España ya es un país de ‘si-sis’: los jóvenes que estudian y trabajan al mismo tiempo aumentan en más de 112.000 en el último año

Uno de cada cuatro jóvenes que busca su primer empleo tarda más de un año en conseguirlo

Jóvenes que estudian y trabajan.

El empleo siempre ha sido una de las asignaturas pendientes de España, en especial, en el caso de los jóvenes. Durante los últimos años, nuestro país ha sido tildado como una región de ninis: jóvenes que no estaban estudiando, pero que tampoco se encontraban dentro de la población ocupada. Sin embargo, pese a que encontrar un primer empleo no es sencillo en nuestro país, lo cierto es que está aumentado cada vez más el número de personas que cursan sus estudios al mismo tiempo que trabajan, rozando el millón.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España había 1,12 millones de ninis -jóvenes de 16 a 29 años que ni trabajan ni estudian- en el tercer trimestre de 2023, 22.000 menos que en el mismo periodo de 2022, mientras que los sisis -que trabajan y estudian- aumentaron en 112.500, hasta los 954.300. En porcentajes y con datos del segundo trimestre de 2023, el 75,7% de los jóvenes de 16 a 24 años estudia y de ellos el 15,5% también trabaja, mientras que si se amplía la edad hasta los 29 años, el 60% está estudiando y de ellos el 24,5% está además ocupado, según el Ministerio de Trabajo y Economía Social.

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El informe de la OCDE presta una especial atención a la situación de aquellos que ni trabajan ni estudian, y sugiere que “un conocimiento granular” sobre este grupo puede ayudar a desarrollar “medidas más rápidas y específicas para apoyarlos”. En España es el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) el que se encarga de registrar a los jóvenes ninis en el Sistema Nacional de Garantía Juvenil y de prestar servicios de información, pero la OCDE considera que “podría aprovechar aún más su fuerte presencia regional”.

Más de un año en conseguir el primer empleo

Alrededor de uno de cada cuatro jóvenes de los 216.200 que buscan su primer empleo tarda más de un año en conseguirlo, un colectivo en el que se enmarca el más de medio millón de menores de 25 años en desempleo y cuya situación se origina no solo en la inexperiencia sino también en la falta de formación. Son los últimos datos de la encuesta de población activa (EPA) del tercer trimestre, que cifra en 333.400 las personas de cualquier edad que buscan un primer empleo.

En esa búsqueda surgen dos problemas: la falta de experiencia y la baja formación, aunque en 2022 la tasa de abandono temprano de la educación en España se situó en el 13,9%, muy lejos del 31,7% de 2008, pero todavía superior a la tasa media de la UE - que se sitúa en el 9,6%-, según el documento Jóvenes y mercado de trabajo del Ministerio de Trabajo y Economía Social.

Esa falta de formación tiene consecuencias. Los jóvenes con bajo nivel educativo presentan unas tasas de empleo bajas: para los de 16 a 24 años, se sitúa en el 17,3%, frente al 25% en el nivel medio de formación, mientras que en los jóvenes de hasta 29 años se sitúan en el 27,8% y el 34,5%, respectivamente. Por el contrario, para los jóvenes con nivel de estudios alto, las tasas de empleo se mantienen en niveles muy superiores: el 57,8% entre los jóvenes hasta 24 años, y el 73,4%, hasta 29 años, de acuerdo con el informe del Ministerio de Trabajo.

La OCDE insiste en su informe Estudio económico de España 2023 publicado recientemente en que las personas “con bajo nivel educativo corren un mayor riesgo de desempleo estructural” y trabajan “en empleos rutinarios” que podrían ser automatizados o en sectores estacionales, como el turismo, que genera una situación de temporalidad e inestabilidad financiera.

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Dicho estudio situó en el 66% el dato de jóvenes españoles que vivían en casa de sus padres en 2022. Una cifra que ha aumentado 16 puntos porcentuales en cinco años, según detalla la OCDE, que añade que un 50% los jóvenes españoles se declara “satisfecho con su vida”, pero ese nivel de satisfacción cae hasta el 30% cuando se les pregunta “por su situación financiera actual”.

Y es que el ingreso promedio de los jóvenes en España se redujo un 10% en términos reales entre 2008 y 2022, ya que estar en una situación vulnerable “disminuye su poder de negociación y genera salarios y condiciones laborales deficientes”. El informe alerta, además, de las “amplias diferencias regionales” que existen en España en lo referente al paro juvenil, ya que en Cataluña y País Vasco se sitúa en el entorno del 20%, mientras que en Andalucía y Extremadura supera el 35%.

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