Las “pantallas niñera” y el consumo desmedido de tecnología en menores: “Prohibir cosas en la adolescencia no funciona”

El uso de pantallas entre los menores de edad en España tiene un reverso peligroso, pero también imposible de frenar en un mundo invadido por la tecnología. ¿Dónde está el equilibrio?

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Los menores de edad pueden
Los menores de edad pueden ver afectado su aprendizaje y desarrollo lingüístico por el consumo en pantallas. (Freepik)

Mientras una pareja come en un restaurante, su bebé mira embobado una tablet que emite dibujos animados de colores brillantes. Es un escenario habitual y cotidiano para cualquiera. El uso de tecnología y el consumo de pantallas por parte de menores de edad, en ocasiones prácticamente recién nacidos, hace saltar alarmas de pediatras y psicólogos infantiles, preocupados por el devenir de una generación nacida con la retina clavada al monitor. Bajo ese pretexto, China plantea la prohibición de smartphones en menores de 18 años en un país que ya tiene reducido el uso de TikTok a 40 minutos al día y un límite de tres horas a la semana para videojuegos.

El uso de las tecnologías en menores vive entre errores como hacer debates simplificados a sí o no y hablar de menores como si fuesen igual un niño de dos años a otro de 17 y entre evidencias científicas sobre problemas en el desarrollo cerebral de los más pequeños por el uso de pantallas. El mundo del siglo XXI está pegado a una pantalla y vivir al margen de ellas es vivir al margen de la sociedad.

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Una cosa son los niños y niñas. En los menores de dos años, la Asociación Española de Pediatría (AEP) hace una clara propuesta de disminuir al máximo el uso de aparatos electrónicos. María Salmerón, pediatra y experta en Salud Digital de la AEP, encuentra inconvenientes en el desarrollo cerebral: “A esa edad se lleva a cabo un proceso de mielinización cerebral. La mielina es una película que recubre a la neurona, que está formada por unos lípidos especiales que son los fosfolípidos. Y es lo que permite, pues igual que un cable de la corriente que está recubierto de un plástico, que el impulso nervioso llegue a gran velocidad. Es necesario para reaccionar a un estímulo en milisegundos”, asegura la sanitaria.

En su experiencia laboral, Salmerón ha encontrado trastornos parecidos al autismo por el uso excesivo de pantallas: “La exposición de pantallas en esta edad quita todos esos estímulos necesarios, y en pediatría ya empezamos a ver sintomatología parecida al trastorno del espectro autista y hay muchos niños que mejoran en el neurodesarrollo solo por quitar la pantalla”, afirma. Entre menores de seis años, la pediatra limitaría el ocio digital a dos horas diarias.

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En contra de las prohibiciones en adolescentes

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En la imagen de archivo, un niño disfruta de los nuevos juegos en el festival de videojuegos Festigame. (EFE/Mario Ruiz)

Sin embargo, Marc Ferrer, psiquiatra y parte del equipo de hospitalización psiquiátrica del hospital Vall d’Hebron, al tratar a menores adolescentes, encuentra otro tipo de medidas útiles y no ve con buenos ojos la prohibición de pantallas: “No se pueden poner puertas al campo, la realidad es que las pantallas forman parte de nuestra vida. Veo una excesiva simplificación del problema, porque hablar de prohibir cosas en la adolescencia no funciona. Estarías estimulando a que el adolescente haga absolutamente todo lo contrario”, asevera el médico.

Es difícil ligar el notable aumento de trastornos mentales en la juventud al abuso de redes sociales e Internet, una relación que popularmente se establece con facilidad. Ferrer no es partidario de darle una causalidad directa, aunque reconoce inevitablemente que “es la variable más marcada”, debido a que “el resto de cosas que a otras generaciones podían estresar son las mismas que las actuales, pero antes no había pantallas y ahora sí, es la gran variable”.

María Solano Altaba, exdecana de la Facultad de Humanidades en la CEU San Pablo, comparte su experiencia a la vez que evalúa las tendencias actuales, donde descarta las prohibiciones: “Prohibir es muy poco útil porque van a tener acceso a pantallas sí o sí, y además, los niños, adolescentes y jóvenes necesitan estar preparados para el entorno digital en el que van a desarrollar sus vidas”, sostiene Solano.

El papel de los padres con el abuso de pantallas

Solano, que además es madre de adolescentes, aboga por una relación sana con las tecnologías, donde los padres también asuman la responsabilidad educacional, desligada de prohibiciones o desentendimiento parental. “Hay que educarlos en un uso lo más adecuado posible, porque hay peligros como el llamado scroll infinito —entrar en una aplicación y quedarse en ella durante horas por culpa de su funcionamiento, hecho para enganchar—. Las empresas ganan dinero por el tiempo que tú pasas allí. Claro, cuanto más tiempo pasas, más te analizan. Cuanto más te analizan, más caros venden tus datos”, denuncia la profesora, que a fin de cuentas entiende que “lo más importante es educar el pensamiento crítico”.

Es aquí cuando entra la figura paterna. Las redes sociales ponen control al uso de los menores. TikTok confirma a Infobae que cierra 20 millones de cuentas al año por pertenecer a menores de 12 años. Con más o menos consistencia, las plataformas se cubren las espaldas, pero cuidan su negocio. Es entonces cuando la mesura y el control impuesto en las casas pasa a ser vital. “Hay que aprender a desarrollar la paciencia— dice el psiquiatra Ferrer sobre lo que necesita un adolescente—. A veces, los padres tenemos que hacer cosas que no nos apetecen. ¿A qué padre le apetece discutir con su hijo después de una larga jornada laboral? A nadie, pero hay que gastar paciencia y energía en decir que no. Pero es una responsabilidad compartida, yo intento con mis hijos intento demorar la aparición de los móviles en sus vidas lo máximo posible, pero si no se lo acabo dando, también sé que se quedarán fuera de todo”.

Concienciar a los padres es el punto de unión de estos profesionales: “Hace falta, sobre todo, la educación de los padres, porque en un niño menor de dos años si le facilita el dispositivo es que han sido los padres. Una de las cosas que le explicamos a los padres que hay dos usos que debemos evitar: la tableta niñera y las pantallas como chupete emocional”, zanja María Salmerón. A partir de ahí, solo se puede mejorar y construir un futuro más apacible.

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