De Solidaridad a Frente Obrero: los lobos con piel de cordero que intentan captar el voto tradicional de izquierdas

La estrategia de Vox, y la ultraderecha a nivel mundial, pasa por parasitar batallas tradicionales de la izquierda con soluciones ultras

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Frente Obrero y Solidaridad. Ilustración
Frente Obrero y Solidaridad. Ilustración

En los últimos años, con el auge de las extremas derechas en España y Europa, han florecido proyectos políticos con el objetivo de contagiar al electorado de izquierdas de las tesis más ultras de la derecha. En España, Vox es uno de los ejemplos más claros de cómo el proceso independentista catalán supuso una explosión de oposición en forma de ultraderecha. No obstante, con la llegada en 2018 de Pedro Sánchez a La Moncloa y la puesta en marcha de su política de distensión en Cataluña, el apoyo a los de Abascal se ha ido reduciendo, firmando el pasado 23 de julio una perdida de 600.000 votos y 16 escaños.

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Su retroceso electoral era una de las claves de las pasadas elecciones generales. Sin embargo, el partido ha trabajado para evitar al máximo su desaparición, poniendo en marcha una doble estrategia política. Por un lado, pretenden consolidar a sus bases originarias, es decir, mantener el electorado, con altos ingresos y vida acomodada, y al mismo tiempo, intentar ampliarlas. La intención de Vox ha sido ir migrando los votos de la clase trabajadora, al igual que sus colegas europeos en Francia, Alemania o Italia. Dentro de esa estrategia han planteado iniciativas como Solidaridad, en forma de sindicato, o Revuelta, convertida en plataforma de jóvenes “independiente”.

Solidaridad y Revuelta, satélites ultras

“Solidaridad es un sindicato al servicio de los españoles y no de un partido político o causas ideológicas”, dijo Santiago Abascal, el líder de Vox, cuando presentó la organización en un acto político. A pesar de no estar “al servicio de un partido”, comparte dirigentes, sus estatutos similares, tiene un ideario político muy parecido y su estructura es igual que la del partido ultra: piramidal.

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Su líder es Rodrigo Alonso, diputado de los ultras en el Parlamento de Andalucía, se hizo famoso por decirle a Adelante Andalucía, en el Parlamento, que se olvidase de los ricos, que “son ricos por naturaleza”, defendió cuando la Cámara debatía sobre un nuevo impuesto a la banca.

El sindicato Solidaridad. (Alberto Ortega / Europa Press)
El sindicato Solidaridad. (Alberto Ortega / Europa Press)

El sindicato, en estos tres años de vida, ha intentado hacerse un hueco entre los trabajadores, sin éxito. Según sus propios datos, la organización tan solo ha conseguido 250 delegados sindicales, ni el 0,01% del total, frente a los más de 100.000 con los que cuentan CCOO y UGT.

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Entre sus prioridades, según su propia hoja de ruta, está el fin de las cotizaciones, defensa de la familia, “acabar con el despilfarro político”, critica a la inmigración ilegal y apuesta por un salario digno, pero culpando de las bajas remuneraciones a la política fiscal y descarta el apoyo a la regulación de medidas como el SMI.

Revuelta es una organización que forma parte del enésimo intento de Vox de capitalizar a la juventud ultra en torno a unas siglas que no tengan que ver con la formación de Abascal. Sin embargo, sus consignas contra Sánchez y los grupos parlamentarios que han apoyado la investidura han confirmado la ideología más cercana a los ultras.

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En el manifiesto de la asociación se habla de la defensa de los jóvenes de sus condiciones de vida y de la democratización de la igualdad, cuestión que describen como uno de los pilares de la organización, de la que también destacan su carácter independiente de cualquier organización política.

JUPOL y JUCIL

Ambos sindicatos lograron ser fundamentales en el desarrollo de algunas de las batallas laborales que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado quería ganar al Ministerio del Interior. No obstante, la deriva ideológica de ambas organizaciones ha llevado a que pierdan su mayoría en los órganos de negociación y dejar de ser las asociaciones mayoritarias dentro de la Policía Nacional y la Guardia Civil.

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Durante la negociación con los partidos independentistas y nacionalistas, ambos grupos se han posicionado frontalmente en contra, cuestionando los acuerdos y las negociaciones que el equipo del presidente del Gobierno ha llevado a cabo. Son muchos de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que rechazan “el uso político” que están haciendo estas organizaciones de su altavoz, llegando a negarles la condición de sindicatos: “No son ni sindicatos”, explican algunos policías y guardias civiles a Infobae España.

Manifestación de JUCIL. (Gabriel Luengas - Europa Press)
Manifestación de JUCIL. (Gabriel Luengas - Europa Press)

El asedio a la sede del PSOE por parte de la extrema derecha ha sido un nuevo campo de batalla para estos grupos que han criticado las cargas y han señalado, como Abascal, al ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska.

Frente Obrero

Más allá de los satélites de Vox y organizaciones sindicales estrechamente vinculadas a la ultraderecha, el 23 de julio por Castilla y León se presentó Frente Obrero. La formación política no logró ningún representante en las Cortes Generales, sin embargo, estuvo muy presente en campaña.

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El partido se fundó en octubre de 2018 y se dio a conocer cuando atacó un acto del vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, en la Universidad Complutense de Madrid. Al entonces líder de Podemos le acusaron de ser “un peón al servicio de las grandes empresas y de los bancos”. Se hizo popular durante la campaña de las elecciones municipales y autonómicas, cuándo protagonizó un escrache a Pedro Sánchez durante un mitin en el que preguntaban al presidente del Gobierno “¿cuánto te paga Marruecos”?, en clara referencia al cambio de posición de España con respecto al Sáhara Occidental.

En marzo de 2020 también atacaron al líder de Más País, Iñigo Errejón, al que acusaron de “dejar a los obreros en la calle” y mantenían que “los obreros votan a Vox por algo”. Para no “traicionar a los obreros”, ellos apuestan por la nacionalización de los sectores estratégicos y ejecutar el intervencionismo del Estado en la economía para “defender a los trabajadores”.

Esta formación, mientras “protegen” a los trabajadores, se posicionan en contra de las leyes de protección al colectivo LGTBI, a las cuales califican de “ideología de género”, en la línea de la ultraderecha, al igual que muchas de sus posiciones en materia de inmigración.

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