Jaume Masià, el campeón del mundo de Moto3 que corría con 20 kilos adicionales en la moto por ser bajito

El valenciano se hizo con su primer título este domingo en Catar, tras seis años y medio en la categoría: ha tenido que volver al equipo en el que más a gusto se encontró para reinar por fin

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Jaume Masià, campeón del mundo de Moto3 (EFE/EPA/NOUSHAD THEKKAYIL)
Jaume Masià, campeón del mundo de Moto3 (EFE/EPA/NOUSHAD THEKKAYIL)

Ser alto puede ser un problema, pero lo mismo se puede decir de ser bajo. Que se lo pregunten a Jaume Masià, que lo suyo ha tenido que lidiar con su estatura hasta que esta dejó de ser un hándicap sobre la moto. Poco o nada le importa ya. Pudo resarcirse y triunfar, como lo hicieron Marc Márquez y Dani Pedrosa, otros ‘locos bajitos’ patrios de las dos ruedas. El piloto valenciano se une ahora a ellos en la condición de campeón del mundo, al haber conquistado el título de Moto3 este domingo en Catar.

Gracias al hito de Masià, de 23 años, la Comunidad Valenciana ya puede conformar su propio quinteto de vencedores en el Mundial: al de Algemesí le precedieron Ricardo Tormo, Jorge Martínez Aspar, ‘Champi’ Herreros y Nico Terol. Apodado, entre otros motes, con el sobrenombre de Macaulay Culkin, nada más consumar el campeonato protagonizó una frase digna del actor estadounidense en Solo en casa. “¿No sabéis que un niño siempre gana a dos idiotas?”, comentaba este durante la famosa película. Su homólogo del motociclismo protagonizó una reflexión parecida, adaptada a las circunstancias, ahora.

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“Mi ego, mi persona, no me podía permitir que me ganara. Visto que nadie me ha ayudado durante todo el año, iba a depender de mí. Lo he luchado con muchas ganas”, reconoció Masià sobre su duelo de titanes con Ayumu Sasaki. Que se diera un aviso de sanción para su compañero Adrián Fernández por intentar controlar al japonés le molestó sobremanera.

“Mi intención era seguir dándole caña. Tenía unas ganas increíbles. Al final, me han calmado, aunque él también seguía haciendo el guarro, así que me parece muy injusto. Ya desde Malasia teníamos una estrategia con Adrián y me parece vergonzoso, inaceptable, que Dirección de Carrera se rebaje al nivel de decirnos que Adrián no podía seguir a Sasaki, diciéndonos que no podía molestarle, que era injusto, que no podía estorbarle, cuando simplemente le seguía. No sé qué pensar”, expuso sin tapujos.

Masià tras su victoria en Catar (REUTERS/Ibraheem Al Omari)
Masià tras su victoria en Catar (REUTERS/Ibraheem Al Omari)

A continuación, dejó la frase que podría haber firmado el mismísimo Kevin McCallister: “Al final, les joda o no, ha ganado un español, y es lo que hay”. Le ha costado hacerse con el entorchado. Concretamente, seis temporadas y media, con las adversidades a la orden del día. “Me ha tocado a mí, siendo mucho más difícil que para los demás. No me lo creo”, se sinceró, como primer sorprendido por el logro que se acaba de apuntar.

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Altura y peso contraproducentes para sus rivales

Hubo un tiempo en el que el crecimiento de Masià fue un auténtico quebradero de cabeza para todos. La Cuna de Campeones, el FIM CEV y la Red Bull Rookies Cup fueron las competiciones en las que se fogueó, con un segundo puesto final a destacar en la segunda (2017). En su primer año realmente serio, 2014, apenas llegaba a los 1,38 metros de estatura y a los 32 kilos de peso. De ahí que se decidiese lastrar su montura con 20 kg de tungsteno.

¿Por qué? Sin ese extra, El Rubio dominaba a placer. Al tener que equiparar el peso de las motos para que nadie tuviese ventaja sobre el resto, tuvo que cambiar su manera de pilotar y le costó adaptarse. Poco a poco, lo consiguió. Sobreponiéndose, además, a las lesiones, que tampoco le han dejado tranquilo, en muchas ocasiones, a lo largo de su trayectoria.

Masià nada más ganar el Mundial (REUTERS/Ibraheem Al Omari)
Masià nada más ganar el Mundial (REUTERS/Ibraheem Al Omari)

La llegada de Masià a Moto3 resultó fulgurante: vuelta rápida, récord del circuito y novena plaza en el Gran Premio de Austria de 2017. La primera temporada al completo la disputaría en 2018, cuando terminó el año decimotercero. En 2019, alcanzó su primera victoria, en Argentina, y tres podios más (Austin, Mugello y Sepang), concluyendo noveno. Entonces, saldría del Bester Capital Dubai (KTM) para vivir su primera etapa en el Leopard Racing (Honda), en 2020.

Tras dos triunfos (ambos en Aragón) y un segundo puesto en Austria para ser sexto en la clasificación, regresó a KTM de la mano del Red Bull KTM Ajo. En 2021 y 2022, siguieron llegando victorias (una en 2021 y dos en 2022) y podios (cuatro y seis), pero sólo pudo ser cuarto en la tabla el primer año y sexto el segundo. Parecía que a Masià le faltaba mayor constancia para aspirar realmente al trofeo.

Por eso, decidió que tenía que volver a correr para el Leopard, allí donde se había encontrado mejor. Trabajar su explosividad a nivel psicológico también le ha ayudado a alcanzar la cima, por fin, este 2023. Le costó hacer acopio de regularidad, pero haber sido un habitual de los puntos y anotarse hasta 10 podios (cuatro primeros puestos) le ha ayudado sobremanera.

Masià en acción en Catar (REUTERS/Ibraheem Al Omari)
Masià en acción en Catar (REUTERS/Ibraheem Al Omari)

En plena celebración, Jaume Masià quiso acordarse de lo que le decía un amigo suyo: “Si es para ti, ni aunque te quites. Y si no, ni aunque te pongas”. Tras perseguirlo durante muchísimo tiempo, le ha sucedido lo primero. Ya asentado en lo físico (1,65 m; 55 kg) y en lo deportivo, tras momentos en los que incluso llegó a plantearse tirar la toalla, ha tocado la gloria. Es el enésimo producto de la cantera española, siempre abierta al talento a la hora de dar gas.

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