En la mitología escandinava, los trolls eran considerados unos seres traviesos y peligrosos, incluso terroríficos, que vivían en los bosques. Sin embargo, a finales de los años cincuenta, a un leñador danés se le ocurrió la idea de tallar a mano unos muñequitos de madera como regalo de Navidad para su hija y de pronto, las criaturas maléficas se reconvirtieron en simpáticos juguetes destinados a formar parte de la cultura popular.
Thomas Dam, que así se llamaba su creador originario, terminaría creando una compañía para distribuir a estas criaturas que, en su forma primigenia, ahora son consideradas objetos de coleccionista.
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Así empezaría un emporio familiar cuya repercusión se ampliaría a nivel mundial. Los muñecos ya no eran de madera, sino de plástico y se pusieron de moda en los sesenta en Estados Unidos, con sus pelos de colores chillones que parecían salir de un viaje lisérgico del movimiento ‘flower power’ del momento.
El revival animado
Su fama quedaría incrustada en el imaginario colectivo y han revivido en numerosas ocasiones, hasta que en 2016 aparecería una película animada que se encargaría de darles un nuevo sentido, otra vez, dentro de la cultura milennial a base de hedonismo, brilli brilli y mucha música pop.
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De esa manera, nació la historia de Poppy (a la que pondría desde el principio voz la actriz Anna Kendrick) que será la encargada de hablarnos de la comunidad troll y de lo que más les gusta hacer: darse abrazos, bailar y estar todo el día de fiesta. ¿Qué niño no querría vivir en esa utopía en la que no existe ningún tipo de responsabilidad más que ser feliz?
También conoceríamos a sus antagonistas, los Bergens, aficionados a comerse a los trolls. Cuando Poppy esté a punto de convertirse en la reina de su pueblo, conocerá a Branch (con la voz de Justin Timberlake), que había permanecido escondido en un búnker y que tiene un aspecto gris, al contrario que sus congéneres. Juntos iniciarán una aventura para rescatar a unos compañeros que han sido secuestrados por los villanos de la función.
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El encargado de revitalizar este fenómeno en la pantalla fue el director Mike Mitchell, responsable de la deliciosa Sky High, escuela de altos vuelos, la cuarta parte de Shrek y la tercera de Alvin y las ardillas. La película de los estudios Dream Works se convirtió en un éxito de taquilla y su canción Can’t Stop de Feeling, de Justin Timberlake un auténtico boom bailable que sería nominado a los Oscar.
Un universo Troll en expansión
A partir de ese momento, comenzaría a ampliarse todo este universo a través de una serie de televisión y el inicio de una trilogía a la que seguiría Trolls 2: Gira Mundial y ahora Trolls 3: Todos juntos. Si de alguna forma la anterior se encargó de darle un impulso a la taquilla en tiempos de pandemia, ahora, vuelve a repetirse el fenómeno coronando la taquilla, al menos la semana pasada, antes de que le arrebatara el puesto Five Nights at Freddy’s, aunque todo indica que permanecerá en el top durante muchas semanas.
En esta ocasión, Poppy asistirá con asombro al descubrimiento de una faceta desconocida de Brunch: cuando era pequeño formó parte de una boy band junto a sus hermanos. Después de separarse, ahora tendrá que unirse de nuevo para salvar a uno de ellos, que se encuentra secuestrado por una pareja de ídolos pop que han encontrado la manera de absorber el talento musical de la pequeña criatura de forma bastante sádica.
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El resultado, es un homenaje a los fenómenos fan de los años noventa, con un montón de referencias que no están destinadas a los niños, pero que sirven para darle cierto encanto. La locura visual y su ritmo pegadizo serán los encargados de absorber la atención del siempre entregado público infantil.