“Un joven ha tenido que tirar 100 euros en marihuana”, le dice un guardia de seguridad a su compañera mientras continúan revisando los bolsos, mochilas y sucedáneos. Un golpe para la nómina, y para su placer personal y etéreo que, esperamos, le haya salido rentable con tal de ver a Peso Pluma en Madrid. El WiZink Center ha sido el escenario escogido para el primer concierto en España del artista mexicano, un fenómeno que ha arrasado como un huracán en las listas globales, posicionándose como uno de los fenómenos latentes de los últimos años en la industria musical.
Las mohicanas, el peinado que caracteriza al intérprete, y las camisetas de la Selección Mexicana de Fútbol inundan las gradas de un recinto que, en la noche del martes, abrió sus puertas (de caótica organización) para acoger a Hassan Emilio Kabande Laija (Zapopan, México, 1999). “¿Cómo está España la verga? ¿Están listos para cantar corridos o no?“, enuncia el artista poco tiempo después de pisar el escenario.
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A las 21:00 horas, un timing nunca preciso que anunciaba el inicio del concierto, los aledaños de la calle Goya seguían repletos de groupies que no habían podido acceder con su entrada. Dos jóvenes esperan impacientes a pasar el control de seguridad mientras buscan el mejor enfoque de cámara para poder lucir “las tetas”. Cualquier rincón de la ciudad es idóneo para una muestra volátil de autoestima.
Después de una introducción excesivamente larga, acompañada de varios vídeos que recopilaban el ascenso a la fama del joven cantante, el WiZink se derrite en alaridos para recibir al Backstreet Boy de la música regional mexicana. La lona en la que se han proyectado las imágenes cae y Peso Pluma aparece con una balaclava negra, el accesorio por antonomasia del artista que, además, también hace acto de presencia entre el público. La pista ya no vibra en la oscuridad, pues las luces de las pantallas de los móviles se convierten en una bola de disco improvisada, en una sala de discoteca que enciende sus luces sin previo aviso.
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El primer invitado de la noche es Jasiel Núñez, un artista de Jalisco que viene a interpretar Bipolar, Lagunas y Rosa Pastel junto a la ‘doble P’, el apodo que se corea de forma insistente durante la velada. “Este cabrón es una leyenda de la música mexicana”, dice sobre Peso Pluma. Pese a sus 24 años de edad, la fusión sonora del trap, el reggaetón y el género urbano, combinada a su vez con los corridos tumbados le ha llevado al número uno de las listas de éxitos mundiales. Ah y Qué? (2020), Efectos Secundarios (2021) y Génesis (2023) son los tres álbumes de estudio del cantante, pero fue a raíz de su pelotazo junto a Eslabón Armado cuando su nombre empezó a sonar fuera de Latinoamérica.
“Lo amo, lo amo, lo amo, lo amo, lo amo”, chilla una asistente que consigue reventarme el tímpano. El mexicano tiene la fama de artistas consagrados en la industria, pero cuenta con la suerte de que poca gente lleva a la tradición a transitar por el océano de lo urbano, de lo contemporáneo. “Que chingón estar representado a Mexico donde sea que nos paremos, que chingón estar representando al corrido tumbado”, grita visiblemente eufórico.
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La voz nasal del hombre de Zapopan ha convertido al corrido tumbado en un género capaz de traspasar las fronteras musicales que mantenían a la musical regional mexicana con candado. Europa, y también Norteamérica (donde Peso Pluma ha llevado a cabo una mastodóntico gira a principios de 2023), ha recibido con los brazos abiertos una propuesta que se aleja del pop anglosajón que ha copado la atención de los melómanos.
Los asistentes, los de la grada al menos, vapean dentro del recinto y la brecha generacional nunca fue tan evidente pese a la escasa distancia física. “Pónganse las pinches pilas y disfruten del puto concierto”, exclama un Peso Pluma reconvertido en una máquina de inteligencia artificial que lanza mensajes positivos de forma jocosamente agresiva. En el ecuador del concierto, con dieciséis canciones transcurridas, no distingo los temas que han sonado en el escenario. Las banderas mexicanas ondean en el recinto madrileño y los icónicos saltos de felino emocionado de Peso Pluma se replican en toda la grada.
Con El Rápido, el público se entrega de lleno al mexicano, que de tanto brotar y brincar casi se cae de un altavoz. Para cuatro movimientos que ha hecho en todo el concierto, ya sería mala pata que uno de ellos implique una rotura de tobillo o de menisco. El joven pide a los asistentes, de forma reiterada, que saquen sus teléfonos para grabar la escena, como si el momento fuese caduco y hubiese que registrarlo a toda costa, quizá con la intención de postergar el juego macabro de la memoria o de inundar las redes sociales.
Peso Pluma sube la temperatura, y las pulsaciones del recinto, en el tramo final del concierto, coincidiendo con un cambio de registro un poco más latente. Las covers de canciones de El Alfa, Ryan Castro o Arcángel arriman los traseros del público al cemento del WiZink. Su banda desaparece y el mexicano se queda solo en un escenario en el que, de repente, hace mucho frío. La presencia del cantante, dependiente de sus movimientos de manos y sus vaivenes constantes, no termina de llenar el escenario sin el acompañamiento de la música en vivo. Todo vale, sin embargo, para algunos perfiles. “Yo tendría que estar ahí”, dice la joven sentada al lado que profesa su amor por el mexicano mientras señala a la pista.
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En los minutos finales se produce la traca final del concierto: interpreta su sesión junto al productor argentino Bizarrap, la 55, y suenan Ella Baila Sola, el dúo junto a Eslabón Armado con el que consiguieron ser los más escuchados en Spotify a nivel global, y Lady Gaga, tema que cierra el espectáculo. El recinto es un abrazo unánime y colectivo de celebración. “Nunca se me va a olvidar esto, es la primera vez que piso el continente, es España, es aquí, muchísimas gracias a todos por apoyar esto”, enuncia con una bandera mexicana que arropa sus hombros. Habla de Europa como un continente cuyas costuras parecen no haberse resquebrajado hace décadas, quizá confundido por la unión que muestra su público en Madrid.
Nicki Nicole, una de las artistas argentinas más importantes del género urbano, además de su actual pareja, pisa el escenario para interpretar junto a él Por las noches, un tema con el que derrochan complicidad y con el que se funden en besos, confirmando que nada da más envidia que el amor que efectúa sus primeros pasos. Eso sí, no cantó Qlona, su colaboración junto a la colombiana Karol G.
El concierto del mexicano en Madrid, enmarcado en su Doble P Tour, una gira con la que pisará Barcelona este miércoles, no es perfecto y tiene una carta de presentación en la que gran parte de su discografía tiene una sonoridad similar. Eso sí, es una clara demostración de la diversidad musical que atesora a la industria, cada vez más propensa a encontrar fenómenos que brindan frescura, carácter y originalidad a los géneros que no encontraban la plataforma para dar un salto a lo mainstream.