Claves de la investidura: los socios de Pedro Sánchez necesitan que la legislatura dure

Ninguno de los apoyos de la investidura puede permitirse un Gobierno con la ultraderecha porque supondría el fin de las leyes sociales y el avance en el autogobierno

Los pactos de Pedro Sánchez. (Infobae España)

Llegado el debate de investidura de Pedro Sánchez, la derecha sigue lidiando con el trauma que le supone el haber repartido ministerios y direcciones de empresas públicas y no poder efectuar sus planes. Los conservadores, con ruido, siguen en ese proceso en el que deben asumir que no podrán gobernar pese a que el PP ganó en votos al PSOE el pasado 23-J.

De todas formas, muchos dirigentes populares se consuelan creyendo en la idea de que, a pesar de que la legislatura eche a andar, no durará demasiado. Pero nada más lejos de la realidad. Es cierto, la amalgama de pactos de Sánchez son más una necesidad que un convencimiento. Ya lo dijo el propio presidente en el Comité Federal hace algunas semanas, “hacer de la necesidad, virtud”, y guste o no, esa necesidad atará a sus socios más de lo que a la derecha (y a esos propios socios) les gustaría.

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Junts per Catalunya, PNV, Coalición Canaria, BNG, ERC, EH Bildu y Sumar votarán junto a los diputados socialistas para, con 179 votos a favor, hacer presidente del Gobierno a Pedro Sánchez. A pesar de que muchos de ellos son competidores y contrarios, por separado tienen intereses distintos, pero todos convergen en que Sánchez siga en La Moncloa.

Junts

Junts per Catalunya sabe que el recorrido para la aplicación y puesta en marcha de la Ley de Amnistía será largo y tedioso. El PSOE ya ha hecho su parte: aceptar el reto, negociarla, registrarla en el Congreso de los Diputados y, cuando toque, votar a favor de su aprobación. La oposición no se lo pondrá tan fácil y, hasta decida el Tribunal Constitucional, los jueces que deban aplicar la ley, los tribunales europeos…, puede pasar algún tiempo. Mientras, Sánchez seguirá gobernando. Además, por cada voto a favor que pida el presidente, Junts sacará algo a cambio, esto le permitirá generar un relato de utilidad de cara a sus votantes en las elecciones que, previsiblemente, se celebrarán a principios de 2025.

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ERC

ERC, por su parte, a pesar de tener a Junts como principal competidor, juega con varias cartas a su favor. La primera y más importante: cuenta con la presidencia de la Generalitat. Es un escaparate importantísimo desde el que podrá capitalizar las transferencias que ha conseguido por su apoyo a la investidura y las que pueda exigir Junts a cambio de sus votos en el Parlamento.

En segundo lugar, ERC necesita volver a ser competitivo en Cataluña. Si quiere mantener la presidencia de la Generalitat, deberá volver movilizar a su electorado y empezar a pescar votos en el PSOE y para eso, necesita visualizar la aplicación de una agenda social, también en el Congreso, por lo que se verá empujado a apoyar todas las leyes sociales del Ejecutivo.

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PNV, EH Bildu

La arena vasca tampoco es sencilla. En unos meses se celebran elecciones autonómicas y el PNV desea con todas sus fuerzas poder sumar con el PSE y, así, mantener la presidencia del Gobierno autonómico. Esta posibilidad es completamente factible porque, aun quedando por detrás de los socialistas, Sánchez podría estar dispuesto a seguir gobernando en coalición con los peneuvistas, cediéndoles la presidencia a cambio de forjar a fuego su apoyo en Madrid. Cuestión que igualaría la fuerza negociadora de Aitor Esteban y el presidente del Gobierno.

El caso de EH Bildu es parecido al de ERC, el hecho de ligar tan estrechamente sus éxitos electorales a su estrategia en Madrid les hace depender más de lo deseado de que Sánchez siga en Moncloa. No obstante, Bildu tiene clara su hoja de ruta y esta pasa por seguir institucionalizándose en una carrera a largo plazo y mejorar su imagen por medio de su apoyo constante al PSOE en materia social, con el objetivo de evitar un Gobierno de Feijóo con la ultraderecha. Esta cuestión primaría sobre la posibilidad de gobernar Euskadi tras las elecciones autonómicas de 2024.

Sumar

Señalar, por último, que Sumar tiene la necesidad de mostrar su utilidad tras dar muerte a Podemos. El reto de Yolanda Díaz es asentar el proyecto político e internamente relajar las tensiones del espacio. De cara a los votantes, el proyecto político de Díaz debe demostrar que su estrategia posibilista, con menos ruido y más gestión, se puede llegar más lejos.

Sin duda serán Junts per Catalunya y el PNV quienes tengan la última palabra durante los cuatro próximos años. No obstante, mientras Sánchez sea consciente y siga apostando por transferencias y autogobierno, la legislatura está más que garantizada por una razón: ninguno de sus socios puede permitirse un Gobierno con la ultraderecha porque supondría el fin de los avances sociales que reclaman EH Bildu y ERC y la negación del autogobierno por el que tanto batallan PNV y Junts.

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