Asier Etxeandia (’Teresa’): “Estamos adentrándonos en un momento muy oscuro a nivel político y eso me da fuerzas para ser más punki”

Es un artista todoterreno en todos los sentidos. Ha hecho teatro, musicales, ha montado sus propios shows, lidera la banda de rock Mastodonte y ha trabajado con Pedro Almodóvar en Dolor y Gloria, con Julio Medem, Emilio Martínez Lázaro o Mariano Barroso y ha formado parte del elenco de series tan populares como Velvet o Sky Rojo.

Ahora vuelve a colaborar con Paula Ortiz (después de La novia) en Teresa, una película que podríamos considerar el mayor reto de toda su carrera. ¿Por qué? Se trata de un texto del dramaturgo Juan Mayorga y toda la película consiste en un complejo duelo dialéctico entre la célebre religiosa, interpretada por Blanca Portillo y la figura de un inquisidor que se encargará de poner su fe a prueba.

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“Recibí este papel con mucha emoción, porque era un trabajo muy especial y, efectivamente, un desafío como intérprete: una obra de Juan Mayorga, al que admiro tanto y con Blanca Portillo, con la que tengo una relación muy especial. Así que fue como si todo rimara”, cuenta Asier Etxeandia a Infobae España. “Era como un regalo de la vida pero, al mismo tiempo, también me daba terror no dar en el clavo, porque había que ser muy preciso para ser fiel a lo que Mayorga quería contar en el texto, porque requería de un análisis tanto de guión como a nivel humano muy profundo”.

Durante el proceso de preparación, el actor contrajo el COVID y tuvieron que hacer muchos ensayos por videollamada. Siendo la palabra tan importante en la película, pudieron estudiar el tono y la cadencia, pero hasta que no estuvieron juntos de forma física no abordaron otra cuestión fundamental, el movimiento y las coreografías internas que se producen entre los dos protagonistas.

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“No puedo hablar por Blanca, pero en mi caso, este personaje me ayudó a entender muchas cosas de mí mismo. Yo tengo un gran juez que marca mis pasos, que hace que me sienta con valentía y con determinación para creer en lo que hago. Pero como Teresa, también hay en mí una gran duda, un gran síndrome del impostor que hace que me cuestione todo lo que hago, de por qué lo hago, y si tiene que ver con mis carencias, con mi egocentrismo, con mi flipada”, se sincera el actor. “Mis terapeutas me dicen que tengo un problema, que padezco tristeza existencial crónica. Es algo estupendo para crear y buscar en mi trabajo, pero también es un tormento continuo”.

En la película de Paula Ortiz, Asier encarna a un inquisidor que se encargará de hostigar a Teresa. Pero, en realidad, descubriremos que es una proyección de ella misma, una invención que toma forma física y que conoce todas sus debilidades. “Nosotros somos el peor de los inquisidores, porque sabemos cuando mentimos. Así que yo también lucho constantemente contra ese inquisidor, e incluso hablo de él en mis canciones. De hecho, Mastodonte se llama así por algo enorme que nos persigue y que somos nosotros mismos”.

Todos esos terrores se fueron diluyendo cuando terminó ‘el exorcismo’ al que se sometió y comenzó el rodaje. “Con Blanca Portillo y con Paula Ortiz, vuelas y el resultado ha sido muy sanador”.

Cuenta Etxeandia que en el texto de Mayorga, el inquisidor aparecía representado como un cowboy dentro de un western, con detalles muy marcados, pero no podía permitirse quedarse en la forma, porque cada gesto tenía que estar cargado de verdad, y para eso ser sutil resultaba fundamental.

Precisamente en estos momentos de agitación política y social, la figura de ‘los inquisidores’ parece retornar al imaginario colectivo. En ese sentido, Teresa, resuena mucho en el contexto actual en el que vivimos. “Estamos adentrándonos de nuevo en un momento oscuro y terrible del que no somos conscientes. A mí me aterroriza, pero también me da impulso para ser todavía más punki, como si fuera un motor que me recuerda por qué lucho. Pero tengo claro que estamos en plena Guerra Civil subterránea y que en cualquier momento puede ocurrir, porque España está totalmente dividida”.

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El intérprete no cree en las prohibiciones, ni de un lado ni de otro, pero sí en el sentido común y que solo nos podemos entender dentro de un espacio intermedio, de libertad y respeto. “Cada vez entiendo menos el mundo en el que vivimos, ya sea a nivel de política o de tecnología, no me entero de nada. En realidad soy un romántico y me quedo con la época de Lord Byron”.