De cultivar alimentos a servirlos: el SEPE atisba un trasvase de trabajadores del campo a la hostelería ante el aumento de vacantes

El alza de precios en las materias primas derivado de la guerra de Ucrania, la crisis energética o la sequía son algunos de los factores que más han mermado la rentabilidad de las explotaciones agrarias

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Un trabajador recoge uvas en el campo.
Un trabajador recoge uvas en el campo.

La crisis sanitaria de la covid-19 provocó un cataclismo en el sector turístico, piedra angular de la economía española. El cierre de bares durante el confinamiento y las posteriores restricciones generaron una importante pérdida de profesionales de la hostelería, que huyeron a otros sectores ante el parón en su actividad. La paulatina recuperación de la normalidad ha generado un nuevo problema en el sector: ahora ya no encuentran trabajadores para cubrir en aumento de la demanda. Sin embargo, la baja rentabilidad de las explotaciones agrarias, sumada a la desaparición de muchas explotaciones del sector primario en los últimos años, ha generado un éxodo de los trabajadores del campo, que buscan trabajo en bares y restaurantes ante el crecimiento de sus vacantes.

Los últimos tres años han provocado un terremoto dentro del sector turístico. Concretamente, los bares y restaurantes han registrado una evolución positiva de la afiliación, aunque tras el descalabro en el empleo que se generó en 2020, aún no se han recuperado los niveles precovid. Sin embargo, la reforma laboral ha generado cambios significativos en cuanto al tipo de puestos de trabajo ofertados, impulsando la contratación indefinida –mediante la figura de los fijos discontinuos–.

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España superó en 2022 el número de ocupados del último año antes de la pandemia, pero no sucedió lo mismo en el sector de la hostelería, en el que se contaron 75.000 ocupados menos de media respecto a tres años antes, según la EPA. Los sindicatos achacan esta caída en el volumen de trabajadores a los bajos salarios, la temporalidad y la parcialidad, más presentes en el subsector de la restauración. Una “gran renuncia” que ha generado que, la hostelería sea uno de los sectores donde se registran más vacantes de empleo, ante la recuperación casi total de los flujos turísticos.

“Es una actividad con vacantes sin cubrir, pues muchos de los trabajadores habituales tuvieron que reconvertirse durante la pandemia hacia otros sectores. Ante la escasez de empleados, muchos empresarios están acudiendo a la tecnología para llenar esos huecos en el servicio. Así, veremos cada vez más aplicaciones móviles que permiten a los huéspedes personalizar cada aspecto de su estancia, y las máquinas sustituirán a los empleados a una velocidad aún mayor a la esperada. No obstante, su saldo de movilidad intersectorial está siendo positivo; se reciben trabajadores de otros sectores, como la agricultura” reza el último informe de Tendencias del Mercado de Trabajo en España 2023 del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE).

Éxodo de trabajadores del sector primario

Los agricultores se están viendo obligados a dejar el campo y buscar otros empleos. No es para menos. El sector agrario ha registrado un aumento de 16.900 en la cifra de parados en el tercer trimestre respecto al mismo periodo anterior, hasta las 148.200 personas, según la EPA. En comparación con el tercer trimestre de 2022, la cifra de parados en el sector agrario ha disminuido en 11.000 personas y en un 6,92%. La ocupación en la agricultura se ha situado en 701.900 personas, con una caída del 6,37 % respecto a la del trimestre anterior, con 47.800 menos. En un año, el sector agrícola ha perdido 27.100 ocupados, lo que equivale a una bajada del 3,72%.

Imagen de agricultores.
Imagen de agricultores.

Si se echa la vista más atrás, cada año, una media de 2.600 autónomos españoles del sector agrario cierran sus explotaciones. Esto es algo que viene sucediendo desde que existen registros en las estadísticas del Ministerio de Trabajo, es decir, al menos desde el año 2016. El sector agroalimentario español se encuentra en un momento crítico que nos aboca irremediablemente a la pérdida de la seguridad alimentaria y a la dependencia de terceros países, además de la práctica desaparición de la España rural.

Ahora mismo hay un total de 220.113 agricultores y ganaderos autónomos, según las estadísticas de trabajadores autónomos elaboradas por el Ministerio de Trabajo. La cifra queda muy lejos de los 235.451 autónomos agrónomos registrados en el mismo periodo de 2016, lo que supone una pérdida de 18.500 personas dedicadas al sector primario por cuenta propia en apenas siete años.

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“El maltrato al campo tiene una incidencia decisiva en los precios de los alimentos y en el bolsillo de los españoles. Si desmantelamos la producción de alimentos, España será un país de sólo servicios, empleo precario y rehén de otros para algo tan elemental como comer a buen precio” afirma la portavoz de SOS Rural, Natalia Corbalán.

El alza de precios en las materias primas derivado de la guerra de Ucrania, la crisis energética o la sequía son algunos de los factores que más han mermado la rentabilidad de las explotaciones agrarias. Y pese a que las frutas y las verduras se han encarecido de manera significativa en los supermercados, lo cierto es que este aumento de precios no se traduce en mayores ingresos, agrandando la brecha entre lo que pagan los consumidores y lo que perciben los agricultores.

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