La cancelación de Cuentos Chinos, el que pretendía ser el gran regreso de Jorge Javier Vázquez a Telecinco tras el fin de Sálvame, se convirtió en un sonado fracaso en el currículum del presentador. Pese a sus esfuerzos, el complicado horario de late night no se lo puso nada fácil y el formato no llegó al episodio número 11, dejando al catalán una vez más sin programa.
Esto sucedió a finales de septiembre y, hasta hace cinco días, ha estado totalmente alejado del foco público. El pasado 16 de noviembre Jorge Javier reapareció en sus redes sociales para mandar un mensaje de apoyo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a quien, llamándole por su apodo, pidió: “Perro, hazme tuyo una vez más. Feijóo va a durar en el Congreso lo que Cuentos Chinos en Telecinco”.
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Un texto que no pasó desapercibido entre sus seguidores y que el presentador acompañó con una fotografía en la que se le podía ver en bañador, posando frente a un chiringuito y desvelando que está de vacaciones. Un plan que todavía sigue realizando, según ha desvelado en su último blog para Lecturas en el que además ha hablado de un complejo del pasado.
“Hace mucho que no voy a una playa en España. Con lo tímido que soy me da vergüenza que me reconozcan tomando el sol y no tener escapatoria. Por eso disfruto tanto del anonimato en una playa donde sea posible confundirme con la gente”, confiesa Jorge Javier, para quien uno de los grandes pros de veranear al otro lado del mundo es que no tiene el pensamiento “de que puedan hacerte fotos en bañador te hace estar con las alertas disparadas”.
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Por eso prefiere no visitar las costas españolas y es que, según su experiencia, “a no ser que tengas un físico espectacular –y no es el caso–, tienes altas probabilidades de que al pillarte a traición salgas hecho un ecce homo”. Es por eso que ahora que no tiene “proyecto a la vista” está disfrutando de una etapa más tranquila en lo que se refiere a su físico.
En el pasado, sin embargo, Vázquez admite que llegó a obsesionarse. “Antes pedía siempre en los hoteles una báscula. Me pesaba todos los días y estructuraba la jornada según el peso: hacía más o menos deporte, tenía más o menos miramientos con la comida. Me fastidiaba la idea de volver de vacaciones con algunos kilos de más y que me llamaran gordo. No solo me fastidiaba: me creaba ansiedad”, afirma en Lecturas. Una batalla constante que según dice le generaba “complejos de culpa” si al final se decidía a tomar un postre y que convertían sus vacaciones en una batalla constante.
Por suerte eso ha cambiado y el catalán ha llegado a la conclusión de que todo el mundo tiene algún tipo de complejo: “la gran mayoría de guapos y guapas que he conocido esconden un complejo con alguna parte de su físico que al resto de la humanidad le parecería absurdo. Excepto a ellos. No conozco a nadie que se encante del todo. Que se acepte sí, pero ese es otro cantar”, afirma.