No hay duda de que los avances en medicina salvan vidas. Pruebas médicas como la tomografía computarizada (TAC) resultan claves para observar con detalle posibles anomalías o enfermedades, pero la exposición a dosis moderadas y altas de radicación en jóvenes también aumenta el riesgo de desarrollar un cáncer de la sangre. Esta es la principal conclusión del estudio internacional EPI-CT, liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que destaca la importancia de seguir aplicando estrictas medidas de protección radiológica, especialmente en la población pediátrica.
“La exposición asociada a la tomografía computarizada se considera baja, pero sigue siendo superior a la de otros procedimientos diagnósticos”, explica Elisabeth Cardis, jefa del Grupo de Radiación de ISGlobal y coordinadora del análisis, que aclara que aunque algunos estudios previos sugerían un mayor riesgo de cáncer en niñas y niños expuestos a TAC, tenían varias limitaciones metodológicas y habían sido criticados debido a posibles sesgos e incertidumbres.
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El estudio señala que una exploración a día de hoy aumenta en un 16% el riesgo de desarrollar tumores malignos, un dato relevante, sobre todo teniendo en cuenta que “cada año sólo en Europa un millón de niños, adolescentes y adultos jóvenes se someten a una exploración por TAC”, indica por su parte a Infobae España Magda Bosch de Basea, investigadora de ISGlobal, centro impulsado por la Fundación La Caixa.
Se trata del primer estudio a gran escala diseñado para estimar el riesgo de cáncer hematológico asociado a la exposición a radiaciones ionizantes procedentes de tomografías computarizadas, un proyecto coordinado por la la Agencia Internacional de Investigación en Cáncer (IARC), de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el que también han participado equipos científicos de 18 centros de investigación de 11 países europeos. Llevarlo a cabo “fue todo un reto, ya que hubo que extraer datos de los registros radiológicos de 276 hospitales y vincularlos a registros de población de nueve países”, señala Cardis.
Un seguimiento de casi 8 años
En el informe, cuyos resultados han sido publicados en Nature Medicine, se analizaron datos de casi un millón de personas que se habían sometido a al menos un TAC antes de los 22 años. El equipo investigador calculó, para cada persona, la dosis de radiación absorbida por la médula ósea, que es donde se producen las células sanguíneas. Al vincular esta información a los registros nacionales de cáncer, se pudo identificar a quienes desarrollaron un cáncer de la sangre más tarde.
El seguimiento de las personas se prolongó durante una media de 7,8 años, aunque para aquellos que se sometieron a un TAC en los primeros años de la tecnología, fue posible controlar la incidencia de cáncer durante más de 20 años después del primer TAC, indica el informe.
Los resultados del análisis muestran una clara asociación entre las dosis totales de radiación absorbidas por la médula ósea procedentes de las tomografías computarizadas y el riesgo de desarrollar tumores malignos, tanto mieloides como linfoides.
“En términos de riesgo absoluto, esto significa que, por cada 10.000 jóvenes que se someten a un TAC, podemos esperar ver alrededor de 1 o 2 casos de cáncer en los dos a 12 años siguientes al examen”, explica Bosch de Basea. Según los expertos, para mejorar las estimaciones de riesgo en el futuro es importante asegurarse de que las dosis y los parámetros técnicos se recogen de forma sistemática y adecuada en las clínicas en tiempo real.
Concienciar a la comunidad médica
Aunque las dosis de radiación de los TAC han disminuido sustancialmente en los últimos años, los resultados de este estudio subrayan la necesidad de concienciar a la comunidad médica y de seguir aplicando medidas estrictas de protección radiológica.
El procedimiento, concluye Cardis, debe justificarse adecuadamente, tener en cuenta las posibles alternativas y optimizarse “para garantizar que las dosis se mantienen lo más bajas posibles”, al tiempo que se mantiene una buena calidad de imagen para el diagnóstico.