Hace poco más de un año, Carlos Gómez-Herrera decidía poner fin a su trayectoria como tenista profesional. “Una de las decisiones más importantes de mi vida”, tal y como definió el español en un post reciente de Instagram en el que reflexionaba al respecto. “Yo, como bien muchos saben, siempre tuve una flor en el culo (como decía el maestro Manolo Santana) y poco a poco fui adentrándome en el mundo del tenis desde categorías inferiores, Futures, Challengers y algún ATP. Siempre tuve la sensación de que no había alcanzado mi potencial, o siendo egoísta, que el tenis no había sido justo conmigo”, escribía. Llegó a ser el número 268 del mundo en individuales y el 195 en dobles. Pero no era feliz.
“Hace un año, de vuelta a casa después de ver a un amigo disputar una final, hablando sobre el partido y lo que ocurrió, me di cuenta de que lo que me frenaba a dar ese paso era el miedo o la incertidumbre de qué pasaría si ese sueño no siguiese siendo el motor de mi día a día. Me levanté y le dije ‘SE ACABÓ, voy a dejar el tenis’. Sentí en ese momento una liberación, alegría, agradecimiento”, expresó, además, el marbellí. Ese amigo al que se refería era ni más ni menos que el número uno del mundo, Novak Djokovic. Él le hizo abrir los ojos: “Claro que el tenis nunca fue injusto conmigo, ni que no alcancé mi potencial, todo lo contrario. Mi carrera de jugador fue solo un aprendizaje para el siguiente paso en mi vida”.
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Uno que, desde enero de este 2023, le llevaría a convertirse en entrenador precisamente del jugador con más Grand Slam de la historia del circuito masculino. Tres años más joven que Nole (33, por los 36 del serbio), la amistad de Carlos con sus hermanos (sobre todo, con Marko, el mediano) acabó reproduciéndose en el caso de la leyenda. El propio Djokovic no dudó en reconocer el vínculo que le une al ahora principal exponente tenístico de su equipo, junto con el exjugador de renombre Goran Ivanisevic, durante la pasada edición de Wimbledon.
“Es el mejor amigo de mi hermano Marko y uno de mis mejores amigos. Carlos jugó muchos torneos con Marko, así que en cierto modo se convirtió en miembro de nuestra familia, en una persona muy cercana a nosotros. Mientras él jugaba, entrenamos juntos en muchas ocasiones. El año pasado, cuando decidió retirarse, hablamos y le trasladé el deseo de que se uniese a mi equipo. Goran y el resto del team estuvieron de acuerdo. Además de ser mi hitting partner (sparring) y técnico asistente, Charly es una persona muy organizada. Contribuye a nuestro equipo tanto logística como analíticamente”, confesó el campeón a los medios serbios.
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“Cuando le conocí, no sabía ni quién era”
Durante su etapa como doblista, Gómez-Herrera formó pareja con los Djokovic en unas cuantas ocasiones. Sobre todo, con Marko, pero también con Djordje y Novak. Con este último, llegó a alcanzar la final del ATP 250 de Mallorca en 2021, aunque no pudieron disputarla por unos problemas físicos de Carlos. Anteriormente, ya habían jugado juntos en 2014, durante el ATP 500 de Dubái.
La fuerte conexión de Djokovic con Marbella se entiende mejor teniendo en cuenta que su amigo español por excelencia, al que invitó a la boda privada que celebró en 2014, es de allí. Sin olvidar que en la localidad malagueña encontramos a la otra pata española de su séquito: Pepe Imaz, otro extenista reconvertido en una suerte de gurú que dirige la escuela de tenis Amor & Paz con Marko Djokovic.
Durante el confinamiento, Djokovic y Gómez-Herrera compartieron infinidad de tiempo juntos: llegaron a entrenar en el salón de la casa de la estrella (con unas sillas ejerciendo de red y usando sartenes como raquetas) y, cuando en teoría aún no se podía trabajar en pista en España, en Puente Romano. Poco después, Carlos se sacó una licencia por Serbia para poder jugar el Adria Tour organizado por Nole. Djordje Djokovic le invitaría, más tarde, a disputar el ATP 250 de Belgrado, del que es director.
En nuestros días, Carlos Gómez-Herrera es el preparador de Djokovic que más se hace notar durante sus partidos, debido a las indicaciones técnicas que le brinda desde la grada. “Yo creo que la primera vez que entrené con él fue en 2010. Cuando le conocí en Madrid, no sabía ni quién era. Lo que más destacaría de Novak es lo transparente que es: lo que se ve es lo que es”, declaró a MARCA en su momento.
Una vez que pasó a trabajar de forma profesional con el líder del ranking, ha preferido mantener un perfil aún más discreto. Únicamente se explaya algo en Instagram, donde queda claro que Novak Djokovic es un pilar capital en su vida. “#24 Mamba mentality…”, posteó al consumarse el triunfo de su pupilo en el pasado US Open. Por si cabía alguna duda, Carlos volverá a ser la sombra del balcánico en la cita decisiva de la Copa Davis: no podía ser de otra manera celebrándose las Finales en Málaga.