Algunos no se explican cómo llegó al final de legislatura y, ahora, cómo sigue al frente del Ministerio del Interior. Fernando Grande-Marlaska (Bilbao, 1962) ha sido, durante los últimos cinco años, el superviviente del Gobierno de Pedro Sánchez. El magistrado se ha visto envuelto en algunas de las mayores crisis del Ejecutivo del líder socialista, entre ellas la tragedia de la valla de Melilla o la ruta migratoria de Canarias. Sin embargo, Sánchez ha sido su gran valedor y quien ha decidido sostenerle en la cartera de interior en esta nueva legislatura.
Sánchez apostó por Marlaska para Interior en 2018, cuando el magistrado era uno de los vocales del Consejo General del Poder Judicial, cargo que le fue designado a propuesta del PP. Tiene su plaza de juez en la Audiencia Nacional, donde hasta junio de 2017 presidió la Sala de lo Penal. Antes, había sido una de las figuras más destacadas de la lucha contra el terrorismo de ETA, especialmente desde el Juzgado Central de Instrucción número 5.
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De hecho, la banda terrorista planificó atentar contra él, como se reveló en la investigación a un comando operativo en 2008. ETA vigiló a Marlaska durante meses y llegó a preparar su asesinato para agosto de ese año en la localidad riojana de Ezcaray, donde veraneaba el magistrado.
Eran múltiples las razones que avalaban a Grande-Marlaska para posicionarse al frente del Ministerio del Interior y Sánchez le hizo dar el salto de la cúpula del Poder Judicial, adonde había llegado aupado por el PP, al Gobierno socialista. Por delante tenía retos como el terrorismo yihadista, la seguridad en Cataluña en pleno procés o la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como ley mordaza.
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Sus principales crisis
Sin embargo, el ministro comprobó rápidamente que hasta las posiciones cercanas podían convertirse en enemigas desde el Gobierno. Por ejemplo, las asociaciones de víctimas del terrorismo emprendieron una dura ofensiva contra Grande-Marlaska por la política de acercamiento de presos de ETA a las cárceles del País Vasco, que se completó este mismo año.
La mayor crisis del ministro del Interior llegó con la tragedia del salto a la valla de Melilla del 24 de junio de 2022, en la que murieron 40 personas, 77 desaparecieron y 470 fueron devueltas “en caliente”. La discutida actuación de la Guardia Civil y la defensa a ultranza de Marlaska provocó que fuera reprobado en el Congreso de los Diputados a iniciativa del PP el 9 de febrero de 2023.
Otro episodio de la crisis migratoria, el de la ruta canaria, ha marcado los últimos meses la agenda del ministro del Interior. Más de 30.000 migrantes han alcanzado las costas del archipiélago canario en lo que va de año.
Por norma general, la relación de Grande-Marlaska con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad ha sido tensa, especialmente por la incompleta equiparación salarial de la Policía Nacional y la Guardia Civil con las policías autonómicas y locales. Si hay que hablar de algún nombre propio, ese es el del coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, a quien el ministro tuvo que restituir al frente de la Comandancia de Madrid después de que el Tribunal Supremo anulase su cese por supuesta “pérdida de confianza”.