Principios de agosto de 2021. Comienza la vuelta a los festivales tras un duro año de coronavirus, confinamientos y restricciones. No son las mejores condiciones para disfrutar de un concierto: en sillas, prohibido ponerse de pie, con cierta distancia social y, como no, con mascarillas. Quizá tampoco sea el mejor momento para el inicio de una banda, pero nunca se sabe en qué momento puede llegar el éxito. O cómo de rápido puede ser. Con estos requisitos llegó al festival Amante de Borja —un pueblo de Zaragoza que, además de ser famoso por el Ecce Homo, es conocido por su amor por la música indie— una banda de rock origen murciano apenas conocida. Tan solo había pasado un año desde que habían sacado su primer sencillo, Big Bang, y tan solo tres meses desde el lanzamiento de su primer álbum, La noche, en mayo de 2021.
El 7 de agosto de aquel año, hace poco más de dos años, un centenar de personas se congregó en un espacio pequeño para ver, entre otros a artistas, a Arde Bogotá. Apenas había cien personas. En el cartel de aquella edición había artistas como La La Love You, Veintiuno o Delaporte. El grupo de Cartagena, formado por cuatro integrantes, empezaba a darse a conocer por aquel entonces y, aunque muchos de los asistentes al festival ya cantaban sus canciones a pleno pulmón, los que no las conocían quedaron hipnotizados. La voz de Antonio García no deja indiferente a nadie, se queda grabada en el cerebro de cualquiera que la escuche.
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Aquel día un grupo de amigos procedente de la capital viajó hasta Borja para disfrutar de Arde Bogotá. Desde 2017, cada verano la localidad zaragozana se llena de visitantes y la música retumba por las calles y plazas. En 2020 no pudo ser por culpa de la pandemia y en 2021, con todavía un gran número de afectados por covid en España, tan solo unos pocos se desplazaron hasta el pueblo. El concierto incluso era gratis. Fue en una pequeña plaza conocida como la plaza del Mercado, ni siquiera era la principal, la plaza Mayor, en la que años anteriores se celebró el festival, sino en un espacio mucho más reducido. Allí se colocaron varias mesas, no muchas más de diez. “Estábamos sentados y si nos poníamos de pie los de seguridad nos llamaban la atención”, narra Sofía, que no ha faltado a una sola edición del festival. “Aun así fue increíble”, agrega.
“Que cante todo el mundo, también quien no nos conoce”
Tras el concierto, Sofía y sus amigos, que gozaron en la primera fila, vieron como la banda recogía el material y se quedaron a charlar con ellos. “Hablamos de nuestras canciones favoritas o de la voz increíble que tiene el vocalista”, cuenta a Infobae España. Era un grupo cercano con el público, muy accesible, que se estaba haciendo un hueco en la industria musical, recién fichados por Sony. Aquella noche, Antonio García bajo del escenario y se paseó entre las mesas, con la mascarilla puesta y al ritmo de Te van a hacer cambiar. “Que cante todo el mundo, también quien no nos conoce”, pidió. Tan solo dos años después, y con dos discos publicados, rara es la persona que nunca ha oído hablar de ellos: han sido nominados en los Latin Grammy 2023 en dos categorías: Mejor álbum rock y Mejor canción rock.
Son una auténtica revolución. Y su segundo EP, Cowboys de la A3, les ha llevado a consolidarse en el panorama musical español. Este es el álbum —producido por Lalo G.M y editado por Sony Music Spain— que espera conseguir uno de los gramófonos dorados el próximo 16 de noviembre en Sevilla, la ciudad que acoge, por primera vez fuera de Latinoamérica estos premios que reconocen la carrera de los artistas latinos. Cowboys de la A3 ostenta ahora mismo la octava posición de los discos más consumidos de España, mientras que su primer álbum se mantiene en la posición 37 de la lista oficial.
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“Ha sido todo tan rápido, tan bonito y tan absurdo en cuanto a términos de una carrera artística...”, asegura el cuarteto conformado por Antonio García, Dani Sánchez, Pepe Esteban y José Ángel Mercader ante su crecimiento en seguidores y su reconocimiento. “Seguramente hay otros 8 millones de aristas que confluyen en que el resultado final sea este, pero lo único que nosotros podemos controlar realmente de principio a fin son las canciones: qué contamos, cómo lo hacemos, cómo suena de fuerte el bajo...”, aseguraron en una entrevista a Efe. A modo resumen, la banda aseguró que su objetivo era “contar cosas que nos importen y hacerlo de una forma que se pueda entender, que la letra sea un instrumento musical más y que todo responda a la energía que nosotros mismos sentimos”.
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Tras un verano lleno de festivales -Vive Latino, Sonorama, Ribera, BBK...- la banda tocó la primera semana de noviembre en la icónica sala Razzmatazz de Barcelona, un recinto que ya se le queda pequeño. Su próximos shows han sido estos tres últimos días —9,10 y 11 de noviembre— en la sala Riviera de Madrid. Tras los Grammy de la semana que viene, el grupo anunció que volvería a encerrarse para componer y, entre otras tareas pendientes, superar “el síndrome del impostor de estar sentados junto a Juanes o Rosalía”. “Cruzamos los dedos, felices en cualquier caso de este acercamiento al mercado hispanohablante y de la sensación de pertenecer ya a una escena más grande que la española”, concluyen.