Las personas que tienen entre 34 y 18 años han vivido su desarrollo y paso hacia una vida adulta en una crisis permanente: la Gran Recesión de 2008; la crisis de deuda pública posterior; la recesión provocada por la pandemia en 2020 y la crisis energética e inflacionista a partir de 2021. Esta concatenación de shocks ha resultado en que los jóvenes españoles declaren un pesimismo individual y generacional sobre su situación económica actual aunque, paradójicamente, la gran mayoría espera haber conseguido una situación mucho más favorable dentro de una década.
Así lo refleja un estudio publicado este martes por EsadeEcPol y Friedrich Naumann Foundation basado en una encuesta a los jóvenes de España y de otros seis países del arco mediterráneo que comparten escasez de oportunidades y “desigual protección” por parte del Estado para las nuevas generaciones. Los jóvenes españoles son los que se muestran más optimistas en casi todas las variables analizadas, pero su percepción no es favorable en el presente: solo el 42,2% cree que puede cubrir bien sus gastos básicos (vivienda, alimentación, transporte y energía). El 29,3% considera que su capacidad para cubrir dichos gastos es mala o muy mala y el 28,4% se ubica en una posición neutral.
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Por otra parte, el 70% de los jóvenes españoles afirma que tiene dificultades para afrontar emergencias económicas y el 40% enfrenta problemas para ahorrar a corto plazo. La situación es más complicada aún en el ahorro a largo plazo, ya que solo el 24% piensa tener capacidad para hacerlo. Esto ocasiona un retraso en la toma de decisiones hacia una vida adulta, como es la emancipación. Según Eurostat, los jóvenes dejan la casa de sus padres con una media de 30,3 años en España frente a los 26,4 años de media de la UE.
El estudio explica que este paso está “muy condicionado por la disposición de una vivienda” y que la razón para continuar en la residencia familiar es “abrumadoramente económica”. La falta de ingresos propios se cita como de importancia alta o muy alta por el 66,3% de los jóvenes españoles para seguir viviendo en el hogar familiar. De hecho, la compra de una vivienda es otra decisión que se pospone. De los países analizados, España cuenta con la edad media más elevada de compra de la misma, 25,3 años.
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No obstante, algo más del 50% de los jóvenes encuestados cree que estará emancipado dentro de cinco años y un 71,7% espera hacerlo en los próximos diez, lo que evidencia una dualidad entre reconocer las dificultades actuales y tener una esperanza creciente a medida que se amplía el horizonte temporal. En esta línea y teniendo en cuenta la dificultad declarada para ahorrar, resulta sorprendente que solo una minoría del 10,6% considere poco o nada probable que pueda comprar una vivienda en la próxima década. El desacople entre el pesimismo actual y el optimismo futuro de la situación individual también se completa con un 62,4% de los encuestados que opinan que dentro de cinco años su capacidad de gasto será buena o muy buena, aunque hay notables diferencias según el nivel de estudios.
A esto se suma que la opinión dominante es la de pesimismo colectivo, tanto para el presente como para el futuro, algo que no concuerda con ese optimismo individual proyectado. El estudio refleja que el 42,1% de los jóvenes creen que la situación económica de España en los próximos años será de declive, pero solo el 17,7% contempla una tendencia de declive personal a dos décadas vista. Según explica a Infobae España el director adjunto de EsadeEcPol y uno de los autores del estudio, Jorge Galindo, el concepto de falta de oportunidades “resume bien esta doble visión”.
Los jóvenes están divididos respecto al nivel de prosperidad que disfruta el país, pero el 61% está de acuerdo con que la riqueza está “pobremente” distribuida, refleja el estudio. Una manera de interpretar estos datos, según Galindo, es que se percibe a España como “no excelente en crecimiento, más bien estancada”, pero sí hay una opinión clara de que lo que se genera no se distribuye de manera adecuada y esto lleva a un pesimismo generacional colectivo. Por otra parte, el optimismo individual a futuro puede tener que ver con que los jóvenes son una generación más formada que las anteriores y aspiran a que esa formación les termine dando más ingresos. Otro mecanismo que explica el desacople actual puede ser la inflación.
Los jóvenes pierden ingresos reales, los mayores ganan
España continúa con una renta real per cápita algo por debajo de la de 2007, además, su crecimiento ha sido desigual entre edades al margen de las diferencias existentes por clase social. En un reciente informe sobre la situación económica de España, la OCDE calculó que el ingreso medio real per cápita ha caído un -3,4% entre 2008 y 2022, mientras que en la franja de 16 a 29 años la caída ha sido mayor, de un 9,9%.
Una situación similar se extrae de la encuesta de condiciones de vida del INE, que refleja que la renta neta media por persona ha crecido entre 2008 y 2022, pero solo lo ha hecho en un 13% en la franja entre los 16 y los 29 años frente a un 35,5% en la franja de 65 o más años. Además, si se descuenta la inflación, las personas mayores son las únicas que no han perdido poder adquisitivo en esos 14 años: su renta aumenta más que los precios.
¿Viven los jóvenes peor que sus padres?
Según el clima descrito de perspectivas y la evolución de la renta, cabe preguntarse si se corre el riesgo de que la generación actualmente joven termine viviendo peor que sus padres. La respuesta del director adjunto de Esade es clara: “no en indicadores objetivos” y “ni siquiera peor que los que en la actualidad viven”. “Implicaría dramas sin precedentes: destrucción masiva continuada de riqueza”, afirma.
No obstante, los jóvenes sí que viven peor de lo que esperan, de manera que la brecha se encuentra en torno a las expectativas. El consenso señala que las generaciones anteriores culminaron sus expectativas de partida en mayor medida y proporción de lo que lo harán las nuevas, y, en este sentido, Galindo llama a “tener cuidado” con una posible frustración de las aspiraciones actuales por falta de oportunidades.
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Dentro de las propuestas que incluye el informe para solucionar los problemas señalados, resalta la de crear una cuenta de ahorro individual (no universal) gestionada por la Seguridad Social para los jóvenes que inician su etapa laboral. La cantidad inicial dependería de la renta del hogar de origen del individuo y se nutriría de aportaciones del titular y de sus empleadores. El acceso a estos fondos estaría permitido en situaciones como adquisición de vivienda, desempleo, creación de empresas o inversión en formación, pero también otras como jubilación o incapacidad.