“Nunca una moción de censura ha triunfado en España; es imposible ganarle unas primarias al aparato de un partido; aquí nadie dimite para ser fiel a su palabra… Uno tras otro, los lugares comunes de nuestra vida política han sido derribados por un hombre: Pedro Sánchez”. Así comienza la sinopsis de ‘Manual de Resistencia’, la autobiografía autorizada del presidente del Gobierno que llegó a las librerías en febrero de 2019. Una obra que repasa su trayectoria desde que asume la secretaria general del PSOE en 2014, es derribado por sus propios compañeros en un convulso Comité Federal en 2016, recupera el poder tras unas primarias sorprendentes, y se hace con La Moncloa en 2018 tras expulsar a Rajoy.
Imposible vivir tanto en tan poco tiempo. Imposible, no. Sánchez ganó las elecciones de abril de 2019, pero no pudo formar Gobierno. Hubo repetición de comicios y volvió a ganar en noviembre de ese año, consiguiendo en esta ocasión conformar el primer Ejecutivo de coalición de la historia con Unidas Podemos. Las elecciones de julio de 2023 las perdió, pero por la mínima. Pero si alguien pensaba que el último capítulo del Manual de Resistencia ya se había escrito, se equivocaba. Este viernes, Sánchez tomará posesión por tercera vez como presidente del Gobierno después de haber conseguido los apoyos de 23 partidos. Sí, de 23: el suyo (el PSOE), ERC, Junts, Bildu, PNV, BNG, CC y Sumar, este último una amalgama de 16 formaciones.
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Sánchez inicia así un nuevo periplo político, quizás el más complicado que haya vivido hasta entonces. Y mira que eso es difícil. “Se avecina una legislatura compleja. Habrá que ir partido a partido”, resume un diputado socialista muy del Atleti que utiliza la filosofía del Cholo Simeone para describir lo que le espera al presidente y a su Gobierno de coalición. Porque aunque Sánchez ha conseguido en esta investidura más votos (179) que en la anterior y más que Rajoy en 2016 o Zapatero en 2004 y 2008, la aritmética parlamentaria y el apoyo que ha tenido que pagar para lograrlo darán, seguramente, para una segunda parte de su libro.
Porque Sánchez gobernará con muchos frentes abiertos. El primero con su socio más fiel, Sumar. Los de Yolanda Díaz quieren una legislatura en la que se aprueben los avances sociales que han firmado con el PSOE, pero los socialistas ponen el freno porque saben que el debate territorial centrará la agenda política. Cualquier iniciativa legislativa, cualquiera, deberá contar con el apoyo de dos formaciones, por ende, conservadoras: PNV y Junts. A eso se añade que a Sumar tampoco le interesa ser una comparsa de Sánchez. Yolanda Díaz necesita marcar territorio e intentar imponer su agenda social. No hay que olvidar que el experimento Sumar aún no está consolidado, ni constituido, ni regulado como partido político. Sumar necesita demostrar, para crecer, que es útil políticamente.
Y dentro de Sumar está “el problemón” de Podemos, que no formará parte del nuevo Gobierno de coalición. La formación morada lleva semanas presionando para tener representación en el Consejo de Ministros. Sin éxito. Incluso puenteando a Sumar para tener una interlocución directa con el PSOE. No ha servido de nada. Irene Montero ha acusado directamente a Díaz de echarlos del Gobierno y el líder oficioso de Podemos, Pablo Iglesias, asegura desde su altavoz mediático, Diario Red, que Podemos se presentará con toda seguridad en solitario en las próximas elecciones europeas y que, como no están dentro del Ejecutivo, “tendrán una actividad parlamentaria diferenciada”.
“Si este veto se confirma, es obvio que Podemos pasará a contar en ese momento con una completa autonomía política. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz están asumiendo que los morados sigan una trayectoria independiente del nuevo gobierno PSOE-Sumar con todas las consecuencias políticas que ello conlleva”, pontifican desde la web de Iglesias. “Es una amenaza en toda regla. El PSOE ya ha repetido a Yolanda Díaz que tiene que atar corto a Podemos. Sánchez no quiere sorpresas por ese lado. Ya tiene bastante con lo que le espera con las fuerzas independentistas”, explica una fuente de la dirección del PSOE.
EH Bildu, PNV. Esquerra y Junts
Porque el ‘manual de resistencia’ de Sánchez se va a poner a prueba esta legislatura por otro lado. El presidente depende de cuatro fuerzas nacionalistas e independentistas para sacar adelante medidas, leyes y presupuestos: EH Bildu, PNV, ERC y Junts. Sobre todo de Junts y del (hasta el momento) prófugo Carles Puigdemont. Con los partidos vascos hay buena sintonía. Pero lo vivido en Cataluña desde 2014 ha abierto profundas heridas que la ley de amnistía pretende cerrar.
“En lugar de asegurar la estabilidad de la legislatura de entrada, habrá que ganársela acuerdo a acuerdo. En lugar de hacer una lista de la compra siempre incompleta y nunca satisfecha, queremos hablar del supermercado entero” fueron las palabras que este miércoles pronunció Míriam Nogueras, portavoz de Junts, desde la tribuna de oradores del Congreso. Sin olvidar su clara advertencia: “Con nosotros no pruebe a tentar a la suerte”. De hecho, los siete e indispensables diputados de Junts no aplaudieron este jueves a Pedro Sánchez en su día grande. Junts insiste en que no ha firmado un acuerdo de legislatura, sino de investidura. Y que el futuro de Sánchez dependerá de muchas variables. La relación con Esquerra es más fluida. A pesar de ello, Gabriel Rufián también lanzó un toque de atención a Sánchez. “Mire este hemiciclo. ¿Ve aquí alguna alternativa a nosotros y nosotras? No se la juegue”, le espetó el miércoles.
Demasiadas piezas de un puzle concreto que habrá que empezar a encajar con la negociación de los presupuestos de 2024. Ahí veremos cómo se empieza a escribir el principio del último capítulo de Pedro Sánchez. Manitado por Junts y veremos si ‘chantajeado’ por Podemos. Si todo sale bien, y eso es mucho pedir, el líder socialista podrá estar cuatro años más en La Moncloa y sumar al menos nueve años al frente del Gobierno, convirtiéndose en el segundo presidente con más tiempo en el poder después de Felipe González.