El 25 aniversario de uno de los episodios más infaustos de la historia de la selección española de fútbol, si no el que más, se ha quedado, como cabía esperar, en eso: una simple efeméride. El partido de este jueves 16 de noviembre en Limasol se pareció como un huevo a una castaña al que afrontó la España de Javier Clemente un 5 de septiembre de 1998 en Larnaca. Aquella derrota sonrojante por 3-2, ante futbolistas amateurs, contrasta con la victoria de oficio de la Roja en nuestros días. No había título que defender, por parte del equipo nacional, en aquel entonces. Ahora, al menos, los nuestros son vigentes campeones de la Nations League y quieren estar entre los favoritos para hacerse con la Eurocopa de 2024. La clasificación no ha corrido peligro gracias a jornadas tan plácidas como esta (1-3).
El gran mérito del combinado chipriota fue contener el vendaval ofensivo español a la perfección durante la segunda parte. Nada pudo hacer su defensa para que el cerrojo no cayese con insultante facilidad, y ahí se terminó todo, en la primera mitad. En apenas cinco minutos, los hombres de Luis de la Fuente lograron que su favoritismo se trasladase al marcador, sin demasiado esfuerzo. Abrir la lata le correspondió al más joven, que se gusta especialmente en estos duelos cargados de goles a los que España se ha abonado en esta fase clasificatoria europea: Lamine Yamal.
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Cuando la bola le cayó al chaval tras una buena jugada entre Merino y Joselu, que el segundo no pudo culminar, empezó el show: recorte al portero local, recorte a uno de los centrales y chute bajo junto al palo. La calidad de los movimientos de Yamal dejó un golazo que acabó por completo con la resistencia de los anfitriones. Si su intención era no dejar espacios, tuvieron que quitársela de la cabeza rápidamente. Porque España, en tan sólo media hora, se puso a mandar por 0-3.
La cara y la cruz de la tarde se la llevó Mikel Oyarzabal, y en la Real estarán muy preocupados por ello. La nota positiva fue que logró el segundo gol de España, tras no perdonar una asistencia medida de Grimaldo (debut inmejorable el suyo en el lateral). Tras un poco de suspense, porque hubo que tirar de VAR para advertir si estaba en posición antirreglamentaria, el tanto quedó ratificado. Sin embargo, poco antes del descanso hubo jarro de agua fría para el vasco: se lesionó y no le quedó más remedio que dejar el césped.
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Antes de su adiós, España ya tenía tres razones para sonreír en el electrónico, y precisamente Oyarzabal también contribuyó en la tercera diana. Un centro al segundo palo a la salida de un córner fue cazado a la perfección por Joselu, que se adelantó a su par para reventarla y ahondar todavía más en la herida. La cosa pintaba txuri-urdin: Zubimendi, para no ser menos, había mandado un balón al palo.
Chipre salva la honra
La tela que cortar escaseó a partir de entonces. En un once con claro sabor a rotaciones, la cosa fue de control tras el paso por los vestuarios. La mejor noticia para Chipre es que no encajó tanto como en la ida española (6-0). De hecho, se gustó ante su público y mejoró las prestaciones ofrecidas hasta entonces, con los españoles bajando el pistón lo suyo al saberse claros dominadores.
Algún que otro susto había tenido el guardameta español, David Raya. Los pudo solventar sin inconvenientes hasta el 75, cuando una contra acabó con la imbatibilidad del barcelonés. Robarle la cartera a España supuso quedar totalmente vendidos atrás: Kastanos vio desmarcado a Pileas, dándole el pase necesario para que se plantase en el área pequeña con facilidad y consiguiese anotar. De nuevo, se recurrió al VAR, que dio por buena la acción.
Aun así, no había nada que temer, porque la bandera blanca ondeaba desde hacía rato. España aprovechó la coyuntura para probar al resto de sus nuevos integrantes (Riquelme y Aléix García) y obtuvo la garantía, prácticamente, de que será primera. Le falta derrotar también a Georgia, en Valladolid, para consumarlo.