‘The Killer’: David Fincher y Michael Fassbender, más precisos que un arma automática en su thriller existencial para Netflix

El director y el intérprete se introducen en la mente de un asesino a través de un thriller obsesivo y meticuloso, a medio camino entre el nihilismo filosófico y la estética ‘pulp’

Michael Fassbender en el poster original de 'The Killer' (Netflix)

El cine de David Fincher está lleno de hombres solos. Locos u obsesivos, antisociales y que se refugian en sí mismos o en su trabajo como una forma de vida. Así eran los policías, de Seven (Brad Pitt), de Zodiac (Jake Gwyllenhaal) o el periodista de Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres (Daniel Craig). También el trasunto teenager de Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg) en La red social.

Sin embargo, ninguno de ellos llega a los niveles de meticulosidad y aislamiento como el hombre sin nombre que protagoniza su última película, The Killer, un asesino a sueldo profesional cuyo mundo gira en torno a la ejecución perfecta de cada uno de sus objetivos.

Michael Fassbender protagoniza "El asesino", una nueva película de David Fincher. (Netflix)

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Este hombre (encarnado por Michael Fassbender) es patológicamente maniático y paciente, tiene que serlo para conseguir lo que quiere y, quizás por eso, ha configurado una especie de mantra interior que repite de forma constante.

Acción existencialista

Dentro de su monólogo interno (no habla, solo piensa), durante las largas horas de espera antes de lanzar una bala que terminará con la vida de alguien, hace diariamente su tabla yoga, escucha a The Smiths, e intenta pasar desapercibido como un turista en una ciudad extraña mientras reflexiona sobre su naturaleza y también sobre la humanidad que le rodea como si no formara parte de ella.

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“Yo soy como soy”, dice. “No soy excepcional sino solo distante”. “Uno nace, vive su vida y, al final, muere”. “La voluntad es la única ley”. No cree ni en la justicia ni en el karma, solo en sí mismo y sus actos y sabe que no puede tener ningún tipo de empatía, porque es sinónimo de debilidad.

Michael Fassbender, esperando pacientemente para completar su misión en 'The Killer' (Créditos: Netflix)

El director nos introduce en el universo de este hombre y de su particular sentido de una ética casi existencial a través de su estilo frío y matemático, haciéndose acompañar por un Michael Fassbender igualmente exacto y preciso a la hora de encarnar esta máscara hierática que se mueve de forma constante en las sombras, pero que no siente ni padece, solo es una máquina de matar.

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Fincher vuelve a colaborar con el guionista Andrew Kevin Walker, responsable de Seven para desarticular las ideas preconcebidas que podríamos tener en torno a estos relatos sobre profesionales del crimen a través de una narración que se cocina a fuego lento, poniendo de manifiesto los tiempos muertos y dando prioridad a esas reflexiones interiores del protagonista, que repetirá constantemente: “Cíñete a tu plan. Anticípate, no improvises. Pelea solo la batalla por la que te pagan. No confíes en nadie”.

Entre lo filosófico y la estética pulp

"The Killer" (Créditos: Netflix)

No resulta casual que The Killer se trate de la traslación de una novela gráfica, escrita por el francés Alexis Nolent, también conocido como Matz. Un material de partida, a medio camino entre lo filosófico y lo pulp, dividido en cinco capítulos de una duración aproximada cada uno de 20 minutos (atención a la breve, pero intensa aparición de Tilda Swinton) que el director se lleva a su terreno para convertirlo en una fábula nihilista que remite tanto a Nietzsche como al cine de serie B de los años setenta, que nos lleva de Asesino implacable de Mike Hodges, a Fríamente… sin motivos personales, de Michael Winner, pasando por el cine de Don Siegel y con el ojo siempre puesto en el clásico polar de Jean-Pierre Melville, El silencio de un hombre.

The Killer se sitúa como uno de los grandes ejercicios de estilo dentro de la carrera de David Fincher, en el que además sabe explorar su espíritu juguetón. Basta echar un vistazo a la escena del disparo, cuyo montaje se establece a través de la canción How Soon Is Now? para darnos cuenta del virtuosismo de un director que siempre está experimentando con las herramientas del lenguaje para sacarles todo su jugo a través de su personalidad.

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