de cara a mayo del próximo año, como ‘Francia Insumisa’, el portugués ‘Bloco de Esquerda’, la finlandesa ‘Alianza de Izquierda’, el ‘Partido de la Izquierda’ de Suecia’ y la ‘Alianza Rojiverde’ danesa.
Ser parlamentario europeo, aunque tiene menos visibilidad y recorrido en España, conlleva unas ventajas económicas importantes. Su asignación mensual asciende, antes de impuestos, a 9.975,42 euros. A eso hay que descontar un impuesto europeo y el pago de una cotización a un seguro de accidentes, por lo que el salario mensual se queda en 7.776,06 euros. Además, la mayoría de los países de la UE obligan a sus eurodiputados a pagar un impuesto nacional adicional en su país de origen. Hay una dieta fija diaria de 338 euros y otra dieta para gastos generales que cubre el alquiler y administración de oficinas, gastos de teléfono y suscripciones, entre otras cosas, de 4.778 euros mensuales.