Nadia Calviño, el principal contrapeso de Díaz en el Gobierno que anhela un cargo de alto nivel desde 2019

Su nombramiento como ministra fue alabado por la derecha y el sector financiero en 2018, pero ha tenido que defender medidas polémicas en su mandato. Ahora aspira a retomar la trayectoria europea, lo que le permitiría evitar el encaje de las nuevas políticas pactadas con Sumar, con las que no coincide

La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, en una imagen de archivo en Bruselas. (REUTERS/Yves Herman)

Nadia Calviño (A Coruña, 1968) ha acompañado a Pedro Sánchez como ministra económica desde su primer gobierno en junio de 2018 y volverá a repetir por tercera vez en el cargo a la espera de conseguir, por fin, un puesto de alto nivel internacional. En estos años, la gallega se ha postulado para presidir tres organismos, pero no ha resultado elegida: el FMI en 2019, el Eurogrupo en 2020 y, actualmente, el Banco Europeo de Inversiones (BEI), un proceso todavía abierto que debería culminar en diciembre de 2023.

El Ejecutivo de Sánchez hizo pública la candidatura de Calviño para presidir el BEI el 11 de agosto, después de las elecciones del 23-J, y desde entonces se la ha señalado como una de las favoritas dentro de los cinco candidatos. Su principal contrincante es la danesa Margrethe Vestager, miembro del Partido Social Liberal, comisaria de Competencia y vicepresidenta de la Comisión Europea, aunque se despidió temporalmente de dichos cargos en septiembre alegando la necesidad de centrarse en su candidatura al BEI.

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Para presidir el BEI es necesario contar con el voto favorable del 68% del capital. Esto hace imprescindible contar con el apoyo de tres de las cuatro principales economías europeas, que son las que tienen más cuota en el banco comunitario debido al peso de su PIB en la UE. Según las posiciones conocidas hasta el momento, Calviño contaría con los votos positivos del 30,96% del capital procedente de Alemana, Portugal y la propia España, según datos referidos al 31 de diciembre de 2022. Por ello necesita sumar a Francia a la ecuación, ya que Italia, con un candidato nacional en el proceso (Daniele Franco) y bajo el Ejecutivo de Meloni, se da por descontada.

Fuentes del Gobierno aseguran que llevan meses negociando intensamente con Francia, pero que su decisión no está tomada a un mes de que finalice el plazo para la votación, la cual podría producirse en el próximo ECOFIN ordinario del 8 de diciembre. Que se prolongue la decisión sobre este asunto hasta el último momento es lo habitual. La presidencia del BEI ha sido tradicionalmente duradera, con sus dos últimos presidentes ejerciendo durante una década completa cada uno. Entre los principales retos del organismo están financiar la reconstrucción de Ucrania y la transición verde en la UE.

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Aunque Calviño no resultó elegida para presidir el FMI ni el Eurogrupo, para el que le faltó tan solo un voto, sí ha conseguido liderar desde enero de 2022 el Comité Monetario y Financiero Internacional del FMI, cargo que ha compatibilizado con el de vicepresidenta primera y ministra. Si fuera elegida para el BEI, Calviño se convertiría en la primera mujer que preside el banco europeo.

Por otra parte, su continuación en el tercer Ejecutivo de Sánchez, como se ha confirmado, va más allá de los intereses del presidente para la política nacional. Calviño está liderando las conversaciones para acordar unas nuevas reglas fiscales en el marco de la presidencia española del Consejo de la UE y son muy relevantes para España dado su elevado nivel de endeudamiento. De hecho, debido el desacuerdo actual entre Alemania y Francia, Calviño ha anunciado un ECOFIN extraordinario para finales de noviembre con el objetivo de que el nuevo marco pueda entrar en vigor el 1 de enero de 2024 y no se active automáticamente el anterior.

Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera en el Congreso durante la segunda jornada de investidura del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE/ Juan Carlos Hidalgo)

Una gran desconocida en el inicio

Calviño cuenta con el apoyo de Sánchez y del PSOE pese a no ser integrante del partido. Durante la campaña a las generales, el presidente centró en su figura los logros económicos de la última legislatura y quiso evidenciar que al PP le faltaba un ministrable con su experiencia y nivel formativo. Calviño tiene un perfil que en su momento alabaron sectores de la derecha y del mundo financiero. Entre ellos, la presidenta del Banco Santander e incluso el actual líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, quien vio con buenos ojos su nombramiento como ministra en 2018: “Pinta bien”, afirmó.

Calviño pasó a ocupar la primera línea de la política española en 2018, después de 12 años fuera del país en trabajos sin visibilidad pública en la Comisión Europea: primero como directora general adjunta en la Dirección General de Mercado Interior, después en el mismo rango en el departamento de Servicios financieros y, finalmente, como directora general de Presupuestos. Puestos para los que estudió Derecho y Ciencias Económicas y Empresariales, además de ser funcionaria de la Administración del Estado.

Su ausencia en la esfera pública española durante más de una década la registró el primer barómetro del CIS en el que se preguntó por el primer Ejecutivo de Sánchez, de julio de 2018, donde el 80,5% de los encuestados aseguraba no conocer a Nadia Calviño. Por encima de ella solo se situaron en aquel momento Reyes Maroto (82,2%), Dolores Delgado (82,6%), Carmen Montón (81,4%) y Luis Planas (83,2%). Cinco años después, en el barómetro de octubre de 2023, el 80,6% de los encuestados la conoce y, no solo eso, sino que también aprueban su gestión con un 5,22. Ella y Margarita Robles, con un 5,29, son las dos únicas ministras con un resultado de aprobado en dicha edición.

Su marcha podría allanar el camino a Díaz

En la primera entrevista que concedió Calviño a un medio de comunicación —Onda Cero— tras ser nombrada ministra, deseó que la situación se mantuviera “tan tranquila” como en aquellos momentos (enero de 2019) para “que no tenga que salir mucho en los medios”. Su intención resultó lejana a la realidad, teniendo que aprobar siete paquetes de ayudas por la irrupción de la pandemia y de la crisis energética e inflacionista por la guerra en Ucrania. También le ha tocado defender medidas complicadas ante una banca que la respeta, como es el gravamen extraordinario temporal, y negociar la ampliación del código de buenas prácticas.

Más allá de estas medidas, durante su mandato ha negociado los fondos Next Generation (160.000 millones), ha extendido la conectividad digital a las zonas rurales por fibra y por satélite y ha aprobado leyes como la de startups y la concursal, aunque dejó sin finalizar la Autoridad de Defensa del Cliente Financiero. No obstante, su paso por el Ejecutivo no ha estado libre de polémicas, consistentes principalmente en discrepancias ideológicas primero con Pablo Iglesias y, después, con Yolanda Díaz. Calviño entró en un gobierno monocolor socialista y desde 2020 le ha tocado encajar las posturas de un socio más a la izquierda.

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En aquella primera entrevista ya aseguró que su objetivo no era “ser conocida” y, como se ha visto posteriormente, resulta evidente que su meta es ocupar un cargo internacional alejado de la polarizada política nacional. Teniendo en cuenta su perfil y aspiraciones, encajan las diferencias constantes mostradas con Díaz en medidas que molestan al mundo empresarial y desafían las teorías económicas ortodoxas. Si no prospera su candidatura al BEI, tendrá que afrontar un Ejecutivo que ha pactado, entre otras medidas, reducir la jornada laboral por ley de manera general y modificar —seguramente encarecer— el despido; asuntos con los que no está nada de acuerdo. De la misma manera, su marcha podría allanar el camino a Díaz, ya que el otro pilar fuerte del PSOE en materia económica, María Jesús Montero, sí ensalza las reformas pactadas: “La agenda social es la que desde el principio ha inspirado la conformación de este Gobierno y, más concretamente, el acuerdo con Sumar”.

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