Menos economía sumergida, consumo con tarjetas y ruptura de suministros: los motivos del INE tras las revisiones del PIB

El instituto estadístico infraestimó el consumo de los hogares y la buena marcha del empleo. La recuperación de la recesión de 2020 fue más rápida de lo que se pensó inicialmente y el relato podría volver a cambiar en 2024

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Los motivos del INE tras las revisiones del PIB. Ilustración.
Los motivos del INE tras las revisiones del PIB. Ilustración.

El INE reconoce desde hace meses en sus notas de prensa que tiene más dificultades para calcular el Producto Interior Bruto (PIB) por la pandemia, la crisis energética y la inflacionista, pero las incoherencias entre los datos adelantados y sus revisiones han tenido una respuesta crítica en la sociedad. La expectación generada se debe a que las magnitudes de las revisiones superan a las habituales y han ido cambiando el relato de cómo y cuando superó España la crisis de la COVID-19.

A modo de ejemplo, el primer dato sobre el crecimiento del PIB del año 2019 fue el 2% y coincidió con la cifra final emitida dos años después. Esto contrasta con las cuatro décimas de diferencia entre el primer dato publicado del PIB de 2020 (-10,8%) y el último (-11,2%) y más aún con la diferencia de 1,3 puntos porcentuales entre las estimaciones del PIB de 2021. El primer dato publicado en marzo de 2022 fue un avance del 5,1% interanual que ha sido revisado hasta el 6,4% en septiembre de 2023 y no se consolidará hasta septiembre de 2024.

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Según explicó este lunes la presidenta del INE, Elena Manzanera, durante una conferencia del Observatorio Económico de Andalucía, hay tres motivos principales que justifican las mayores revisiones del organismo: afloramiento de economía sumergida en los últimos años, cambio en los hábitos de consumo de los hogares y ruptura en las cadenas de suministros. “Los modelos tenían muchos problemas para interpretar estimaciones”, defendió Manzanera.

Uno de los principales fue la interpretación de la retirada de efectivo como la principal variable para testar el consumo de los hogares en un momento en el que se estaba limitando este método de pago por un “cambio masivo” al pago por tarjetas y vías electrónicas. “La relación entre el uso de efectivo y el consumo se rompía”, reconoció. Debido a esto, el consumo de los hogares de 2021 pasó de un primer dato de crecimiento interanual del 4,6% a una estimación provisional del 7,1%.

“Se ha revisado al alza el consumo de los servicios de alojamiento y restauración, de los artículos de vestir y el calzado, y de los bienes y servicios relacionados con el ocio, los espectáculos y la cultura”, detalló el INE en la nota de prensa del pasado septiembre. Este cambio en los datos del consumo privado “ha sido importante y puede llamar la atención”, reconoció durante la conferencia la jefa del departamento de Cuentas Nacionales del INE, María Antonia Martínez. La sorpresa radica en que la estimación del 4,6% ya se hizo basándose en la Encuesta de Presupuestos Familiares, una fuente estructural que se considera más consolidada.

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“Otra cosa que hemos aprendido en circunstancias tan extremas ha sido que es muy útil hacer la tabla de origen-destino porque resultó que la estimación de consumo basada en una fuente estructural tenía que revisarse al alza”, afirmó Martínez. El INE adelantó por primera vez para la publicación de contabilidad anual de septiembre de 2023 la elaboración de dicha tabla contable por productos y ramas de actividad, como también hicieron Reino Unido y Francia, para dar datos más sólidos.

La segunda ruptura se ha producido en la estimación por el lado de la oferta, basada hasta ahora en la hipótesis de que “hay una relación estable entre producción coyuntural y el valor añadido bruto”, detalló Manzanera. Esto ha dejado de ser así durante los últimos años por la interrupción en las cadenas de suministro a raíz de la pandemia y la posterior crisis energética y de precios, de manera que se producían revisiones al alza posteriormente. Así sucedió en el sector de la construcción, que aparentemente vivió un bajón mayor en 2021, según las cifras adelantadas, pero los datos provisionales lo desmintieron.

En tercer lugar, las acciones gubernamentales a raíz de la Covid-19 han propiciado un afloramiento de economía sumergida: “Teníamos claro que las medidas durante la pandemia, como los ERTE y las prestaciones de cese por actividad de los autónomos, así como la limitación del uso de efectivo, podrían haber aflorado trabajadores y economía”, afirmó la presidenta del INE. Esto provocó que la información administrativa incorporada en los datos estructurales registrara variaciones en actividad respecto a la información coyuntural y también “el paso de economía sumergida a declarada”.

Relacionado con esto, los empleos, los sueldos y salarios y las horas trabajadas se infraestimaron en las últimas contabilidades anuales publicadas y, en consecuencia, también se calculó una menor masa salarial y renta disponible. Tras la corrección de septiembre de 2023 se observó que esta había recuperado más parte del terreno perdido en el reparto del PIB.

El relato de la crisis podría volver a cambiar en el otoño de 2024

Por todo lo anterior, la recuperación de la recesión de 2020 fue más rápida de lo que se pensó inicialmente y terminó, según los últimos datos, en el verano de 2022, aunque el PIB de España habría crecido poco (2,1%) desde 2019 en comparación con la media europea. No obstante, este relato también puede cambiar en el medio plazo: la historia más certera la conoceremos en otoño de 2024.

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El próximo septiembre se producirá la revisión estructural del PIB de los tres últimos años, por lo que el dato de 2021 pasará a ser definitivo, el de 2022 provisional y el de 2023 tendrá carácter de avance tras conocer una primera cifra en marzo. No obstante, a esta actualización de la contabilidad anual se sumará una revisión extraordinaria que solo se realiza cada cinco años y toca en España entre septiembre y octubre de 2024. Esta renovación (tipo benchmark) revisará toda la serie histórica desde 2019.

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