Alexander Zverev debió pensar aquello de ‘esto no puede estar pasándome a mí’ cuando, ya en el tercer set, el pie se le fue en una devolución. La imagen llegó a parecerse ligeramente a la de la lesión contra Rafa Nadal en Roland Garros 2022, con una baja de hasta siete meses de duración. Sin embargo, todo se quedó en un susto para el alemán. El día para preocuparse le correspondía, una vez más, a Carlos Alcaraz, que no consigue salir del bucle negativo en el que lleva inmerso ya unas cuantas semanas. El tenista que maravilló a propios y extraños en la primera mitad de 2023 volvió a aparecer únicamente a cuentagotas también en el estreno en las ATP Finals, en el que primó lo negativo y no mostró la constancia necesaria como para superar el desafío (6-7, 6-3, 6-4).
Alcaraz intentó fiarlo casi todo a la épica, pero no le sirvió. Flotó en el ambiente la sensación de que cuando quiso engancharse al partido, ya era demasiado tarde. Sobre todo, en la manga definitiva, cuando no paró de mostrar vulnerabilidad al servicio hasta que Zverev, todo lo contrario al sacar, se lo hizo pagar caro rompiéndoselo. El 2-3 resultó una losa imposible de levantar para el español, que intentó coger el tren del break propio cuando el expreso de Hamburgo estaba al borde de abandonar la estación: como las prisas no facilitan la labor a nadie en ningún caso, lo perdió.
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Lo que mal empieza, mal acaba, y la regla universal tuvo reválida en el Pala Alpitour este lunes. Al poco de iniciarse el choque, Alcaraz ya veía cómo su rival se aprovechaba de una rotura favorable. Cierto es que el número dos del mundo le devolvió la faena al octavo del ranking. Y que, por momentos, dejó entrever algo del ímpetu que tanto le ha ayudado en el pasado. Aunque igualmente lo es que la concentración le falló en instantes decisivos, de esos en los que los errores se vuelven imperdonables. Por su parte, Zverev no sucumbió ante la presión y logró forzar el tie-break en el primer parcial. Sí, lo perdió, pero sería el único contratiempo de gravedad con el que el doble campeón del torneo se encontraría.
Un saque inabordable
La tensión estaba a la orden del día, con muchos errores no forzados por ambas partes y juegos interminables. En algunos casos, de duración superior a los seis minutos. Perdonaba Alcaraz, sin ser capaz de encontrar la clave para desarmar al resto al último campeón olímpico. No así Zverev, que se paseó durante prácticamente todo el segundo set en cuanto neutralizó los servicios del ganador de Wimbledon. Fue la fase del duelo en la que más patente resultó que alguna pieza sigue sin encajar en el puzzle de Carlitos, porque su buen hacer se esfuma en un visto y no visto.
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Por si no fuese suficiente que la mejor versión del chaval se mueva entre interferencias de un tiempo a esta parte, el muro al otro lado de la red era formidable. Zverev brindó un concurso de sobresaliente con sus saques, cargados de toda la seguridad de la que carecían los que ejecutaba Alcaraz. En cuanto el germano percibió esa diferencia tan evidente, con el encuentro empatado, no dejó pasar la oportunidad, a diferencia de Alcaraz. Que, aun así, intentó reactivarse, a pesar de verse lastrado por un nuevo break. Una pena que los partidos no duren todo lo que uno quiere y que tengas que tirar del ajo y agua si el momentum te viene a visitar de forma tardía.
La reacción tendrá que esperar, al menos, hasta el miércoles. Andrey Rublev le retará entonces. Por supuesto, el juego a chispazos seguirá sin valer. El final de la temporada ha pillado en mal momento a Alcaraz, que seguirá intentando recuperar la honra perdida en este ‘quinto grande’. De momento, paga la novatada.