El 20 de noviembre es una fecha señalada en el calendario de Genoveva Casanova desde hace nueve años. Ese mismo día de 2014 falleció una de las mujeres más importantes de su vida, la abuela paterna de sus hijos, la duquesa de Alba. Pese a que su relación con el hijo de esta, Cayetano Martínez de Irujo, terminó en 2007 y, con ella, su unión con la aristócrata, ambas mujeres mantuvieron un estrecho contacto que provocó que la mexicana sintiera muchísimo su pérdida.
Por ello, en cada aniversario de su fallecimiento Genoveva se ha trasladado hasta la Iglesia de los Gitanos de Sevilla, donde reposan parte de sus restos mortales, para rendirle homenaje y recordarla. Una cita imprescindible en su calendario en la que se suele reunir tanto con sus hijos como con su exmarido, además de la novia de este, Bárbara Mirjan, pues es el duque de Arjona quien lo organiza todo.
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Este año, sin embargo, la asistencia de Genoveva está totalmente en el aire. La azteca lleva varios días totalmente recluida, lejos de Madrid y en paradero desconocido después de que salieran a la luz sus imágenes paseando con el príncipe Federico de Dinamarca por las calles de la capital española.
Genoveva, al límite
Y aunque han pasado casi dos semanas de la aparición de estas fotografías, Casanova sigue alejada de los medios, intentando que el huracán se calme. Entre medias ha hablado con la periodista Beatriz Cortázar, a quien explicó que su ‘desaparición’ es por prescripción tanto de su abogado como de sus médicos.
Por un lado, su psicólogo, que la está ayudando a sobrellevar este delicado trance en el que no oculta que no lo está pasando bien, y por el otro, el doctor que la trata desde que sufrió una embolia pulmonar el pasado mes de julio de la que ahora se podría estar resistiendo por el estrés y la presión mediática a la que está sometida. Genoveva Casanova también atendió a Vanitatis, medio al que reconoció que está “destrozada” y “sobrepasada”.
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Desde Dinamarca tanto Federico como su mujer, la princesa Mary, han decidido guardar silencio aunque es verdad que en el país nórdicos resuenan los ecos de esta supuesta aventura. Además, hasta donde se sabe, la reina Margarita II tuvo la oportunidad de acallar el escándalo mediático que azota a la familia real si esta hubiera accedido a pagar la suma de 250.000 euros a cambio de que las imágenes no viesen la luz. Sin embargo, se negó a destruir o guardar las fotografías.